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Neuquén: Una vieja foto cuenta la historia del Jardín Conejito

Fue tomada en la década del 60, a pocos años de su inauguración. Cómo se veía la ciudad en ese entonces y cuáles son los cambios que se aprecian en esta postal.

Siempre que aparecen fotos viejas de la ciudad de Neuquén despiertan la nostalgia y los recuerdos por lugares y momentos que ocurrieron y que forman parte de la identidad cultural que tienen los pueblos. El Jardín José María Brentana, popularmente conocido como “Jardín Conejito”, es un ícono de Neuquén capital, porque a lo largo de seis décadas pasaron por sus aulas miles de chicos que se iniciaron en el maravilloso mundo del conocimiento.

En las redes sociales abundan las postales de todas las épocas de aquel Jardín, pero hay una que es muy llamativa porque permite ubicarnos inmediatamente en el año que fue tomada. La imagen fue publicada por el Museo Paraje Confluencia, aunque apareció en perfiles de muchos usuarios. Se trata de un grupo de alumnos de distintas edades que va cruzando la calle con el edificio del jardín como fondo. A la izquierda circula un Siam Di Tella y a la derecha está estacionado un Fiat 1500, dos vehículos populares de la década del 60, época en la que se ubica la foto.

La postal descolorida también permite apreciar la escasa vegetación urbana que había entonces. Los eucaliptus de la Diagonal Alvear no tenían las enormes dimensiones que tienen en la actualidad, aunque ya en esos años regalaban sombra en los veranos agobiantes. Sobre la vereda de la calle Yrigoyen hay un puñado de árboles que no deben tener más de tres o cuatro años. También se puede apreciar el espacio donde funcionaba el patio de los recreos y actividades para los alumnos.

El tallado del conejo de la fachada fue obra del artista Emilio Saraco (de allí es que se lo conoce como Jardín Conejito).

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Otra postal del Jardín Conejito, de 1969.

Otra postal del Jardín Conejito, de 1969.

La historia de este jardín se remonta al trabajo que tuvo la Cooperadora Conrado Villegas, una asociación de padres que nació en 1927 y trabajaba para alimentar a cientos de niños que concurrían a la Escuela N°2. La sede de la cooperadora estaba sobre la calle Yrigoyen, a pocos metros del jardín.

En aquella época y a instancias del doctor Eduardo Castro Rendón, en el lugar se servían copas de leche para que los chicos estuvieran alimentados. Fue una de las primeras medidas que se tomaron en materia educativa después de que el médico recién llegado de Buenos Aires al territorio de Neuquén recorriera las escuelas y notara que muchos alumnos se dormían en los pupitres porque estaban desnutridos.

Castro Rendón mandó a comprar cuatro vacas que los presos de la cárcel ordeñaban. Luego, la leche era repartida en la comunidad educativa y se servía en el comedor de la cooperadora. Lo que quedaba alimentaba también a la población carcelaria. A esas primeras vacas se le sumaron otras que pastaban en distintos lugares del pueblo, como la Plaza Roca. A la leche luego se le sumaron raciones de carne. Con más alimento habría mejor enseñanza.

Así comenzó a crecer la institución, con el esfuerzo de muchas personas que se fueron sumando para tratar de colaborar con la educación de la provincia.

A principios de los años 50, la cooperadora comenzó la construcción de un jardín de infantes que, después de muchas idas y vueltas, finalizó en 1962. Era el Jardín de Infantes José María Brentana (O Conejito).

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El Jardín Conejito y el cambio de su entorno

Pasaron seis décadas desde que se tomó esta fotografía y en la actualidad la zona donde está el edificio cambió con el avance de la urbanización y el crecimiento que tuvo la ciudad de Neuquén.

Hoy es una parte del microcentro capitalino donde el ritmo es frenético y el tránsito suele ser caótico en los horarios pico cuando circulan miles de personas y vehículos. En los alrededores hay una gran cantidad de edificios altos que tienen departamentos y oficinas, acompañados por decenas de comercios que le dan vida a todo el lugar.

Los eucaliptos están gigantes, los árboles de la vereda ya no son una promesa de sombra y los autos que se ven son muy distintos a los de la vieja fotografía.

Lo único que se mantiene es el edificio del jardín. Y la alegría de miles de chicos que siguen su primera experiencia educativa, igual que lo hacían hace 60 años.

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