Con apenas 4.600 habitantes, Los Antiguos se consolida como destino en el norte de Santa Cruz, rodeado de maravillas naturales y a sólo 14 km de un pintoresco pueblito chileno.
En el extremo norte de Santa Cruz, donde la estepa de la Patagonia Argentina se encuentra con la majestuosa cordillera de los Andes, se alza Los Antiguos, un pueblo que está escribiendo una nueva historia pasra el turismo en la región.
Con el imponente lago Buenos Aires como telón de fondo y a tiro de la frontera con Chile, esta comunidad ha logrado forjar una identidad propia que combina hospitalidad patagónica, bellezas naturales y una tradición agrícola vinculada a las frutas y especialmente a un manjar: las cerezas.
Lo que comenzó como una modesta colonia agrícola forrajera en la década del 20, hoy se ha transformado en algo mucho más ambicioso.
La localidad no solo produce las cerezas más australes del mundo, sino que también se ha convertido en la puerta de entrada a experiencias que van desde caminatas por cuevas milenarias hasta paseos en embarcaciones por espejos de agua rodeados de impactantes formaciones geológicas.
Al arribar al pueblo, los visitantes se encuentran con una calle central que funciona como bulevar, decorada con pinos y banderas que ondean al viento patagónico. Allí se concentran los servicios esenciales: municipalidad, comisaría y diversas propuestas turísticas que invitan a explorar la zona.
La geografía local ofrece tres miradores imperdibles que brindan perspectivas únicas del territorio. El mirador del Valle permite contemplar las chacras más recientes, mientras que el Uendeunk domina el centro urbano desde las alturas.
Pero es el mirador del Lago, ubicado al final de la costanera, el que ofrece la postal más emblemática, coronado por un monumento al salmón que rinde homenaje a otro símbolo local.
Sucede que el lago Buenos Aires —conocido como General Carrera del lado chileno— no es solo un paisaje. Sus aguas albergan truchas y salmones que atraen a pescadores de todo el país, convirtiéndose en un recurso tanto recreativo como económico para la comunidad local.
El imperio de la cereza patagónica
Pero si hay algo que define la esencia de Los Antiguos es la cereza. Desde los años 80, el pueblo experimentó una transformación al convertirse en el epicentro de producción de esta fruta delicioisa, la última en llegar a los mercados internacionales cada temporada.
La inauguración del asfalto hace dos décadas fue el catalizador definitivo para este desarrollo. Hoy, las cerezas de Los Antiguos viajan a destinos tan diversos como España, Estonia, Emiratos Árabes y Estados Unidos, llevando un típico sabor patagónico a mesas de distintas partes del mundo.
La importancia de este fruto se refleja en cada rincón del pueblo. Un monumento a la cereza recibe a los visitantes en el acceso principal, mientras que en las calles proliferan puestos donde se venden a granel.
También hay heladerías con sabores frutales innovadores y propuestas gastronómicas sorprendentes como las pizzas con cereza de Viel Glück, una cervecería artesanal que se distingue por su masa madre.
Entre las chacras que abren sus puertas al turismo se destaca 6 Hermanas, una de las principales exportadoras de la región, y La Querencia, pionera en agroecología, que ofrece visitas guiadas que incluyen una merienda entre los frutales como cierre del paseo.
Otro sitio de interés es la cooperativa El Oasis, que agrupa a pequeños productores familiares que buscan fortalecer la comercialización sin que se pierda la escala artesanal del negocio.
Este año marcó un hito histórico para la producción local: la obtención de la denominación de origen "Cerezas de Los Antiguos - Patagonia", un sello que protege y potencia el producto como marca regional reconocida internacionalmente.
Hospitalidad y gastronomía con vista al lago
Para quienes buscan alojamiento con paisajes de postal, Los Antiguos presenta varias hosterías, algunas con balcones que dan al lago y en algún caso, también, con restaurant.
