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Un violento, adicto a las drogas, lo tuvo cautivo en su casa

Un joven vivió una pesadilla en el Almirante Brown. El agresor lo metió a su casa de prepo, lo amenazó, le robó y quemó sus pertenencias.

Un joven del barrio Almirante Brown vivió minutos de terror cuando fue raptado y golpeado por un delincuente adicto. El hecho ocurrió el martes y movilizó a varias unidades policiales. El agresor no fue detenido y solo se lo notificó de la apertura de una investigación en su contra.

“Es un vecino del barrio, que siempre me invitaba a pasar a su casa. Yo le decía que sí, que después pasaba”, explicó Ezequiel, de 22 años.

Sin embargo, el joven nunca pensó que el autor de las invitaciones podía agredirlo o, como sucedió días atrás, amarrarlo y obligarlo a entrar a su vivienda. “Me empujó y empezó a darme golpes, me pateaba”, relató Ezequiel con relación al ataque inicial.

La víctima advirtió que el agresor se encontraba fuera de sí y buscó dialogar con él, pero fue imposible. “Quería que le preste el celular para entrar a Facebook y comprar droga”, apuntó. En estas circunstancias, Ezequiel le indicó que no tenía crédito y fue casi una salvación para él porque el delincuente le dijo que fuera a cargar el teléfono, que él le daba plata.

El joven pudo abandonar el domicilio y, sin dudar, llamó primero a su novia. A partir de ahí, se alertó a la Policía y un importante número de agentes confluyeron en el lugar, situado sobre calle Villegas. En tanto, el delincuente, impunemente, siguió amenazando a los gritos a Ezequiel y le quemó una mochila que había quedado en la casa. “Nos amenazó de muerte a todos”, recalcó el joven.

Como sucede en otras oportunidades, la Policía se vio obligada a esperar una orden judicial para registrar el domicilio del atacante y comprobó que había quemado la mochila de la víctima.

Ezequiel estima que permaneció privado de su libertad por casi 40 minutos y confesó: “Pensé que no iba a salir con vida”.

El joven vive a escasa distancia del delincuente y, por ahora, la única garantía de protección son unos rondines policiales.

Tanto Ezequiel como su mamá, que viven en el mismo barrio del delincuente, tienen mucho miedo y no pueden casi salir a la calle. Al igual que otros vecinos amedrentados por esta persona, adicta a las drogas, esperan una respuesta de la Justicia local y otras autoridades como las encargadas de Salud Mental.

“No puedo vivir tranquilo, me despierto asustado, pienso en mi mamá que vive sola”, resaltó el joven que permaneció raptado por casi una hora en la casa del hombre.

De acuerdo con lo que le informaron a la víctima, recién en febrero y tras la feria de verano, la fiscalía local avanzará con la formulación de cargos en contra del hombre por delitos como privación ilegítima de la libertad, amenazas de muerte y lesiones. Sin embargo, en lo que resta de enero, Ezequiel y su familia solo tienen la garantía de un relevamiento policial a lo largo del día.

El joven agredido puntualizó que su pedido de ayuda va más allá de su familia y que el atacante representa un enorme peligro para el conjunto de la comunidad. “Si lo dejan suelto, puede pasar una desgracia”, sentenció.

Mientras tanto, el joven describió que tienen que dar grandes rodeos en el barrio para evitar pasar por el domicilio de su agresor.

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