El Mercedes Pagoda perdió una rueda en plena autopista, fue embestido por un vehículo, impactó con otro y terminó contra el guardarraíl. No hubo heridos.
Una mañana que prometía ser especial terminó de la peor manera para el propietario de un Mercedes-Benz 230 SL Pagoda, un modelo clásico de alto valor histórico y económico. Tras haberlo retirado del taller luego de un proceso de restauración que demandó seis años, el vehículo sufrió un grave accidente que lo dejó prácticamente destruido, en una secuencia que quedó registrada en videos y se viralizó rápidamente en redes sociales.
El hecho ocurrió el sábado por la mañana, en el cruce de la autopista Panamericana con el Camino del Buen Ayre. De acuerdo con la información disponible, el auto de colección perdió una de sus ruedas tras el aparente desajuste de una tuerca, lo que provocó que quedara detenido en los carriles rápidos, sin posibilidad de ser retirado de inmediato y sin señalización preventiva.
Las imágenes que circularon muestran cómo varios conductores lograron esquivar al Pagoda, que permanecía inmóvil sobre la traza, con la rueda desprendida a varios metros de distancia. Sin embargo, un Peugeot 408 que circulaba a gran velocidad no consiguió evitar el obstáculo y lo embistió desde atrás, generando un impacto de gran violencia.
Como consecuencia del choque, el Mercedes cruzó todos los carriles de la autopista y terminó detenido sobre el guardarraíl del costado derecho, tras ser golpeado además por al menos otro vehículo. En medio de la escena, un motociclista que circulaba por el sector logró reducir la velocidad a tiempo y evitar una colisión, al igual que una camioneta que venía detrás.
Pese a la magnitud del siniestro y al estado en el que quedó el vehículo de lujo —valuado en alrededor de 180 mil dólares—, fuentes oficiales confirmaron que no se registraron víctimas fatales ni personas heridas, un dato que fue destacado por quienes presenciaron el hecho.
La palabra del presunto dueño y la respuesta del taller
Luego del accidente, comenzó a circular en redes sociales un audio atribuido al propietario del Pagoda, un hombre de 68 años, quien relativizó lo ocurrido con una frase que rápidamente se replicó: “Son fierros nada más”. En ese mismo mensaje, aseguró que tenía previsto realizar próximamente un viaje a Punta del Este a bordo del automóvil, que había marcado un hito en la historia de la marca alemana desde su lanzamiento en marzo de 1963.
La situación derivó además en una controversia pública con un taller especializado de Martínez, donde el auto había sido atendido semanas antes del choque. Desde ese establecimiento difundieron un descargo para desligarse de responsabilidades y explicar el alcance de los trabajos realizados.
“El auto estuvo en nuestras instalaciones hace un mes aproximadamente y venía de otro taller que lo estaba restaurando hace seis años y no pudieron hacer andar el sistema de inyección”, explicó un representante. Según detalló, una vez solucionado ese problema detectaron múltiples falencias mecánicas: “Notamos que el auto tenía problemas en los frenos, el tren trasero, la caja y el embrague”.
Siempre de acuerdo con su testimonio, esas observaciones fueron comunicadas al dueño, quien habría respondido que el vehículo “estaba en garantía” y que debía volver al lugar donde se realizaban las terminaciones, ya que nunca había sido probado en condiciones normales. “Nos pidió que solo nos dediquemos a reparar la bomba inyectora”, señalaron.
“Cumplimos con el trabajo y la persona se lo lleva donde se lo estaban restaurando. Somos un taller familiar y no queremos que nos salpiquen. Son accidentes que le pueden pasar a cualquiera, pero nosotros no tenemos nada que ver”, concluyó el vocero del lugar.
Un ícono del diseño y la seguridad
El Mercedes-Benz 230 SL Pagoda fue durante años uno de los autos más codiciados del mundo. En Argentina, se convirtió en un símbolo de la farándula y del espectáculo, con figuras que lo adoptaron como emblema de elegancia y estatus. El caso más recordado es el de Sandro, quien lo inmortalizó en varias de sus películas.
A nivel internacional, también tuvo fanáticos célebres como Sofía Loren, John Lennon, Charlton Heston y John Travolta, entre otros.
El apodo “Pagoda” se debe a la forma cóncava de su techo rígido desmontable y de la luneta trasera, un diseño del francés Paul Bracq que evocaba los templos orientales. Su denominación de chasis, W113, correspondía a una estructura monocasco que, para la época, representó un avance notable.
En materia de seguridad, el modelo fue pionero entre los deportivos al incorporar zonas de absorción de energía tanto en la parte delantera como trasera. Estas áreas estaban pensadas para deformarse de manera controlada ante un impacto, reduciendo la transferencia de fuerzas al habitáculo de los pasajeros, un concepto que hoy es estándar en la industria.
Paradójicamente, ese mismo desarrollo no fue suficiente para evitar que uno de estos íconos de la historia automotriz terminara destruido en segundos, tras volver al asfalto luego de años de restauración.
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