Quién es Cecilia Hermoso González, a quien tildan como otra amante de Alberto Fernández
La ex primera dama acusó al expresidente de haberla engañado con otra mujer, que estaba vinculada al manejo de las redes sociales.
En el marco de la denuncia por violencia de género que Fabiola Yañez presentó contra Alberto Fernández, se conocieron nuevos detalles. Este lunes, la ex primera dama hizo públicos más datos sobre su presentación judicial, en la que acusa a Fernández de engañarla con una de las funcionarias más cercanas a su gestión.
Fabiola Yañez declara que Alberto Fernández la engañó con Cecilia del Milagro Hermoso González, quien fuera la Community Manager (CM) encargada de las redes sociales oficiales del ex presidente. Hermoso González no solo era la responsable de gestionar las cuentas de redes sociales del Gobierno durante la administración de Fernández, sino que también tenía a su cargo la cuenta de Instagram de Dylan, el perro collie que alcanzó fama nacional como la mascota presidencial.
Este escándalo, que combina elementos de la vida personal con la profesional, pone bajo la lupa la relación entre Fernández y Hermoso González, que comenzó en 2017. Según se sabe, la confianza entre ambos era tan grande que Hermoso González era la única persona con acceso directo a la cuenta de Twitter de Fernández, lo que demuestra la cercanía y el rol clave que jugaba en la comunicación digital del entonces presidente.
El papel de Cecilia del Milagro Hermoso González
Las redes sociales de Dylan, el perro de Fernández, también cobraron una relevancia inesperada. Aunque la cuenta de Instagram de Dylan comenzó con publicaciones esporádicas y mayormente inofensivas, con el tiempo se transformó en una plataforma que Fernández utilizaba para comunicarse de manera más informal con el público. En este contexto, la presencia de Hermoso González en la vida tanto personal como profesional de Fernández se hizo más prominente, generando ahora interrogantes sobre los límites de su relación.
El ascenso profesional de Hermoso González en la administración de Fernández no pasó desapercibido. En el Boletín Oficial del 13 de febrero de 2020, se oficializó su nombramiento como Directora General de Comunicación Digital, un puesto de alta responsabilidad que dependía directamente de la Subsecretaría de Comunicación y Prensa de la Presidencia de la Nación. Este cargo le otorgaba a Hermoso González una influencia significativa en la estrategia de comunicación del Gobierno, lo que refuerza la idea de su cercanía y confianza con el ex presidente.
El contrato de Hermoso González, inicialmente previsto para durar 180 días, fue prorrogado en varias ocasiones, extendiéndose hasta el final de la administración Fernández-Kirchner. La última prórroga de su contrato fue firmada por Gabriela Cerruti, la portavoz presidencial, quien en estos días mantiene un perfil bajo, posiblemente debido a la naturaleza delicada de las acusaciones que ahora enfrentan tanto Fernández como Hermoso González.
El escándalo político
La trayectoria de Hermoso González en el ámbito de la comunicación no se limita a su trabajo con Fernández. En abril de 2012, fundó una sociedad de responsabilidad limitada que operaba como productora audiovisual, lo que demuestra su experiencia y habilidades en el manejo de medios y estrategias de comunicación. Este historial profesional podría haber sido un factor clave para su elección como la encargada de gestionar la imagen pública de Fernández y su gobierno.
Sin embargo, la carrera de Hermoso González no terminó con la salida de Fernández de la presidencia. Según informes recientes, ella sigue trabajando en la órbita del ex presidente y extendió sus servicios a la gobernación de Axel Kicillof, otro líder prominente dentro del espacio político del Frente de Todos. Esta continuidad profesional sugiere que Hermoso González mantiene una red de contactos e influencia significativa.
El escándalo de la supuesta infidelidad de Fernández con Hermoso González capturó la atención mediática, no solo por las implicaciones personales para las figuras involucradas, sino también por lo que revela sobre la dinámica interna de la administración Fernández. La línea entre lo profesional y lo personal parece desdibujarse, lo que plantea preguntas sobre la ética y la transparencia en el manejo de las comunicaciones gubernamentales.
En este contexto, la denuncia de Fabiola Yañez adquiere una dimensión que va más allá de la acusación de violencia de género. Se convierte en un reflejo de las complejidades y tensiones que caracterizaron la administración de Fernández, donde las relaciones personales y profesionales se entrelazaron de maneras que ahora salen a la luz pública con consecuencias potencialmente devastadoras para todos los involucrados.
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