Ataque de Estados Unidos a Irán: refuerzan la seguridad en objetivos israelíes en Buenos Aires
Desplegaron un operativo para defender 19 puntos sensibles, entre ellos la AMIA, escuelas y sedes diplomáticas.
La Policía de la Ciudad de Buenos Aires reforzó la noche de este domingo la custodia en al menos 19 objetivos vinculados a intereses israelíes, en un operativo conjunto con la División de Despliegue de Intervenciones Rápidas (DIR), que incluyó además un despliegue especial en la embajada de Estados Unidos.
El aumento de seguridad responde al reciente ataque de Estados Unidos a instalaciones nucleares en Irán, ante el temor de posibles represalias o actos vandálicos en puntos estratégicos ubicados en territorio nacional.
Según un comunicado oficial, los principales focos de vigilancia incluyen la embajada de Israel, la residencia del embajador y la del agregado militar, así como instituciones educativas israelíes, desde jardines de infantes hasta escuelas primarias y secundarias, donde el eje está puesto en la protección de menores en el ámbito escolar.
Uno de los puntos más sensibles bajo custodia es la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en el barrio de Once, escenario del atentado terrorista más grave en la historia del país, ocurrido en 1994, donde murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas.
La zona cuenta con patrullajes preventivos y efectivos apostados en pie para reforzar la seguridad. Las autoridades porteñas destacaron que el operativo se mantendrá mientras se evalúe el riesgo de nuevas amenazas en el contexto internacional.
Los detalles del ataque de Estados Unidos a Irán
En una acción militar de gran magnitud y alto secreto, Estados Unidos llevó a cabo este fin de semana un bombardeo coordinado sobre tres instalaciones nucleares estratégicas en Irán. La operación, denominada “Midnight Hammer” (Martillo de Medianoche), fue presentada este domingo por altos funcionarios del Pentágono como un golpe certero y devastador contra el programa atómico del régimen iraní.
Durante una conferencia de prensa, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, ofrecieron detalles del operativo que tuvo como blancos las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahán, todos puntos neurálgicos del desarrollo nuclear iraní. Caine definió la maniobra como “el ataque aéreo más importante de la historia con aviones B-2” y aseguró que los objetivos sufrieron “daños severos y una destrucción sin precedentes”.
La misión fue llevada a cabo por siete bombarderos furtivos B-2 Spirit, capaces de penetrar defensas aéreas avanzadas sin ser detectados por radares enemigos. Estas aeronaves, diseñadas con tecnología de baja observabilidad, despegaron desde una base en Misuri y realizaron un vuelo de 18 horas hacia Medio Oriente, recibiendo reabastecimiento en el aire en varias ocasiones.
El sigilo fue clave para el éxito del operativo. Según explicó Caine, el plan se mantuvo restringido a un círculo mínimo de funcionarios en Washington y se ejecutó con una sincronización milimétrica. Poco antes del ingreso de los bombarderos al espacio aéreo iraní, un submarino estadounidense disparó decenas de misiles Tomahawk contra objetivos en Isfahán, en un movimiento diseñado para desorientar a las defensas locales.
Ya en territorio iraní, los B-2 lanzaron 14 bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP), cada una de más de 13 toneladas y capaces de perforar estructuras subterráneas altamente protegidas. Fordow, el blanco más delicado por su ubicación bajo una montaña, fue el primero en ser atacado, alrededor de las 2:10 de la madrugada hora local.
Caine destacó que no se detectaron respuestas hostiles por parte de las fuerzas iraníes durante la incursión ni durante la retirada. “No hubo disparos contra nuestros aviones. Ni los cazas iraníes despegaron, ni sus sistemas antiaéreos detectaron el ingreso”, señaló, subrayando que el factor sorpresa fue determinante.
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