Aquella tarde de 2014, un conductor murió en un choque en cadena en medio de una nube de polvo, y un chico de 16 años fue baleado por cazadores en Playa Unión.
Dos tragedias marcaron para siempre la memoria de Rawson y Playa Unión el 9 de diciembre de 2014, cuando en medio de un temporal de viento y en apenas un par de hora, un accidente en cadena en la doble vía que conecta la capital de Chubut y la villa banlearia y la muerte de un ciclista por un disparo conmocionaron a los habitantes de la zona.
A las tres y media de la tarde, el choque múltiple en el que se vieron involucrados siete vehículos dejó como saldo la muerte de Héctor Omar Moraga, de 50 años e integrante de una conocida familia local.
Moraga conducía un auto que impactó contra el bus de transporte urbano en el momento que una "nube de polvo" provocada por el fuerte viento redujo drásticamente la visibilidad en el camino.
El accidente involucró una Chevrolet Zenith y el colectivo, un camión de carga, un VW Gol, un Fiat Siena, y dos camionetas, una Ford F-100 y una VW Amarok.
La violencia del impacto generó daños tan importantes en el vehículo que manejaba la víctima fatal, que a los Bomberos Voluntarios debieron realizar intensas maniobras para poder rescatar al conductor del interior del automóvil, atrapado por los hierros retorcidos.
Ni ese esfuerzo ni el de los médicos que llegaron en una ambulancia para trasladar de urgencia a la víctima al hospital Santa Teresita de Rawson fueron suficientes. Moraga falleció en el trayecto, sin que se pudiera hacer nada para salvarlo.
Los ocupantes de los otros vehículos involucrados en el choque sufireron heridas de diversa gravedad, en un hecho que quedó marcado en la comunidad local.
Un disparo que conmocionó a Rawson
Cuando no habían pasado siquiera dos horas del choque, otra tragedia se dio a menos de 10 kilómetros, en el parador El Sombrerito de Playa Unión. Emanuel Puebla Pires, de apenas 16 años, murió cuando andaba en cuatriciclo con amigos, tras recibir un disparo realizado por un grupo de cazadores.
Emmanuel paseaba con un grupo de amigos en dos cuatriciclos cuando una bala de una carabina 350 atravesó el casco que tenía puesto y se alojó cerca de su nuca. Como consecuencia, murió poco después.
Las investigaciones posteriores lograron establecer que el disparo fue uno de los tantos que el policía retirado Oscar Naya y su hijo Eduardo realizaron, según declararon en juicio, mientras cazaban guanacos, una imprudencia considerando que lo hacían en una zona donde habitualmente se reúnen varias personas a pescar y hacer otras actividades de playa: se trata de un balneario.
La muerte de Emmanuel, que iba a ser escolta de la bandera en la Escuela N°776, más tarde rebautizada por la comunidad educativa con el nombre del adolescente fallecido para honrar su memoria, conmovió a Rawson.
En aquel momento, los Naya recuperaron rápidamente la libertad, pero las marchas de reclamo y la presión de la comunidad influyó para que, poco desúes, se dispusiera su prisión preventiva por seis meses.
En el primer juicio, padre e hijo fueron condenados por “homicidio con dolo eventual” a 10 y 8 años de prisión respectivamente. Pero -a los pocos meses- la Cámara Penal absolvió a Eduardo y resolvió que se trató de un “homicidio culposo” por lo cual dispuso que se fije una nueva pena para su padre, Oscar. En sucesivas declaraciones, el ex policía había asumido la responsabilidad del disparo para dejar a su hijo libre de cargo.
La condena al ex policía
En marzo del 2016, finalmente, el juez José Alberto García le fijó una pena de 4 años y 8 meses de prisión más la inhabilitación por 10 años para ser legítimo usuario de armas de fuego.
"Todos saben que no fui quien efectuó el disparo, yo asumí la responsabilidad para defender a mi hijo”, dijo en el juicio. “Era un día desapacible, con mucho viento y tierra en el que no se veía nada. Yo conocía ‘El Sombrerito’ que tiene un acantilado de 15 ó 20 metros. Los guanacos no estaban abajo, estaban en el campo, adentro”, dijo sobre aquel día.
El crimen de Emanuel Puebla Pires dio inicio a una incansable lucha de Susana, su madre, quien fue acompañada por la comunidad local en su constante reclamo de justicia y se convirtió en un símbolo de resiliencia y compromiso: hoy sigue acompañando, conteniendo y asistiendo a familias que pasan por la pérdida de un hijo, una de las maneras que encontró para seguir adelante luego de la tragedia. También, en una referente en lo que hace a la falta de prevención para evitar tragedias por el manejo irresponsable de armas.
Además de la escuela que lleva el nombre de Emanuel, en el Club Bigornia, donde jugaba al rugby, sus compañeros siguen rindiéndole homenaje a su espíritu deportivo y solidario, y en más de una ocasión incluso voliveron a elejirlo como "mejor compañero".
Este lunes, la comunidad educativa de la Escuela 776 "Emanuel Puebla Pires" tenía previsto un acto un homenaje a su alumno baleado, incluyendo una movilización hacia La Cruz de Emma, el sitio en el que recibió el disparo y en el que hoy se honra su recuerdo.
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