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La Mañana Boca

Boca volvió dejar una imagen triste: los jugadores que tienen su ciclo cumplido

Después de buenos desempeños ante los equipos europeos, el xeneize tuvo una actuación que rozó la vergüenza ante el Auckland.

Boca había llegado muy cuestionado al Mundial de Clubes. La eliminación de la Copa Libertadores a manos de Alianza Lima de local, el pésima planteo con derrota ante River en el Monumental y la caída en casa por cuartos de final de la Copa de la Liga, llevaron al presidente Riquelme a contratar a Miguel Ángel Russo como nuevo entrenador unos días antes de la cita en Estados Unidos.

En su tercer ciclo como DT del club de la Ribera, Miguel acomodó el barco para enfrentar a rivales que tienen mucha más jerarquía y capacidad física como Benfica y Bayern Munich. Los jugadores mostraron otra actitud y una mejor disposición táctica respecto a lo que había sido el primer semestre del año. Estuvieron a punto de ganarle al conjunto portugués como también de sacarle un empate a los teutones.

Pero cuando tuvo que hacer un planteo ofensivo e ir a buscar el partido frente al Auckland City, que tiene un plantel de jugadores amateurs, la prestación de Boca se pareció mucho más a las decepcionantes que ya había mostrado este año. Incluso se pueden citar ejemplos de otras temporadas en las que varios de estos futbolistas se presentaron con una desidia que no obedece a la historia del club.

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A diferencia de lo que había pasado en las primeras dos fechas, los jugadores no estuvieron a la altura de la gente, que acompañó masivamente a miles de kilómetros de su país de origen.

Y las dudas para lo que viene vuelven a surgir, porque a Boca le queda un semestre entero para afrontar la Copa de la Liga y la Copa Argentina, donde los rivales lo conocen muy bien y en un fútbol doméstico que le cuesta cada vez más.

La necesidad de refundar el plantel

El Mundial de Clubes fue un reflejo del potencial y de las limitaciones que tienen los futbolistas actuales del equipo. Son pocos los que se han ganado la continuidad y, más allá de lo que le queda a cada contrato, se impone la necesidad de finalizar ciertos vínculos para refundar el plantel y empezar a construir un equipo que represente al hincha. Si es necesario rescindir contratos, la dirigencia que encabeza Riquelme lo tiene que hacer.

Ya no es solo la falta de resultados positivos, la desidia con la que muchos de los jugadores salen a jugar es exasperante y acumulativa. La sensación es que Boca jugó contra el Auckland muchas veces en el pasado con otras camisetas.

Algunos de los que ya tienen su ciclo cumplido indiscutidamente jugaron este martes, otros ya están afuera de los once hace rato. Lo de Edinson Cavani y Ezequiel Zeballos ya no tiene justificativo. Con características y edades diferentes, integran el mismo grupo que Marcos Rojo, Sergio Romero, Ander Herrera, Lucas Janson, Frank Fabra, Agustín Martegani y Javier García.

Cavani y Herrera han sido un ejemplo de profesionalismo, pero no están en condiciones físicas de jugar en Boca. A Rojo le pasa lo mismo, sumado a su indisciplina y el hecho de que está hace cuatro años.

Del resto ya no hace falta agregar argumentos. Son ciclos terminados, quien no lo ve es porque no quiere.

Varios de estos mencionados no tienen minutos hace tiempo, pero es imperioso que el cuerpo técnico y la dirigencia le avisen al hincha con sus decisiones de que, al menos, no le están tomando el pelo a quienes pagan su cuota social, la entrada o quienes simplemente se sientan frente al televisor y sufren un fiasco detrás de otro.

Hay otros que también están cada vez más cuestionados, como Carlos Palacios, Kevin Zenón, Alan Velasco y Luis Advíncula. Integran el grupo de protagonistas que siguen sumando partidos en los que no están a la altura y, sobre todo, en los que no se les ve la actitud necesaria para representar al escudo que tienen en el pecho.

De estas dos semanas se desprende que hay una base interesante para construir nuevamente un equipo competitivo. Será misión de Russo darle identidad.

Pero hay algo que en el fútbol no puede faltar y es el ímpetu. Ese que tuvo Christian Gray, el jugador de Auckland maestro de escuela cuando fue al área rival y metió el 1 a 1 con un cabezazo lleno de optimismo. Lo hizo contra jugadores profesionales que cobran una fortuna en uno de los clubes más grandes del mundo y perdieron todos los partidos importantes del último año y medio.

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