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La Mañana Argentina

La nueva Argentina del 2040: baja fecundidad, vida más larga y desafíos en salud y educación

La población argentina crecerá más lento y mostrará un fuerte envejecimiento, con menos nacimientos y más esperanza de vida en las próximas decadas.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundió su nuevo Dosier estadístico La transformación de la población argentina”, elaborado a partir de las estimaciones y proyecciones basadas en el Censo 2022. El documento analiza cómo evolucionará la estructura poblacional del país hasta 2040 y advierte sobre una fuerte desaceleración del crecimiento demográfico.

Entre 2001 y 2020, la población argentina creció en promedio un 1,06% por año. Sin embargo, para el período 2022-2040 se espera que ese ritmo se reduzca drásticamente a solo un 0,16% anual. La razón principal es la marcada caída de la tasa global de fecundidad —la cantidad promedio de hijos por mujer— que, junto con una mayor esperanza de vida, está configurando una sociedad cada vez más envejecida.

El estudio del INDEC muestra que el cambio más notorio de las últimas décadas es la disminución sostenida de los nacimientos. La tasa global de fecundidad (TGF) pasó de 2,4 hijos por mujer en 2010 a 1,4 en 2022, ubicándose por debajo del nivel de reemplazo generacional de 2,1.

Según las proyecciones oficiales, todas las jurisdicciones del país registran hoy tasas inferiores al nivel de reemplazo, y en varias de ellas —como la Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego— la TGF ya es igual o menor a 1,3 hijos por mujer.

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Imagen genérica.

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El descenso se explica por tres factores principales: el acceso extendido a métodos anticonceptivos, la postergación de la maternidad y la reducción de los embarazos en mujeres jóvenes. Hacia mediados de la década de 2030 podría observarse un leve repunte, impulsado por mujeres que deciden tener hijos a mayor edad, aunque el informe aclara que persiste una “incertidumbre” respecto del nivel que podría alcanzar la fecundidad futura.

Más años de vida y una población que envejece

Mientras la natalidad cae, la esperanza de vida continúa en aumento. En 2040, las mujeres podrían vivir en promedio 83 años y los varones 78,7, reduciendo la brecha entre ambos sexos a 4,3 años. Tras la pérdida de expectativa de vida registrada durante la pandemia de COVID-19, el INDEC observa una recuperación sostenida desde 2022.

Esta evolución generará un cambio profundo en la pirámide poblacional: la base —niños y adolescentes— se achica, mientras que la cúspide —personas mayores— se expande. En 2010, los menores de 14 años representaban el 25,5% de la población; en 2022 bajaron al 22% y se espera que en 2040 lleguen al 14,3%. En sentido inverso, los mayores de 65 años pasarán del 10,6% en 2010 al 16,4% en 2040.

Desafíos: educación, empleo y cuidados

El documento plantea que la disminución del número de niños y adolescentes abre la posibilidad de “reorientar recursos hacia la mejora de la calidad educativa”. Pero también advierte sobre un aumento de la demanda de servicios médicos y de cuidados para adultos mayores, tanto en el hogar como en instituciones especializadas.

niño bebé con abuelo, adulto mayor (1)

La población en edad laboral —entre 15 y 64 años— pasará de representar el 66,1% en 2022 al 69,3% en 2040. Este crecimiento podría ser una ventana de oportunidad si se acompaña con políticas activas de empleo y formación. El desafío será retener y capacitar a la fuerza laboral en un contexto global de alta competencia por el talento.

Un país con menos dependientes y más responsabilidades

El informe del INDEC también analiza las denominadas “relaciones de dependencia”, que miden cuántas personas inactivas —jóvenes o mayores— hay por cada 100 en edad activa. Hacia 2040 disminuirá la relación de dependencia juvenil, pero aumentará la de adultos mayores. En conjunto, la tasa total de dependencia caerá levemente, lo que abre un período de oportunidades económicas, aunque con un peso creciente del envejecimiento.

El organismo estadístico concluye que la transformación demográfica requerirá nuevas estrategias en salud, educación, vivienda y políticas de cuidado. Entre las preguntas que plantea están: ¿cómo cambiarán los patrones de consumo? ¿Qué inversiones serán necesarias para mejorar el capital humano? ¿Cómo adaptar los espacios públicos y los sistemas de protección social a una población más longeva?

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