El gobierno bajará el ritmo de devaluación de la moneda nacional a partir de febrero, tratando de desactivar expectativas inflacionarias.
El Gobierno nacional espera acelerar la desinflación a partir de una reducción de lo que se conoce como “crawling peg”, término en inglés que se refiere a la devaluación de una moneda en términos constante en mínimas escalas.
Actualmente, ese nivel de depreciación del peso frente al dólar de forma diaria suma un 2% al mes. A partir del 1ro de febrero el gobierno anticipó que pasará a ser del 1%. La medida pretende acelerar la caída de la inflación mensual que en diciembre pasado fue del 2,7%.
Si el lector ha escuchado recientemente algunas de las declaraciones del presidente Javier Milei, recordará que dijo que “la inflación que genera el programa económico es 2% mensual”. Se refiere al crawling peg. Los agentes económicos saben que el dólar oficial va a “subir” 2% por mes, y entonces ajustan sus precios en función de ello.
Eso le fija claramente un piso a la inflación que resulta muy complicado de romper. De hecho, desde que comenzó el gobierno libertario no ha bajado de esa marca.
El dólar también tiene inflación
Aunque no lo tengamos en cuenta, el dólar también tiene una inflación, que es mucho menor a la del peso argentino, pero que juega en los cálculos. Se ubica entre el 0,1% y 0,3% mensual.
En el Ministerio de Economía hacían la siguiente especulación: "Si la inflación que generamos nosotros con el crawling peg es 2% y la inflación del dólar es 0,3%, entonces si llegamos a una inflación mensual del 2,3% es que no hay más inflación".
El razonamiento tiene cierta lógica, pero en diciembre el gobierno actuó de una manera distinta de lo que dijo que iba a hacer. A pesar de que el IPC de diciembre se ubicó 0,4 puntos por encima de la marca que se habían fijado, igual reducirán la tasa de devaluación.
Hay una atenuante para ello y es que la medida comenzará a regir desde el 1° de febrero, un mes que estacionalmente tiene inflación más baja. De manera que dentro de unos 15 días se supone que estarán dadas las condiciones.
Por lo menos, todos los actores económicos ya saben que desde el primer día del mes próximo la tasa de devaluación va a ser la mitad de lo que era hasta ahora, por lo que tendrían que ajustar a la mitad los precios.
Por qué el dólar es tan importante para controlar la inflación
Hay dos razones por los que la moneda de Estados Unidos reviste importancia fundamental para la estabilidad Argentina. Una es que casi todo lo que se produce en el país tiene en algún tramo de su cadena de valor algún componente importado, y por ello influye en los costos de las empresas.
Por otro lado, el valor del dólar es el termómetro que tiene el público argentino para darse cuenta si un programa económico está funcionando bien. Cualquier gobierno que quera ganar una elección, como tiene que ocurrir en octubre de este año con las parlamentarias, quiere tener el dólar bajo control.
Cuando el precio de esa moneda se escapa, entonces todos los agentes económicos intuyen que el programa que esté aplicando el gobierno de turno no funciona y se preparan para una nueva crisis. A veces, esa actitud genera lo que se llaman profecías autocumplidas.
También puede resultar a la inversa. En los primeros seis meses de la gestión de Luis Caputo, los funcionarios estuvieron machacando constantemente que “esta vez va a ser diferente” que no va a haber nuevo estallido, por lo que invitaban a que trajeran sus dólares al país e invirtieran. Tuvieron éxito: el blanqueo aportó u$s20.000 millones en un mes, el doble de lo que podría aportar un acuerdo con el FMI cuya implementación puede demorar casi medio año.
¿Cómo sigue la película del dólar y la inflación?
Al disminuir el ritmo de devaluación desde febrero, es probable que impacte algo en los índices inflacionarios, pero no tanto. Hay productos 100% importados, que seguramente bajarán de precio más fuerte, y los que tienen componentes mínimos, probablemente no registren cambios.
Para esto se puede mirar la inflación mayorista, que solo toma el precio de los productos transables a la salida de fábrica. Es del 1,4% a 1,5% mensual, lo que implica que está por debajo del crawling peg. Eso quiere decir que, a pesar de todo, existe un componente de la inflación que va más allá de las relaciones técnicas entre cantidad de moneda local circulante y cantidad de dólares (cómo era en época de convertibilidad en los 90), que tiene que ver con las expectativas del público. Y es que todavía el Gobierno no ha logrado generar el 100% de confianza en el modelo que está implementando.
Algunos economistas consideran que el dólar “está barato” y que por ello el precio de los productos que manufactura Argentina traducidos en moneda estadounidense es alto comparado con sus similares importados y suponen que tarde o temprano el gobierno se vería forzado a devaluar.
El “apoyo” inesperado
Un exministro de Economía, de manera inesperada, en los últimos días, le dio, por así decirlo, un impensado respaldo al programa de Caputo. Se trata de Martín Guzmán, el titular del Palacio de Hacienda en la mayor parte de la gestión de Alberto Fernández. Recientemente, dijo en una entrevista para un canal de streaming que “no va a haber implosión” del modelo económico como vaticinan sus colegas del “palo” heterodoxo.
Para evitar la devaluación, el gobierno va a necesitar dólares y esos se los va a aportar el yacimiento de Vaca Muerta (este año dejará unos u$s8.000 millones), lo que sumado a un acuerdo con el FMI permitiría mantener la tranquilidad del dólar por lo menos en 2025.
Si el gobierno además gana las elecciones, se reforzará la confianza en el programa. Claro que, según señala Guzmán, con el esquema de dólar barato habrá un país con menos industria y más monotributistas y empleados de aplicaciones tratando de sobrevivir, pero eso es tema para otra nota.
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