La errante vida de Soto, "el asesino zarpado" que no pudo ni con su propia muerte
Pablo “Pote” Soto tiene un denso historial criminal. Participó de hechos de mucha repercusión en el hampa. Abandono, amor y traición las claves de su furia.
Pablo Alberto Soto, alias Pote o como se lo bautizó recientemente, “asesino zarpado”, tiene un denso historial criminal que inicia en su adolescencia en el oeste neuquino donde se va a cruzar con una serie de personajes más que conocidos del hampa local.
El Chula, la Chilena, don Chicho, el Carita de Nena, el Bolita, el Topito, la Marilyn y Satanás. Todos están fuera de circulación y la mayoría muerto.
Sus sórdidas andanzas por afuera de la ley lo vincularon al doble crimen de una pareja narco del Melipal, la entrega del Topito en el Z1 y el dolor por el crimen de Marilyn, en el San Lorenzo, lo condujo a la locura y en la desesperación se terminó pegando un tiro en la cabeza, pero no murió.
Oficialmente, nació el 2 de noviembre, día de los muertos, será por eso que la Parca no lo reclama todavía, pero le dejó una chapa de metal en la cabeza que le recuerda que está en tiempo extra por lo que el Pote siempre juega al límite.
Algunos dicen: “ni la Huesuda lo quiere”. Para otros, lo que lo espera del otro lado no es mucho mejor que lo que tiene, una celda y varios años de condena entre tipos pesados que le quitan el sueño a cualquiera.
Abandono y delito
La de Soto es una vida arrasada, literalmente, desde la mismísima cuna. “La madre y el padre lo abandonaron y lo terminaron criando unos tíos. De hecho, lleva el apellido de ellos”, confió un viejo pesquisa mientras que una fuente judicial agregó que “fue complicada su crianza y encima su tío padecía de una gordura mórbida que le impedía hacer un montón de cosas”.
En la calle, estaba la verdadera vida para el Pote. Como la mayoría de los pibes de esos años, crecieron bajo el ala de los Campos Correa, entre los tiros de los Champú y los Santana y escuchando las hazañas de Espiasse. Si de esa ecuación se quiere sacar algo en claro, es que la mayoría de los pibes que se zarparon, hoy están muertos.
El Pote de adolescente le agarró el gusto a las motos y a eso de “andar enfierrado”, en lo simbólico delictual y barrial esa condición le daba una cuota de prestigio entre sus pares. Fue así como se fue sumergiendo en el mundo del delito.
El doble crimen
Esta es una de las primeras experiencias que buscó tener Soto para hacer pata ancha entre sus pares. El doble crimen ocurrió el 31 de marzo de 2010 por orden de don Chicho, un pesado del oeste que estaba vinculada al mundillo del narcomenudeo. Si bien en lo legal no se pudo demostrar, en el ambiente quedó más que claro que fue una orden emanada por Chicho.
Para este trabajo se convocó a Carita de Nena, un rubio carilindo y bueno para los fierros. El Pote se sumó para armar un tándem perfecto para perpetrar el ataque en moto.
La dirección era manzana C, casa 6, sobre la calle Pérez Novella casi esquina El Jarilla, en el barrio Melipal.
Allí vivía el Chula Miguel Ángel Ríos, de 42 años, y la chilena Ester Sepúlveda Ramos, de 33 años. Ambos habían incursionado en la venta de drogas, marihuana en ese entonces.
No se sabe si rompieron un código invadiendo territorio o tenían deudas con don Chicho, lo que sí se sabe es que Carita de Nena, en plena calle, cruzó un par de palabras con la pareja narco y después abrió fuego.
Todo fue breve, la charla y el acribillamiento. La chilena fue la primera en ser herida y morir. El proyectil le atravesó su brazo izquierdo, ingresó nuevamente por la axila y el plomo se alojó en su corazón. Tenías dos hijos que no vivían con ella.
El Chula quiso correr, pero recibió tres tiros por la espalda. El primero le perforó el tórax a la altura del esternón, el segundo le fracturó la rodilla izquierda y el último le rompió el fémur de la pierna derecha. Ríos murió desangrado mirando el cadáver de Sepúlveda.
En la escena del crimen se encontraron ocho vainas servidas calibre 1125, pero se pudo establecer con certeza el destino de siete de los proyectiles. Cuatro fueron los utilizados para ultimar a la pareja, hubo dos que perforaron la puerta de la casa y uno que impactó en la pared del costado de la vivienda.
Cuando acabaron las detonaciones, el Pote, que manejaba la moto, supo que había que acelerar y escaparon. Siempre se lo vinculó, pero como era menor nunca se avanzó demasiado y, además, Carita de Nena fue detenido y condenado.
Como eran todos personajes de avería, el caso no tuvo mucha repercusión y menos aún seguimiento.
Con el Topito la jugó de Judas
El 27 de junio de 2011 a las 17:15, Darío “Topito” Barrionuevo murió acribillado a tiros en una calle de tierra del barrio Z1. Hasta el último minuto la jugó de pesado.
El Topito se crio en el oeste bajo el ala los Campos Correa. De los 13 a los 17 su vida era adrenalina y vértigo. Manejaba armas y las usaba, consumió drogas, concretó aprietes, robos y anduvo a las corridas.
Por esos años todo se había acelerado y decidió tener su propia banda en el San Lorenzo Norte: Cané, su segundo al mando (ya muerto), el Enano, Jeta, Pluto y Seba. Su archirrival era la banda del Satanás Garrido cuyas huestes la integraban Godines, Sapito, Peque, Facha y Mostaza. Eran todos pibes con pretensiones de forajidos y pesados.
