Rolando Figueroa, el presupuesto y una oportunidad que no puede dejar pasar
Como nunca, la provincia está en condiciones de saldar la deuda social y los problemas de infraestructura que se vienen arrastrando desde hace años.
El presupuesto 2025 que Rolando Figueroa presentó en la Legislatura representa una oportunidad única para la provincia de dejar atrás la deuda social que se viene arrastrando desde hace décadas, con gobiernos que no han sabido compatibilizar el aumento de recursos con una distribución más justa y equitativa de la riqueza.
Y esto se basa en que no hay registro en la historia cercana, y quizá no lo haya en toda la historia de Neuquén, que un proyecto de ley donde se establecen las pautas económicas de todo el ejercicio que viene contenga, además de superávit, todos los gastos que se van a hacer en materia salarial, con aumentos incluidos, productos de los acuerdos paritarios.
Se sabe, además, que en este tipo de cálculos se subestiman los ingresos. Es decir, Figueroa tendrá un superávit por arriba del estimado en el presupuesto, apalancado fundamentalmente por los ingresos propios, surgidos del cobro de impuestos locales (Ingresos Brutos, Sellos e Inmobiliario) sobre los que se calculan recibir el año que viene 1,7 billones de pesos.
Y de las regalías de gas y petróleo, que dejarán en las arcas neuquinas otros 2,4 billones, consolidándose como la principal fuente de ingresos.
Todo ello pese a que la tercera pata en cuanto a la percepción de recursos (la coparticipación federal, por la que se estiman recibir 746.000 millones) aporte cada vez menos.
Lo social y la infraestructura
La oportunidad histórica que tiene Figueroa se basa en estos números del presupuesto y en cualquier índice que se observe: consumo, construcción, empleo o venta de vehículos cero kilómetro. Neuquén lidera todos los ranking de actividad económica, pese a estar inmersa en un contexto nacional adverso. Es casi un oasis en medio del desierto.
Pero Neuquén también tiene una deuda social enorme: 40,4% de pobres. Bastante menos que a nivel país (casi 53%), aunque sigue siendo mucho para una provincia que se nutre de las bondades de Vaca Muerta.
Y esto se ata a la otra gran deuda, reconocida por el propio Figueroa: la infraestructura, calculada en un déficit de alrededor de 4.000 millones dólares, que se traduce en deficiencias en servicios (muchos sectores de la población no cuentan con gas de red), rutas y falencias en áreas sensibles como Salud y Educación.
Se destinarán el año que viene para esto unos 900.000 millones de pesos, además de la toma de créditos internacionales para financiar proyectos.
Figueroa llega a estos números del presupuesto 2025 no sólo por el aumento registrado en los ingresos sino también por un reordenamiento que hizo puertas adentro del Estado, que comenzó durante la larga transición desde abril a diciembre del año pasado y que se continuó, con medidas concretas, en los 10 meses que lleva de gestión.
Sembró el terreno y las condiciones están dadas. Faltará saber administrar hacia adelante y concretar los proyectos en marcha, ya que una de las críticas que se deslizan sobre la administración provincial es la demora respecto de la implementación de algunas acciones.
En ese camino, quizá, se explique la necesidad del mentado ministerio de Planificación, que cuenta desde hace un mes con la ley que lo creó pero que aún no fue puesto en funciones.
En definitiva, hay que poner primera y arrancar.
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