Todos tratan de ponerse a cubierto de la decisión de Donald Trump de fortalecer al dólar a nivel global, incrementando aranceles a la importación.
En un día en el que las principales economías del mundo se pusieron a cubierto de la “guerra comercial” que propone el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra sus socios comerciales, la Argentina parece ir en sentido contrario.
Y es que la decisión de Trump de subir aranceles a la importación tiene solo un único resultado: es el incremento de los precios en la primera economía capitalista del mundo. Al subir la inflación, el activo de cobertura es el Bono del Tesoro de los Estados Unidos y eso implica que cae el precio de las materias primas.
La lógica indica que los países tienen que devaluar sus monedas en relación al dólar cuando están en una situación como esta, para así mantener su competitividad. Pero en Argentina se opta por ir en el sentido contrario.
Desde el 1° de febrero, el Banco Central disminuirá el ritmo de devaluación mensual del peso del 2% al 1%. Es lo que se llama carwling peg. Con ello, la moneda nacional tenderá a seguir al dólar y por eso los precios de la oferta exportable de bienes industriales se encarecerán.
Como la Argentina se va a volver aún más cara, es probable que haya más argentinos tratando de viajar al exterior, menos extranjeros tratando de visitar los paisajes naturales en el país y la sensación de los consumidores de tener un mayor poder de compra.
La decisión de reducir el crawling a la mitad de lo que fue el año pasado ya estaba tomada desde hace tiempo por el gobierno. El “shock externo” no altera los planes, tal cual lo anunció el ministro de Economía, Luis Caputo por redes sociales.
Javier Bolzico, el presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) salió en respaldo de Caputo al señalar que “no hay mejor instrumento anticíclico que una sólida política fiscal, basada en un bajo nivel de gasto público”.
Es cierto que a diferencia de otros momentos del país en los que hubo atraso cambiario, como en la convertibilidad, en esta oportunidad hay como respaldo una sólida situación fiscal, lo que hace que Argentina no dependa del crédito externo para mantener su estabilidad. Si no hubiera superávit, es probable que el dólar blue hubiera estallado.
El canal de transmisión de la crisis a la economía argentina proviene de una potencial caída del precio de las materias primas. Cuando el dólar se fortalece en el mundo, entonces el precio de los granos, los minerales y hasta el petróleo caen.
Entonces la Argentina se puede ver enfrentando un escenario en que el con una misma cantidad de granos de la cosecha prevista para la campaña 2024-2025, se obtengan menos dólares.
En palabras del consultor en comercio exterior, Miguel Ponce, existe el riesgo de que “se pierda el superávit comercial” que hubo en 2024, que fue de unos u$s19.000 millones. Ese puede ser el mayor riesgo, en tanto y en cuento la crisis se prolongue.
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