Secuestro en Plottier: relato y excusas del espanto
Lo ocurrido en la toma Evita de Plottier es de un nivel de violencia tremendo. Pero los dichos del secuestrador son impactantes.
El relato del secuestro y tortura de un trabajador en Plottier tiene ribetes más que llamativos a partir de la declaración pública de su secuestrador, Luis Miguel Flores, que aseguró no saber que estaba mal retener a una persona contra su voluntad, atarla y golpearla. ¿Una problemática cultural de la violencia hecha carne o una pésima excusa?
El hecho ocurrió entre el martes 16 y se extendió hasta el miércoles 17 de julio. Durante 22 horas el trabajador estuvo secuestrado por su patrón, Luis Miguel Flores, quien lo acusaba del robo de 13 mil dólares que nunca denunció en la policía.
Detalles del secuestro
Al empleado lo retuvo en su casa, ya que le prestaba una piecita para vivir con su familia en el mismo predio donde tiene la vivienda el patrón en la toma Evita de Plottier.
Lo maniató a una silla y lo torturó, junto con su esposa, con una tenaza corta fierros con la que amagó cortarle los dedos. Luego, tomó un cuchillo y tras calentaron le provocó cortes y quemaduras en el cuerpo. Posteriormente recurrió a un taladro inalámbrico que se lo apoyaba en la cabeza y le exigía que confesara el robo, luego lo alejaba unos centímetros y lo accionaba.
Además, le tiraba baldes de agua fría para que no durmiera y no lo dejó ir al baño. Cuando la víctima logró zafarse y con un poco de suerte escapar, radicó la denuncia en la Comisaría 46 de Los Álamos en Plottier.
Flores y su esposa fueron detenidos, acusados y quedaron con prisión domiciliaria por cuatro meses.
Los dichos del secuestrador
Cuando LMN dio a conocer la noticia, Flores llamó y admitió el hecho, aunque intentó minimizarlo y justificarlo. “Me robó mucho dinero y quería recuperarlo… Yo lo agredí y lo tuve encerrado en mi casa porque él me robó. Yo no sabía que no podía hacer lo que hice. Fue de pura calentura”.
Además, afirmó: “sí lo tuvimos sentado en una silla y atado mientras mi señora le daba con el cinturón, pero nunca usé un taladro”.
¿A qué nivel de violencia hemos llegado? Si esto es cultural, tenemos un problema tremendo.
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