Interna en Juntos por el Cambio: ¿Qué busca Vidal?
La exgobernadora protagonizó un fugaz amague de pelear en la presidencia. Macri no la apoya y tampoco la quiere peleando por la Ciudad.
"'No se peleen', 'Estén unidos', me dijeron en cada recorrida. Por eso, porque los escuché y porque los entiendo, decidí que esta vez no voy a ser candidata a Presidenta de la Nación", escribió este jueves María Eugenia Vidal en su cuenta de twitter. La exgobernadora bonaerense se bajó de una aspiración que ningún sector le había reclamado, pero se calzó el traje de presidenciable por primera vez luego de los cuatro años de su paso por la gobernación bonaerense entre 2015 y 2019. Sin que nadie se lo pida, la diputada nacional salió a reactivar el posicionamiento que tuvo cuando gobernó el distrito más grande del país para pelear por la cabeza de la boleta grande. Lo más importante de ese mensaje no es la fugacidad del amague para medirse de igual a igual con el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta y la exministra Patricia Bullrich, sino se resigna sólo por "esta vez".
¿La idea fue deslizar que habrá Vidal para rato y que apunta a 2027 luego del breve amague de este año? Todavía no queda claro si no competirá por la jefatura de Gobierno porteña. El éxito de esa aspiración depende de una instancia clave de validación: que su mentor originario, el expresidente Mauricio Macri, apruebe su regreso a la arena política porteña donde estrenó su desembarco en la gestión. Hasta ahora la respuesta ha sido negativa.
El 10 de diciembre de 2007, cuando el magnate asumió por primera vez la conducción del estado porteño, Vidal fue su ministra de Desarrollo Social. Reportaba a Macri, pero en especial a Rodríguez Larreta, que desde ese día se desempeñó como jefe de Gabinete capitalino. Una función que el actual alcalde y precandidato presidencial ostentó durante ocho años bajo la sombra de un Macri intendente capitalino.
Desde aquellos años Vidal nunca dejó de estar en la órbita de Macri, aunque cada vez le toca transitar más seguido por su costado oscuro. Esta semana se conoció que el expresidente no sólo no está de acuerdo con la aventura presidencial, sino que tampoco avala la opción del regreso a la arena porteña donde comenzó la función pública.
La diputada alimentó la posibilidad de constituirse como la precandidata del PRO que pueda pelear por la sucesión de Rodríguez Larreta pero a cambio de que los demás contendientes se bajen. Eso implica dos resignaciones que asoman imposibles a dos meses del cierre de candidaturas: que Larreta entierre como aspirante a su delfín, el ministro de Salud Fernán Quirós; y que Macri acepte que su primo Jorge anule su aspiración de pelear por la Ciudad y vuelva a donde nunca se fue formalmente, porque actualmente sigue teniendo una doble condición: es intendente del municipio bonaerense de Vicente López en uso de licencia y, a la vez, ministro de Gobierno porteño.
Las opciones de un renunciamiento de Quirós y del primo Jorge detrás de Vidal aparecen remotas y dependen de sus respectivos mentores, aunque fue el expresidente quien se encargó de despejar las dudas. Sus voceros remarcaron que le dijo tres veces a Vidal que no acuerda con la opción presidencial y tampoco con la porteña.
Cerca de la exgobernadora buscan curarse en salud. Advierten que la ausencia de unidad puede poner en riesgo la ventaja relativa del PRO y de Juntos por el Cambio ante la fuga de votos por ultraderecha que capitaliza el precandidato presidencial y diputado nacional de La Libertad Avanza Javier Milei. A esa potencial debilidad nacional se suma el riesgo porteño y que se confirme la fatalidad que acuñó Macri. Acusó a Larreta de entregarle el control de la Ciudad al radicalismo, a través del senador nacional y precandidato a jefe de Gobierno porteño Martín Lousteau.
Vidal también cree que ese riesgo existe. Es la mejor posicionada para competir por la Ciudad, pero en su entorno estiman que es posible que juegue un candidato que mide menos, como el primo Jorge. La negativa del expresidente a las dos opciones que maneja Vidal vuelve a ponerla en un lugar de resignación, cuando ella se había alineado nuevamente con Macri. Es una foto reveladora de ese vínculo inestable, en un momento donde el fundador del PRO, fuera de la competencia electoral, daña los puentes con quienes buscan disputar su liderazgo. Esta semana lo hizo con Vidal, con Rodriguez Larreta todo empeoró por la pelea porteña y con Bullrich el vinculo es tirante porque el magnate le resta autonomía a la precandidata y se adjudica sus logros.
Dentro de esa danza de desconfianzas, el vinculo de Vidal con Larreta es una relación política que ha sufrido cambios sin fragilizarse. El alcalde la contuvo en los peores momentos de la gestión bonaerense y luego la impulsó a que mudara de distrito, en un enroque con el entonces vicejefe de Gobierno porteño Diego Santilli. De ese modo Vidal clausuró su paso por la política bonaerense y se mudó a la capital para pelear por en las elecciones del 2019 como candidata a diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires. La mudanza implicaba la posibilidad de incluir a algunos de exministros en áreas del estado porteño, como el extitular de la cartera de Justicia, Gustavo Ferrari. Nada de eso sucedió, pero logró impulsar a Emmanuel Ferrario como primer candidato a legislador porteño. El joven se transformó en el vicepresidente primero de la Legislatura Porteña y si Larreta pide licencia por su candidatura presidencial, el Ejecutivo quedaría a cargo de un vidalista fiel. Podría decirse que Ferrario es la única inclusión concreta de Vidal dentro de la gestión larretista. Algunos habitantes del gobierno porteño aseguran que la ausencia de vidalistas en el Gabinete capitalino y la incomodidad de Vidal en la campaña proselitista luego de su cambio de domicilio fueron factores determinantes en el deterioro del vínculo con Larreta. La relación ha tenido cambios pero no ha perdido su profundidad, porque se conocen hace 20 años.
Las negativas de Macri ponen a Vidal en un rincón sin otra salida que pensar en más allá de este año. La otra opción es que lo desafíe y enfrente a su primo en la Ciudad, algo que resulta imposible ante la premisa de transformarse en la aspirante de la unidad. En esa encerrona, Vidal se sigue mostrando con Larreta y con Bullrich. Ya se bajó de la pelea grande y titubea sobre el escenario porteño. Dice que no tiene apuro pero tampoco pierde de vista que todavía faltan 60 días para las definiciones. Mientras tanto busca mantenerse a flote y en competencia, por más difusa que aparezca esa posibilidad en este año electoral. Dice que no tiene apuro para la ambición presidencial que postergó por "esta vez" durante esta semana. Para la pelea grande sigue estando en una edad muy competitiva para la contienda política: recién en septiembre cumplirá los 50. Sin embargo, en su entorno no cierran los cálculos para el calendario más inmediato. Aseguran que si Macri decide que su primo no es el mejor candidato porteño, ella estará dispuesta a probarse el traje a cambio de erigirse como la síntesis de una unidad que, por ahora, aparece imposible.
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