Maligno Torres y su desconocida conexión con Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn
El campeón olímpico argentino tiene un contacto muy reciente con dos ciudades de Chubut. La historia familiar.
José Augusto “Maligno” Torres, el ciclista de BMX que le dio a la Argentina su primera -y, por ahora, única- medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024, es cordobés y nació, por casualidad, en Bolivia. Sin embargo, tiene una conexión con Chubut. Puntualmente, con las ciudades de Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn.
Esta conexión pasa por su padre que, como él, se llama José, aunque no le dicen Maligno sino Paco.
Durante casi dos años, el mismo trabajo que había llevado a José padre a Santa Cruz de la Sierra, la ciudad boliviana donde nació el Maligno, lo hizo instalarse primero en Madryn y posteriormente en Comodoro, un lugar que dejó hace menos de un año, que recuerda con cariño y al que, a sus 60 años, dice que le gustaría volver.
Desde allí se comunicaba diariamente con su hijo Joselo (porque, para la familia, el apodo del campeón olímpico es ese y no Maligno).
Primero Madryn y después, Comodoro Rivadavia
José Torres es topógrafo y esa profesión lo volvió, inevitablemente, nómade. “Llegué a la Patagonia después de tantísimos años de hacer esto y conocí una zona hermosa, que hasta hace muy poquito estaba disfrutando”, explicó.
Su aventura patagónica terminó de golpe en Comodoro, a fines del año pasado. “Cuando se detuvo la obra pública, yo quedé afuera de la empresa en la que estaba trabajando”, agregó.
Ahora está de regreso en Córdoba, la ciudad del Maligno. “Se frenó en todo el país, así que estoy en mi casa, que la tengo a medio construir, y a la espera de regresar a trabajar”, contó Paco.
Dos años atrás, una oferta de trabajo muy conveniente en lo económico, que le llegó de la constructora chubutense Rigel para trabajar en Puerto Madryn, le hizo descartar otra que tenía en Rosario y lo llevó a la Patagonia por primera vez.
“Llegué, me adapté a la labor, conocí preciosos lugares y, luego de un poquito más de un año, llegué a Comodoro Rivadavia”, relató el padre del campeón.
“Mis mejores fotos son en Madryn, pero a nivel laboral, lo mejor fue en Comodoro”, aseguró Torres. En total pasó un año y ocho meses trabajando para la empresa patagónica.
Mientras Paco estaba en Madryn y luego Comodoro, Maligno competía en Europa y los Estados Unidos.
“Me comunicaba seguido con con él. Le consultaba en qué andaba, lo veía contento, y yo disfrutaba de ese tipo de cosas”, reconoció.
Paco Torres recuerda con una sonrisa a sus ex compañeros, jefes y amgos en el sur argentino. Muchos de ellos, por estos días se comunicaron con él para felicitarlo. “Los mensajes han sido muy honestos”, aseguró, y confirmó que por estos días no para de conversar “con muchos de esos conocidos” con los que compartió un lugar en el que disfrutó mucho.
“Le mando un abrazo grande a cada persona con la que he compartido el trabajo, en la seguridad, en los trabajos, con el viento o el clima”, agregó.
Una vida de aventuras
“Quedan pocos trucos por hacer”, dijo Torres, a sus 60 años y cerca de la jubilación. Pero así y todo, y estando hoy desempleado, explicó que está convencido de que si tuviera una propuesta no dudaría en regresar a Comodoro Rivadavia o Puerto Madryn.
El mismo espíritu aventurero que hoy mantiene y lo hace pensar en volver a la Patagonia fue el que lo llevó a Bolivia cuando todavía era un estudiante que buscaba su lugar en el sector de la construcción.
Por entonces estudiaba Ingeniería. “Era bastante malo”, reconoció, y dijo que en la mitad de la cursada decidió abandonar, "porque no estaba en donde quería".
"Soñaba con irme a Bolivia, nunca entendí el motivo, pero toda aquella zona es algo que me apasiona desde los 13 o 14 años”, relató. “Agarré la mochila, me fui a dedo, por esas cosas terminé en Santa Cruz de la Sierra y tiempo después formé mi familia”, contó.
En Bolivia nacieron sus hijos. José y Amy tienen seis hijos. Los mellizos José -Joselo o Maligno- y Francisco -Francis- son los menores.
Después de un tiempo, en busca de mejores oportunidades, se trasladaron a Córdoba. Ahí, los chicos conocieron el deporte, se subieron a las bicicletas y se volvieron apasionados del BMX.
Francis tuvo que dejar el BMX por una lesión grave. Pero Maligno luchó por su lugar en medio de dificultades que se volvieron alicientes para no bajar los brazos.
"Los mellizos, en este deporte, no pudieron saltear ni un solo escaloncito porque yo no tenía posibilidades”, explicó José. “Comenzaron con una sola bicicleta y muy ordinaria -detalló-. Luego de tres o cuatro años continuaban con una bicicleta muy básica. Durante todos esos tiempos, cualquier repuesto, así se haga fea la bicicleta, era caro, porque todo es importado".
En medio de esa situación, resaltó y valoró que sus hijos fueron dos chicos muy responsables y con muchas agallas.
“Todo fue siempre con mucho sacrificio. José conoce carencias, pero se movió solo con su hermano. Yo trabajaba desde las seis y media de la mañana y regresaba a las 7 y media de la tarde, cuando compartíamos nuestra comida fuerte que era la cena", recordó.
La fama inesperada
Respecto del momento actual, no deja de disfrutarlo ni un momento. “Se vive algo bello, pasamos unos cinco o seis días muy lindos, nos desbordó todo esto. Y, bueno, debido a esta falta de trabajo, mi función últimamente ha sido de la de papá de oro”, comentó con una sonrisa. Eso sí, enseguida aclaró: “Pero se termina pronto yo estoy con ganas de ir por lo mío”.
En cuanto a su hijo José, dijo que “la expectativa es muy linda”. “Creo que se le abrirán miles de oportunidades, y hay que cuidarse, pero él no fue a buscar la exposición”, reflexionó. “A Joselo le toca esto. Pero quiero que lo disfrute mucho, y agradecerle a la vida”, agregó.
Para describir el nivel de exposición en el que empezaron a vivir de golpe, cuenta una anécdota.
“El otro día, en una nota, él me pidió que no dejara de encender el auto para que no se le dañara la batería. Al día siguiente teníamos tres baterías en casa”, contó.
Por un lado está el logro histórico de Maligno, o Joselo, como le dice él, y por otro su vida de entusiasta y trabajador sin trabajo. Paco Torres avisó, un poco en broma: “Mañana mismo inflo la bicicleta y salgo corriendo por ahí, a la calle. Si no, le saco la bicicleta a Maligno y me voy al sur”.
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