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Pocho la Pantera, el predicador que conoció la fama, el descontrol y las drogas hasta que se cruzó con Dios

Pasó de cantar en cabarets a ganar 180 mil dólares por mes gracias a su hit "El hijo de Cuca". Dejó la droga y se hizo predicador. Murió de cáncer hace 4 años.

"La gente fue y es muy honesta conmigo. Aunque te digan: 'Bajate, boludo, que cantás como el culo', es honestidad. Yo hago lo mío como puedo arriba del escenario y dejo hasta la última gotita de mi sudor", aseguró años atrás Pocho La Pantera, en una de las largas entrevistas que solía conceder. Eduardo Gauna nació en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1950 pero se crió en Córdoba, provincia donde el cuarteto se escucha de fondo a toda hora. Su madre lo tuvo a los 19 años: “Ella era actriz. Ya desde la panza miraba por el agujerito del pupo al público”, agregó el cantante en broma, como era característico en él. Su padre era maestro y todas las tardes, al llegar a su casa, agarraba la guitarra y se ponía a tocar.

Rodeado de sonidos, no fue de extrañar que Gauna descubriera en su voz un instrumento a explotar. Desde los cuatro-cinco años, su papá lo animaba a cantar en los actos escolares. Algunas noches al mes, su casa se transformaba en una peña donde abundaba el vino, las empanadas, el folklore y asistían músicos populares como Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú y Margarita Palacios.

Ya a los 17 años, y sin siquiera saber quién era Elvis Presley, Gauna comenzó a dejarse las patillas a los costados de su cara, el jopo negro bien peinado, la campera de cuero negro. A espaldas de su familia, los viernes faltaba al colegio nocturno y se iba a cantar a un cabaret. Su forma de vestir se convirtió en un sello distintivo. El seudónimo vendría después.

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Pocho la Pantera y un look que fue marca registrada desde muy joven.

Pocho la Pantera y un look que fue marca registrada desde muy joven.

“Yo tuve una infancia hermosa, realmente no me puedo quejar, aunque mis viejos se separaron cuando era chico. Cuando papá se separó de mi vieja lo asumí, absorbí ese dolor como los boxeadores asumen los golpes de la vida y creo que no han quedado secuelas. Nací en Capital medio por casualidad, me crié un poquito en cada parte de la Argentina porque a mi viejo lo trasladaban, pero pertenezco a Córdoba, yo me siento cordobés. En Córdoba pasé los momentos más felices y los más infelices también: ahí murió mi papá, ahí gané mi primer festival de canción folclórica, ahí tuve mis primeras novias, mis primeras peleas, mis primeros amigos de la infancia", recordaba.

La fama le llegó tarde, a los 40 años. Antes, tuvo un pasado oscuro del que pocas veces comentó detalles. “En la década de los ‘80 regenteé a un grupo de mujeres que me hicieron ganar más que buena guita”, admitió en una entrevista con Rolando Graña: “Había que darles una paliza de tanto en tanto para que laburen”.

Por esas mismas épocas, se metió en el mundo de la cocaína y las mujeres de una noche. Ya a comienzos de los años noventa, la fama empezó a embriagarlo. Su hit cuartetero “El hijo de Cuca” lo catapultó hacia la gloria. Su canción sonaba tanto en la radio como en las bailantas, incluso llegó a dar un recital delante de 90.000 personas en Santa Fe, momento en el que se dio cuenta de lo lejos que había llegado. Por su edad, creyó que la oportunidad de ser cantante se había evaporado hacía tiempo, pensaba que se tendría que conformar con “cantar solo en bolichitos”. Al final, había estado equivocado.

POCHO LA PANTERA EL HIJO DE CUCA

De un día para el otro, la plata comenzó a aflorar cada vez más. Por aquellos años se había popularizado la música tropical en la Argentina y Pocho La Pantera se convirtió en toda una celebridad. "Llegué a ganar 180.000 dólares por mes. Dejé de trabajar dos años, me fui de viaje a Europa y me gasté más de un millón de dólares", contó décadas después.

En 1991 recibió un golpe que podía despertarlo. Quedó detenido por tenencia de drogas, aunque consiguió la libertad bajo fianza. Durante el escándalo, se negó que los estupefacientes pertenecieran al cantante. Pero con el tiempo fue imposible de ocultar la realidad: la cocaína lo estaba arruinando.