La propuesta gastronómica local trasciende las cerezas. Además de Viel Glück, los visitantes pueden disfrutar de Buena Vista Parrilla, especializada en cortes de carne, cordero y postres abundantes. Varios establecimientos complementan la oferta con platos regionales que incorporan ingredientes y sabores típicamente patagónicos.
La oficina de turismo local funciona todos los días en horario extendido, brindando orientación sobre circuitos, excursiones y hospedaje disponible.
Del Parque Patagonia a la cueva de las Manos
Las agencias de turismo locales han desarrollado un catálogo de experiencias que aprovechan la ubicación estratégica de Los Antiguos. Entre las propuestas más solicitadas figura la visita al Parque Patagonia y la exploración de la Cueva de las Manos y el cruce hacia Chile Chico para conocer las célebres Capillas de Mármol, una maravilla geológica moldeada por miles de años de erosión lacustre.
A apenas 14 kilómetros del centro de Los Antiguos, el paso internacional Río Jeinemeni conecta con el pueblito Chile Chico, situado en la ribera sur del lago General Carrera, como lo llaman de ese lado de la Cordillera.
Desde allí se accede a la Ruta 265, un espectacular camino de cornisa que regala vistas panorámicas hasta llegar a los embarcaderos donde se inicia el paseo en barco hacia las Capillas de Mármol, también conocidas como Catedrales de Mármol.
Estas formaciones de carbonato de calcio exhiben tonalidades blancas, azules y rosadas que varían según la luz solar y el nivel del lago, creando un espectáculo visual que cambia permanentemente.
Las excursiones parten temprano desde territorio argentino y regresan por la tarde, sin necesidad de pasar la noche en Chile.
La mejor época para estas salidas se extiende entre noviembre y abril, aunque se mantienen durante todo el año según las condiciones climáticas permitan.
Tesoros ocultos de la patagonia chilena
Chile Chico funciona a la vez como puerta de entrada a una de las zonas más impactantes y menos exploradas de la Patagonia chilena.
Su mayor tesoro es la Reserva Nacional Laguna Jeinimeni, donde paisajes glaciares, fósiles marinos, formaciones rocosas únicas y vestigios de culturas ancestrales se combinan en un trekking de diez kilómetros.
Este recorrido incluye desde la imponente Piedra Clavada hasta la Cueva de las Manos, que alberga pinturas rupestres de más de 8.000 años de antigüedad.
Las excursiones comienzan a pocos kilómetros del pueblo y, aunque ser puede ir en auto, lo mejor es hacerlo a pie. El sendero atraviesa valles de cóndores, miradores naturales, extrañas formaciones de roca volcánica y el llamado Valle Lunar, donde el paisaje parece transportar a otro planeta.
Una segunda visita permite internarse hasta el Mirador del Lago Jeinimeni, con parada en la laguna de los Flamencos —donde conviven decenas de especies de aves— y un tramo final entre lengas y bosque andino.
Chile Chico mantiene su ritmo tranquilo, con casas coloridas y ambiente auténticamente patagónico. Quienes decidan continuar por la Ruta de la Carretera Austral descubrirán un universo más vasto hacia localidades como Cochrane, Coyhaique o Lago Verde, donde comienza una Patagonia profunda, abierta al cielo y al asombro.
Esta pequeña localidad santacruceña ha logrado construir una propuesta turística integral que combina producción agrícola de exportación, paisajes únicos, gastronomía local y acceso privilegiado a maravillas naturales de dos países hermanos.
Cómo llegar
Para llegar desde Neuquén, la mejor opción es volar a Comodoro Rivadavia y desde allí, recorrer por tierra o hacer en micro unos 600 kilómetros a través de la estepa patagónica, por la ruta 3 hasta el límite sur de Chubut en Caleta Olivia, y desde allí, por la ruta provincial 12 a Pico Truncado, para luego tomar la ruta 40 y empalmar con la 43.
Para ir en auto, hay que recorrer algo más de 1.800 kilómetros por las rutas 237 y 40. También hay opciones de ómnibus vía Bariloche o -más económico- haciendo trasbordo en Esquel.
Te puede interesar...
Dejá tu comentario