Inédito: una plantación de alcauciles en Cipolletti
En una chacra de Ferri, al norte de Cipolletti, una producción de media hectárea se transformó en la primera a esta escala en la región.
Es el sueño del pibe dejar de peregrinar por verdulerías, comprar alcauciles carísimos, con varios días de viaje y no en las mejores condiciones. Para la zona es un hecho inédito, teniendo en cuenta que es poco común que esta hortaliza tan increíble crezca por estos wines.
La maravilla es absolutamente responsabilidad de Gustavo Liss, ingeniero agrónomo y productor frutihortícola, que desde su emprendimiento “Duendes Del Valle” en Ferri, al norte de la ciudad de Cipolletti, vió nacer la primera cosecha de alcauciles que sobrepasaron sus expectativas.
“Yo soy productor de uvas de mesa. Mi chacra tiene 30 años y alguna vez probé con kiwis. Con el paso del tiempo alguien me comentó que los alcauciles se daban muy bien y quizás debería probar. Tuve algunas facilidades para poder adquirir los híbridos, las semillas y poner a andar este proyecto. Nunca me imaginé que iba a dar tanto”, cuenta Gustavo entre las diferentes plantas de alcachofas.
La temporada está llegando a su fin, algunos alcauciles que salieron primero ya están transformados en flor, una de las flores más bellas, similar a la del cardo.
Aún quedan algunos en las plantas para consumir, inclusive de un tamaño grande, carnosos y firmes. Para los interesados comunicarse al: 299 581 8504.
No deja de ser una sorpresa y un beneficio para el mercado regional. En Argentina las variedades que más se produce son Romanesco, conocido vulgarmente como el Francés, Ñato, conocido también como Ñato criollo o Violeta; y Blanco o Blanco San Juan, entre otros.
Las variedades que produce Gustavo son híbridos llamados Opera y Artemisa, morados, y madrigal blanco.
La siembra o implante del alcaucil puede ser en otoño o primavera y la cosecha arranca entre los meses de mayo y junio para los alcauciles de primicia y se extiende hasta octubre y noviembre.
Origen
El alcaucil es originario del norte de África, algunos apuntan al antiguo Egipto, luego aparece en Europa en el siglo IX introducido por el Mediterráneo occidental, llegando a Italia, España y Francia.
Nuestro país está dentro del grupo selecto de productores del mundo, pero no así de consumo. El cultivo de alcaucil en Argentina arrancó a finales de 1800 con la llegada de mucha inmigracion italiana, quienes con sus costumbres y técnicas activaron los primeros cultivos y fueron adaptando las prácticas a las condiciones climáticas y de suelo.
Las áreas de mayor producción en el país están concentradas en los alrededores de La Plata (Provincia de Buenos Aires), Rosario (Santa Fe) y Cuyo (que comprende las provincias de Mendoza y San Juan).
¿Cuándo conviene consumir alcauciles?
Para consumirlos frescos, debe ser en temporada.
La temporada de alcauciles se divide principalmente en dos estaciones: primavera y otoño, dependiendo del territorio en el que se cultivan. En esta etapa son ideales para consumir, ya que cuentan con un buen tamaño, con un corazón grande, con bastante carne y un sabor delicioso que no resulta amargo.
Tips para elegir los alcauciles
Una de las señales para saber si un alcaucil es fresco es el estado de sus hojas y su tacto, de modo que debemos buscar aquellos que estén apretados y duros, y que el tallo sea firme. Por eso, es necesario palparlos y elegir los que no tengan las hojas separadas ni estén blandos.
La apariencia de los alcauciles también influirá en su elección, por lo que es necesario elegir vegetales de color verde brillante y sin manchas negras o marrones.
En cuanto al tamaño, es recomendable optar por alcauciles pequeños o medianos, ya que los de mayor tamaño pueden resultar algo duros. Aun así, hay que asegurarse que tengan un peso apropiado, señal que tienen carne.
Para comprobar la frescura de los alcauciles, se puede emplear otro truco: doblar una hoja exterior. En caso que se rompa fácilmente, será señal que está fresco, mientras que si se dobla y vuelve al sitio, indicará que no lo está.
¿Cómo consumirlos?
Los alcauciles tienen infinitas formas de cocción y preparación. Algunas de ellas son:
hervidas, al vapor, en conserva, en escabeche, rellenas o en preparaciones como croquetas, tortillas, tartas, en picadas o mezclado con otros alimentos.
Normalmente, antes de cocinar los alcauciles es necesario limpiarlos y pelarlos correctamente para eliminar las partes que no resultan comestibles o que son muy duras. Lo primero que hay que hacer para limpiar los alcauciles será cortar el rabo o tallo con la ayuda de un cuchillo. Se puede conservar la parte más cercana al alcaucil. Si se desea conservar todo el tallo, se puede pelar y quitar la parte exterior.
El siguiente paso consiste en quitar las hojas exteriores con la mano para retirar las hojas más duras y de color verde más intenso. Si es necesario, se puede hacer con un cuchillo.
Por último, para limpiar los alcauciles, se debe cortar también la parte superior, es decir, quitar las puntas de las hojas.
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