Juanita Sirimarco, de 13 años, murió luego de contraer influenza B. Según un doctor que la vio, la paciente sufrió una sobreinfección.
Continúa la conmoción en Misiones por el fallecimiento de Juanita Milagros Sirimarco Díaz, una joven de 13 años, quien perdió la vida tras complicaciones de salud vinculadas a un viaje de egresados en Villa Carlos Paz, Córdoba, donde había contraído Influenza B. El médico que la atendió rompió el silencio sobre la causa de muerte.
Según el médico infectólogo Oscar Herminio López, existe una alta probabilidad de que Juanita haya tenido una sobreinfección bacteriana. Explicó que para que esos indicios tengan confirmación “tiene que haber rescate de germen y los laboratorios de bacteriología suelen llevar un tiempo”.
En el mismo sentido, López advirtió que “muchas veces los pacientes mueren con cuadros y síntomas compatibles con una infección bacteriana y no siempre se logra rescatar el germen”.
En este caso, según mencionó López, “las muestras siguen en proceso de cultivo” y todavía no se logró un rescate de germen. Juanita sufrió un shock séptico luego de ser internada en Posadas, Misiones, tras regresar enferma de su viaje de egresados.
Autoridades sanitarias explicaron que la paciente dio positivo para influenza B. Sin embargo, aclararon que este tipo de virus no suelen desarrollar cuadros severos.
“El virus de influenza B excepcionalmente puede producir un cuadro de tanta gravedad, casi nunca puede llevar a la muerte. Sí es una enfermedad que deja un terreno predispuesto para que se alojen en ese organismo las bacterias que son las que producen el cuadro más grave de shock séptico”, planteó el infectólogo al medio El Doce de Córdoba.
Respecto de la sepsis, López detalló que se trata de “un proceso infeccioso generalizado del organismo”. Y agregó: “Empieza a fallar el corazón, las arterias, las venas y, por lo tanto, no llegan el oxígeno y los nutrientes necesarios a los distintos órganos. El paciente ingresa rápidamente en un fallo multiorgánico”.
También explicó que la nena llegó al centro de salud ya muy grave: “Era una paciente que ingresó a la terapia intensiva, apenas llegó al hospital, en un estado crítico, lo que se denomina shock séptico y a partir de ese momento se iniciaron las medidas terapéuticas para el caso”.
Cronología del viaje de egresados y la muerte de Juanita
El 2 de octubre, a primera hora, Juanita partió junto a sus compañeros de curso y dos maestras rumbo a Córdoba, en un micro contratado por la empresa Viaturex, cuya sede está en Posadas. El plan era disfrutar de cinco días de aventura, con regreso programado para el martes 8 de octubre.
“Todo salió mal en ese viaje”, confesó su madre, de 53 años, visiblemente afectada.
Los primeros dos días transcurrieron sin inconvenientes. Sin embargo: “Al tercer día, mi hija se tiró de un tobogán gigante y, al caer en el agua, se le salió la rodilla de lugar”, relató Claudia Díaz. “Alguien se la recolocó y la llevaron al hospital. Le colocaron una férula, le hicieron una radiografía y le recetaron diclofenac y paracetamol. Me envió fotos de todo.” Posteriormente, en una conversación, Juanita le contó que algunos de sus compañeros estaban medicados y otros parecían haber contraído alguna enfermedad. “Me dijo que le dolía la garganta, pero que ya la había revisado un médico”, recordó su madre con la voz quebrada.
Según Claudia, al menos ocho chicos presentaron diferentes síntomas a lo largo de los cinco días. “Dolor de panza, de garganta, o insolación”, detalló con preocupación, y agregó: “Ese viaje fue un horror; los levantaban a las 7 de la mañana y no los acostaban hasta la medianoche. No estaban acostumbrados a ese ritmo”.
El lunes 7 durante el viaje, Juanita cumplió 13 años y celebraron su cumpleaños al mediodía. “No le dolía la rodilla, sino la garganta, pero esa misma noche ya salían para Posadas”, recordó Claudia. “Comió una milanesa un poco aceitosa, hablamos por teléfono, y me dijo: ‘Chau mamá, te amo’”. Después de la cena, emprendieron el viaje de regreso, un trayecto de casi 14 horas. Fue durante ese largo retorno cuando los síntomas de Juanita empezaron a agravarse.
“A las 2 de la mañana comenzó con vómitos y diarrea, y tenía 39 grados de fiebre”, relató su madre. En lugar de detenerse, se comunicaron por teléfono con un médico, quien recomendó administrarle Dipirona, un analgésico y antipirético. “No se la pusieron por vena porque el colectivo se movía demasiado, así que se la inyectaron en la cola”. La fiebre bajó a 38 grados, pero los vómitos continuaban, añadió Claudia, quien nunca imaginó la pesadilla que estaba por desatarse.
La madre contó que fue informada de la situación a través de las maestras, con quienes se comunicaba por WhatsApp. Sin embargo, hubo un inquietante lapso de seis horas en el que no recibió ninguna noticia. “Desde las 2 de la madrugada hasta que me mandaron un mensaje a las 8.15 de la mañana, yo le decía a Alejandra –una de las maestras– que tenían que llevarla a un hospital. Estaban en Corrientes, pero me respondían que no podían detenerse porque los hospitales de allí eran ‘malos’”, manifestó.
Cuando el grupo se detuvo en Corrientes para desayunar, Juanita ya no podía levantarse de su asiento. “¿Cómo, al ver a una criatura con síntomas tan extraños, no vas a parar para llevarla a un hospital?”, reclamó Claudia. “Ellos se fueron a desayunar, mientras ella empeoraba, y luego siguieron el camino. Yo estaba desesperada”, agregó, describiendo lo que sentía estando tan lejos de su hija.
A medida que se acercaban a Posadas, la situación de Juanita se volvió crítica. La mujer solicitó que una ambulancia la esperara en la terminal de micros para trasladarla de inmediato al hospital. Sin embargo, su pedido no fue atendido, lo que la obligó a ir personalmente a la empresa de turismo para exigir asistencia. El micro llegó a la terminal al mediodía del martes 8 de octubre, marcando el inicio de una tragedia que ya parecía inevitable.
El encuentro de Juanita con su mamá
“Tenía los ojos rojos, llenos de sangre, y la boca negra. Algo estaba muy mal. Ni siquiera se rió cuando me vió”, recordó Claudia. Enseguida fue trasladada al hospital pediátrico Fernando Barreyro donde llegó en shock. “La llevaron a la guardia de emergencias. Le pusieron litros de suero para que reaccionara, pero tenía la presión bajísima, en 2.9″. “Luego pasó a terapia, y la perdí. Nunca más pudo levantar la presión”, lamentó Claudia, que trabaja en un hospital materno neonatal.
Fueron cuatro días de agonía en terapia intensiva hasta que finalmente falleció el viernes. “Murió de la peor manera”, recordó la mujer con dolor.
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