“Primero fue un juego, después una enfermedad. No se lo recomiendo a nadie, ni jugando. Es muy maldita, traicionera. A veces lo pienso y pido un perdón general, a los que quieran. Estoy arrepentido de algunas cosas que hice con esta porquería. ¿Sabes qué pasa? Me veía cada vez mejor y pensé: no vaya a ser cosa que esto me haga inmortal, sería lo peor que hay para un hombre”, relató en 2015, un año antes de su muerte.

Durante su temporada en el infierno, llegó a querer suicidarse. Aspiró de aquel polvo blanco durante toda una noche con el fin de tener una sobredosis: “Después me arrepentí y no podía caminar”. Como pudo, Pocho La Pantera se arrastró hacia la puerta de su departamento y la dejó abierta. Acto seguido, se desmayó. “Por lo menos si me moría no iban a tener que romper la puerta, que sale carísimo”, bromeó al respecto.

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Pocho la Pantera en el programa de Mirtha con referentes de la música tropical a principios de los 90.

Pocho la Pantera en el programa de Mirtha con referentes de la música tropical a principios de los 90.

Sin embargo, el momento de inflexión por el cual decidió dejar las drogas fue otro, en el cual involucró a su hijo Mariano. Pocho había consumido, se encontraba en un limbo entre la ficción y la vida. De repente, comenzó a escuchar golpes en la puerta de su casa. Del otro lado, el pequeño llamaba a su papá y le pedía que le abra. El músico estaba aterrado con la idea de que Mariano lo vea en ese estado. Finalmente, su hijo, de 13 años, lo encontró temblando y llorando debajo de una mesa, intentando esconderse: “Ahí dije nunca más. Y así fue”. En un abrupto cambio de mentalidad, al día siguiente dejó de fumar, consumir alcohol y tener “sexo salvaje”, aunque “la cocaína me costó más”.

Para 1994, Pocho La Pantera se había convertido en un hombre nuevo. Conoció a Viviana Basilia, de quien se enamoró perdidamente, y se casó. Estuvieron juntos hasta sus últimos días de vida. Además, se convirtió al evangelismo y viajó hasta Grecia y Australia para predicar la palabra de Dios. También descubrió que su faceta artística iba más allá de la música y en la pintura encontró su catarsis.

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Pocho la Pantera y Viviana Basilia, su pareja durante más de treinta años.

Pocho la Pantera y Viviana Basilia, su pareja durante más de treinta años.

"Cuando cumplí 60 años me dije que tenía que hacer algo distinto en mi vida y me puse a pintar. Arranqué pintando los pies de Cristo, luego hice las piernas y así fui completando todo el cuerpo. Al final quedó un Cristo compuesto por siete cuadros. A partir de ahí arranqué", explicó.

Durante varios años mantuvo perfil bajo, salvo por algunas esporádicas apariciones. Hasta que en 2015 Pocho, fanático del boxeo, fue al médico por un dolor que lo aquejaba en la zona lumbar. En el hospital le hicieron varias radiografías y, si bien le confirmaron que se había “jodido la columna”, el doctor también advirtió que tenía algo más en la vesícula que no le gustó para nada. “Me dijo que me vaya a hacer ver. Dos días más así y me moría porque me explotaba”, relató. El diagnóstico final tomó a todos por sorpresa: cáncer de riñón.

A pesar de las malas noticias, internaciones y varias sesiones de quimioterapia, el ídolo musical no perdió el buen humor y las ganas de seguir haciendo música. Gracias a una publicidad de Pepsi que realizó junto al Pocho Lavezzi, su carrera volvió a renovarse y el cantante no quiso desperdiciar la oportunidad. A los meses lanzó el single ‘El paso de la fiesta’, en el cual participaron varios famosos, entre ellos Moria Casán y Pamela David. “La coca me mató, la Pepsi me salvó”, añadió entre risas en más de una ocasión.

Pocho La Pantera - El Paso de la Fiesta (VIDEOCLIP OFICIAL)

Incluso en sus últimos días con vida, su optimismo nunca se diluyó. "No sabe con quién se metió el cáncer, pobrecito. Si hubiera sabido no se metía. En la quimio me mando un sanguche de milanesa con una bebida, no sufro para nada. Yo soy creyente, si Cristo está conmigo, ¿quién contra mí? Ya con eso tu autoestima empieza a laburar a favor", dijo en abril de 2016.

Pero en octubre de ese mismo año, el cáncer se había vuelto irreversible y Pocho La Pantera tuvo que ser internado en urgencia en el Instituto Médico de Alta Complejidad. Aceptando su abrupto final, publicó un último tuit para despedirse de sus seguidores: “Recuerden que ustedes me dieron todo, gracias por el aguante”. Once días después, el 1° de noviembre, falleció. Tenía 65 años.

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