El sabor del Semillón ofrece aromas complejos, aunque no demostrativos. Va de la manzanilla a la manzana verde suave, de las flores blancas a la miel.
En el campo de los vinos blancos los consumidores reconocen un puñado de variedades. Si hacemos un primer ejercicio honesto y nombramos las tres que primero nos vienen a la cabeza, lo más probable es que sean Chardonnay, Sauvignon Blanc y Torrontés. Sin embargo, entre las estrellas de los vinos blancos argentinos el Semillón tiene sobrado mérito para estar en ese trío. Aunque no se viene primero a la cabeza.
Hay razones para ello. La más importante es que en los últimos años pocas bodegas lo han llevado al frente en sus etiquetas, mientras que en el pasado a nadie se le ocurría decir con qué uvas hacía sus vinos. De modo que cuando los varietales empezaron a campear en la góndola, el Semillón había perdido buena parte de la superficie que supo tener. Hoy son unas 578 hectáreas (2022), de las que prácticamente todas son de viñas viejas. Pocos lo plantan.
Pero en la medida en que el Semillón se fue desapareciendo del viñedo, un puñado de productores comenzó a ponerlo en la escena. Es casi un golpe fatídico del destino: tener que perder relevancia para que empiece a llamar la atención. Lo mismo pasa con las especies en riesgo de extinción. Pero con el Semillón paso otra cosa, además de las ganas de salvarlo del olvido.
Sabor de Semillón
La variedad tiene una rara cualidad: tiene carácter sin ser demostrativa. Eso se nota más por contraste. Si el Torrontés, por ejemplo, ofrece plumas de vedette y el Chardonnay es más bien un traje elegante, el Semillón hace gala de un carácter más bien tímido y con matices. Por un lado, ofrece aromas complejos, aunque no demostrativos –va de la manzanilla a la manzana verde suave, de las flores blancas a la miel–, mientras que el paladar perfila un punto medio entre el volumen del Sauvignon Blanc y la sencillez del Torrontés.
Por otro, en medio de esa indefinición ostenta una gran virtud: tiene balance y un paladar transparente con la elaboración. Así, algunos productores lo elaboran con crianzas en maderas largas, a fin de afianzar el carácter aromático y oxidarlo completo para evitar futuros caídas, mientras que otros lo cosechan un poquito verde, para subrayar el tono de los aromas de resina y lo protegen todo cuanto pueden.
De modo que la góndola pivotea entre esos dos grandes grupos, aunque algunos pocos le suman la pimienta de alguna crianza biológica. El asunto con el Semillón es que todos esos matices de los que hace gala aparecen cuando las plantas son añosas. Por eso hoy se da la conjunción astral entre querer salvarlo y las viñas antiguas para hacerlo. La combinación da un blanco que destaca y enamora.
Cuáles probar
Entre los que ofrecen un estilo más fresco, joven y ligeramente resinoso, destacan Polígonos de Tupungato 2022, Nieto Senetiner Patrimonial 2023, Lopez 2023, Miras Joven 2022 y Humberto Canale Old Vineyard 2024. En menor medida, pero sin romper esa regla, Mendel 2022, que suma un poco más de matices de crianza, pero siempre del lado de la fruta, al igual que El Enemigo 2021, Norton Altura 2021 y Zaha 2022.
Con declaradas crianzas, de forma que el roble es parte central del sabor, le engrosa el paladar y les da una textura más aterciopleada aunque no por ello resignan los matices, Finca Los Membrillos Semillón 2020, Certezas 2022, Gran Tomero Semillón 2022, Teho 2022, Corazón de Sol Semillón 2022, Callejón del Crimen 2022, Fin del Mundo Single Vineyard 2022.
Raras avis en el panorama Semillón son Riccitelli Old Vines 2023, que pivotea entre el primer y el segundo grupo, pero con notable profundidad de matices, y A Lisa 2019 por los mismos motivos.
Como se ve, al menos hay una veintena de Semillón que valen la pena probar. Si a ellos le sumamos algunos de los viejos vinos que se consiguen a cuenta gotas, como Norton 1959 y Lagarde 1942, los dos en un punto de evolución divino, el panorama de la variedad ofrece mucho más que un puñado de buenas oportunidades como para ocupar el top of mind de los bebedores.
El pasado
Durante el siglo XX el Semillón fue el corazón de todos los blancos argentinos. Por eso en cavas antiguas o colecciones de familia es dable encontrar algún blanco que resistió el paso del tiempo. Esa es la magia del Semillón. Entre las botella que se pueden comprar en el mercado, Norton 1959 es una joyita que está disponible en la cava privada de la compañía para ocasiones muy especiales.
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