Seis meses antes de su muerte, el Topito había ingresado a la guardia del hospital Heller con una herida de bala en el cuello y otra en un omóplato. A partir de este episodio el Topito consiguió un chaleco antibalas que se ponía cada vez que pisaba la calle.
En esos tiempos, el Pote se arrimó mucho al Topito que estaba muy solo. Ya se había alejado de los Campos Correa que le soltaron la mano por romper los códigos en el barrio. A esto se sumó que el Bolita Alvear, integrante de la banda Los Champú lo quería ajustar
Soto que siempre supo cuándo virar, la jugó de Judas y arregló con el Bolita.
Ese 27 de junio, el Topito tenía una moto 125cc robada que necesita sacarse de encima para hacerse de unos billetes y algo de droga.
Soto y el Bolita arreglaron que fuera en el Z1, el dato que obtuvo el Topito es que ahí era el intercambio. Estaba tan pasado que salió sin el chaleco y lo acompañó el Pote.
Al llegar al lugar, el Pote se borró y el Topito fue cercado por un Renault 12 que surgió de la nada con cuatro integrantes. Le ejecutaron doce tiros en las piernas para lo que utilizaron dos pistolas Bersa Thunder, una cromada y la otra negra, que tenían municiones teflonadas para evitar dejar estrías en los proyectiles y así reducir lo más posible la identificación del arma.
Desde el suelo y malherido, el Topito levantó la cabeza, respiró lo suficiente y lanzó la frase que lo condenaría a muerte: “Dispará como hombre, puto”. Se acercaron dos de los cuatro agresores, le apuntaron al pecho y le descargaron tres proyectiles más. Murió una hora y cuarto después en el hospital Horacio Heller.
Pedro Mariqueo y Sergio Aravena fueron condenados por el crimen. El Bolita y un tal Castro fue absueltos. Al Pote ni se lo siguió en esta causa, solo se sabe que fue el entregador.
Marilyn, Satanás y un fallido suicidio
Marilyn tenía 18 años y vivía en el barrio San Lorenzo. Era conocida porque sabía marcarles la cancha a los pibes bravos y supo salir con ellos. El Topito había sido, el Pote y Satanás fueron y eran sus amigos y algo más por temporada.
El Pote estaba muy enamorado de ella, pero lo interesante del amor es que no siempre es correspondido y cuando lo es, puede que no lo sea en los términos que uno pretende. Algo de esto le pasó a Soto con Marilyn.
Lo cierto es que la madrugada del 13 de marzo de 2012, Marilyn estaba en su casa, en el sector de Las Plateas del barrio San Lorenzo y cayó Garrido. Ella le dijo que no quería saber más nada con él, poniendo punto final a la relación.
Satanás no quiso saber nada con la ruptura, pero como Marilyn estaba firme, el joven la amenazó con una pistola apuntando a su cabeza y vociferando los motivos de porqué a él no lo iba a dejar. En medio de ese acto le descerrajó un tiro en la frente.
La joven murió desangrada en medio de un raid para llegar al hospital Heller. La Policía al llegar a la casa la subió al móvil y a las siete cuadras apareció la ambulancia y la traspasaron. Lo cierto es que murió.
A Satanás finalmente lo atraparon y condenaron a once años de prisión.
Quien no pudo digerir la muerte de Marilyn fue el Pote Soto que lloró, se drogó para evadirse, pero el dolor le era tan insoportable que se metió un tiro en la cabeza.
La Parca le negó sus servicios por lo que quedó agonizante y sobrevivió. La reconstrucción del cráneo incluyó la colocación de una placa de metal que le quedó como souvenir de su fallido intento.
La última fuga
Su vida delincuencial continuó, tuvo una caída importante en Mar del Plata y otra más en Neuquén donde finalmente terminó tras las rejas con una condena unificada de 12 años por encubrimiento, de 2019, y robo con armas, de 2023.
Ni tras las rejas Soto supo cómo sosegar su espíritu. Abandono, amor y traición, es una triada indispensable para entender su vida marginal.
Cuando el 1 de septiembre pasado su pareja lo llamó a la cárcel U22 de Cutral Co y le anunció que lo abandonaba, la psiquis del Pote no soportó más el padecer una vida de abandonos, pérdidas y sin nadie que lo quiera.
Antes de cortar, juró que se iba a fugar para matarla. Ese mismo día, escapó tras saltar un muro y cortar dos alambrados perimetrales.
Luego le mandó un video a la ex donde le mostraba que estaba en la calle y le anunció en solo quince segundos: “Vos bardeaste conmigo, ahora yo voy a bardear con todos. Vos te hacías la viva con Brandon. Vos te hacías la viva, vos y el Beto, y tus papás se cagaban de la risa. Vos te pensabas que yo era pura boca, ahora vas a ver que no soy pura boca. Zarpado asesino soy yo boluda. No te imaginás con quién te metiste. Ahora lo vas a ver”, concluyó.
A partir de ese audio se lo pasó a apodar “zarpado asesino”.
Un minucioso trabajo de investigación debió realizar la fiscalía de Violencia de Género en conjunto con el departamento de Delitos de la Policía para detener a Pablo Soto.
Cayó tras 47 días en fuga. Se hamacaba por distintos aguantaderos en Cinco Saltos y laburaba para una narco de la zona.
Tras ser acusado por amenazas y evasión, volvió tras las rejas, lo que no significa que su historia haya terminado.
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