Vivía en Comodoro Rivadavia, casado y con una hija: fue a perpetua porque había matado a su pareja anterior
Lo condenaron por femicidio, a 10 años del crimen. Estuvo prófugo hasta hace seis meses.
El Tribunal en lo Criminal N° 1 de La Matanza, Provincia de Buenos Aires condenó a prisión perpetua a José Antonio Castellanos por el femicidio de su pareja, Sabrina González. El crimen ocurrió 10 años atrás pero Castellanos recién pudo ser juzgado ahora porque estuvo prófugo hasta que lo atraparon hace seis meses en Comodoro Rivadavia, Chubut.
González tenía 36 años y tres hijos. Fue asesinada el 3 de noviembre de 2014. Se encontraba en la casa de su suegro, que estaba de vacaciones, en la localidad de Virrey del Pino, del partido de La Matanza.
Su cuñada la encontró muerta, apuñalada y llena de golpes y, a su lado, el puñal utilizado para matarla. Poco antes, él le había contagiado el VIH que portaba y que no le había revelado.
Castellanos era su pareja desde hacía ocho meses. Según determinó la investigación y se dio por probado en el juicio, mató a Sabrina de una puñalada en la espalda y huyó con rumbo desconocido.
Desde entonces era buscado por la Policía. En mayo de este año, cuando fue capturado en Chubut y afrontó el juicio oral, imputado por “homicidio calificado por el vínculo”, que concluyó en la condena a prisión perpetua.
Un vecino más de Comodoro Rivadavia
En la ciudad patagónica, Castellanos había iniciado una nueva vida. Estaba en pareja con otra mujer y en 2022 tuvo una hija con ella.
Tal vez pensaba que era posible haber dejado atrás para siempre su otra vida, en la que había cometido un crimen. Pero alguien lo reconoció. Tras una denuncia anónima, la Policía de Chubut logró su detención en Comodoro Rivadavia.
La Justicia aceleró los tiempos para evitar que el caso se tiñera para siempre con la sombra de la impunidad. Este lunes, Castellanos se sentó en el banquillo de los acusados para ser juzgado por el crimen y cinco días después fue condenado a pasar el resto de su vida tras las rejas.
“Las pruebas eran contundentes y todos los testimonios coincidieron. Mis hermanos, amigas de mi mamá, vecinos, el policía que lo detuvo en Chubut. Del lado del femicida hablaron la hermana y su nueva esposa. La realidad es que lo hundieron, más que favorecerlo”, consideró Daira Sayavedra, hija de Sabrina que, durante 10 años, nunca dejó de buscar al asesino de su madre.
“La verdadera justicia habría sido que mi mamá estuviese viva ahora, pero tuvimos a un asesino libre todos estos años. Pasamos por situaciones muy duras desde que la mataron. Y nunca pude hacer el duelo. La sentencia es aliviadora”, dijo también Daira.
Apuñalada y molida a golpes
Sabrina González tenía 36 años cuando fue asesinada en la casa de su suegro en Virrey del Pino. Allí la encontró su cuñada, el 5 de noviembre de 2014.
El 5 de noviembre de 2014, la hermana de José Castellanos fue a la casa de su padre. Tenía la tarea de custodiarla mientras su papá estaba afuera, de vacaciones. Al llegar,le llamó la atención que la puerta estuviera cerrada con un candado. Se acercó a una ventana trasera y desde allí vio a Sabrina tendida en el suelo, desangrada.
Junto a ella estaba el cuchillo con el cual la habían apuñalado en la espalda. En el puñal, las huellas de Castellanos.
Según concluyeron los investigadores, él citó a Sabrina en la casa después de que ella le dijo que quería terminar la relación, teñida de varios episodios de violencia de género.
“Además de la puñalada, mi mamá tenía fracturas en la cabeza, tres costillas rotas, contusiones en los ojos y signos de asfixia”, mencionó Dira.
“Ella quiso separarse cuando se enteró de que él le había contagiado el virus VIH -agregó-. Nunca le había mencionado que era portador. Él no soportó la decisión de mi mamá y la mató”.
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