La imperdible historia de Ariel, el papá de Matías Carrera, que adapta su camioneta laboral para viajar por todos lados con Maru, su pareja.
Ya sea por trabajo o por placer, Ariel se la pasa en la ruta. Claro que para él no es lo mismo trasladarse a Cutral Co a vender huevos como hace asiduamente por trabajo, que visitar la cordillera, Las Grutas u otro paisaje imponente en medio de esas aventuras incomparables que son su debilidad.
Lo que sí es igual es el vehículo, pues Carrera adapta la camioneta con la que reparte sus productos de granja para cada paseíto imperdible en motorhome.
Así, arma y desarma la Mercedes Benz todo el tiempo al volver o iniciar una nueva travesía junto a su incondicional pareja Maru, la directora de un jardín cipoleño que ama tanto conocer nuevos destinos como él.
“Le pongo y saco la cama, calefacción, el baño químico, todo desarmable porque cuando vuelvo tengo que seguir laburando con los huevos. Es doble laburo, pero vale la pena”, explica este popular vecino que tiene repartos en Cipolletti y Neuquén.
“Hace 33 años viajo a Cutral Co a vender huevos desde Cipolletti. Al principio lo hacía para una granja y luego me largué por cuenta mía. Serán 250 kilómetros ida y vuelta, martes y viernes a esa zona y luego me dedico a visitar algunos clientes en la región", relata Ariel.
"Llevo pack de huevos, cartones, vendo por mayor y menor, son de una granja de Allen. Tengo clientes desde que empecé, muchos años en esto”, comenta el papá del reconocido jugador abinegro, Matías Carrera.
Fue justamente su amigo Omar Vásquez, el panadero que sabe de esfuerzos como él y cuya historia contamos días pasados, quien lo incentivó a “aflojar un poco el laburo y salir a pasear”.
“Yo era muy estructurado con el trabajo, pero aprendí que 'es ahora', que hay que disfrutar que es lo único que nos vamos a llevar. Más si tenes la suerte de contar con una compañera de fierro como la mía”, reflexiona a la vez que ultima detalles para otra maravillosa experiencia.
Una vez que su compinche lo convenció de imitarlo en ese estilo de vida más descontracturado, las dos primeras y acertadas decisiones fueron sumarse al grupo de rodanteros de la zona “Neuquén roda” y comprar “una Mercedes”.
“Así ya viajamos a Chile, que no sé si no volvemos en breve, porque mi hijo Matías tendría todo arreglado para continuar su carrera allá, pega en el palo”, adelanta con primicia y todo.
“También viajamos a Las Grutas, a la cordillera hace poco con Omar y su familia. Y el jueves nos vamos a Villa La Angostura, con mi compañera de viaje, María Luisa. Maru es todo para mí”, destaca a esa gran docente con alma aventurera.
“Ella está haciendo el curso para supervisora, así que aprovechamos que enero tiene libre para meter una escapadita tras otra. También vende ropa en formato showroom, pero ahora está concentrada en lo de la supervisión”, aclara Ariel, ya pegando la vuelta desde Cutral Co en una larga y cansadora jornada.
Utiliza para el reparto la misma camioneta que para las escapadas. En verdad posee otra -“una Master”- que se rompió y mientras la repara usa la Mercedes que estaba acondicionando para motorhome.
“Ojo que siempre fuimos de viajar. Nos gusta conocer, disfrutar, es bastante estresante el laburo, tanto el mío como el de Maru, a veces llegamos cansados… Y con el apoyo de nuestros cuatro hijos y tres nietos, no dudamos en hacernos un nuevo viajecito, cuando podemos, y relajar”, explica este fana de Cipo y de River.
Poco les importa que el vehículo no circule a más de 90 kilómetros por hora: “Tiene otro gustito, es otro placer. ¿Dónde paramos? Si vamos a la Cordillera nos quedamos en el camping del lago Correntoso, si no al aire libre. O Las Grutas, que es otra opción hermosa”, confía el huevero viajero.
Anécdotas de viajes y un gran sueño
Anécdotas surgen muchas durante la charla con LMCipolletti. “Una que recuerdo mucho es que con Omar viajamos para el lado de San Martín de Los Andes y pinchamos las dos cubiertas. Quedamos varados en Pichi Traful, a la altura del hotel. Entonces tuve que agarrar las dos cubiertas y hacer dedo hasta San Martín, comprarlas y volver. Fui yo y él se quedó con nuestros chicos. Resulta que los que paraban les daban de comer a los pibes mientras yo volvía”, destaca la solidaridad de la gente.
Además de su hijo futbolista (Matías, papá de mellizas de dos años) tiene otros tres descendientes: Eliana, profesora de inglés, Brian, quien trabaja en una panadería y Lucas, jugador de rugby en Marabunta.
Él también cuenta con un pasado deportivo, aunque “no llegué muy lejos, lo mío fue más bien amateur, apasionado y voluntarioso jugador de fútbol en el club San Martín”. Con la camionetita vaya si llegó lejos...
“Todavía no puedo dedicarme de lleno a la vida que amo, pero mi esposa en seis años se jubila y ahí pienso colgar la venta de huevos y pasear con ella sin parar”, culmina Ariel, el laburante que cumple su sueño de recorrer los sitios más lindos junto a su incondicional pareja.
¡Ponga huevo, que viajamos!
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