Además de ser un deporte, el boxeo es una de las tantas disciplinas que se practica en la ciudad y funciona como herramienta de contención social.
El deporte en Cipolletti prima por sobre muchas cosas. Miles de jóvenes practican al menos una disciplina en la ciudad y encuentra en su actividad una contención invaluable. El boxeo es una de ellas y es de los deportes más elegidos. Año a año deja un nuevo campeón como Diego Contreras, que con un puñado de peleas ya tiene su primer cinturón.
“Desde el año pasado empecé a meterme cada vez un poquito más, a ganar un poquito más de confianza y a apuntar a esto de tener un título, tener algún reconocimiento. Poco a poco se fueron dando, fui ganando peleas desde el año pasado y fueron saliendo otras”, dijo a LM.
El boxeo para Diego tiene un significado especial en su vida. El gimnasio, sus compañeros y el entrenamiento diario llegaron para quedarse y transformó su manera de afrontar la vida. “Significa bastante, es un estilo de vida, te levantás y ya sabés que en un rato te toca ir a entrenar, como otras cosas que hago. Llegué acá porque necesitaba hacer algo, necesitaba entrenar, sentirme fuerte, tener esa seguridad que te da el boxeo”, contó.
El pugilista de 25 años se entrena en el Vicente López de la calle Yrigoyen, pero el título interprovincial obtenido lo ganó lejos de casa. El campeón derrotó en Picún Leufú a su par Santiago Roth en la categoría hasta 64 kilogramos algunas semanas atrás.
El entrenamiento y la disciplina fueron fundamentales para alcanzar el cinturón. “Poco a poco te vas despertando espiritualmente a la hora de los entrenamientos y te vas convirtiendo en una mejor persona. Antes de arrancar a entrenar, era todo muy diferente, yo era muy diferente. El boxeo me dio esa seguridad como para, en el lugar donde esté yo, ser 100% yo”, aseguró.
La vida del campeón no es como la de un profesional. Diego sale a ganarse el pan todos los días, mañana y tarde, y luego se entrena por la noche. “Trato de estar ahí activo con cualquier laburito que salga. Ahora no tengo un trabajo estable todos los días, así que me dedico a estar en actividad, entrenando, entrenar a los chicos también, darle una mano, estar acá en el gimnasio”, comentó.
Más allá de su lado deportista, Diego también es un artista de la ciudad. En sus momentos libres se dedica a la producción musical. “En mi casa trabajo como productor musical, grabo, hago instrumentales, también trabajo un poco con las cámaras, en lo audiovisual, por ahí hago tatuajes, hago de todo un poco. Para mantener esto, el estar entrenando, está bueno tener ese tiempo, esa libertad de hacer lo que querés, lo que te gusta”, sostuvo.
Cacho Diocares, el entrenador
Diego no está solo en el Vicente López. A diario comparte el gimnasio con un grupo grande de jóvenes y adultos que se acercan. Alrededor de 40 pugilistas se acercan para entrenar con Miguel “Cacho” Diocares. “Significa tener una familia, los chicos a veces tienen problemas, están en falta de afecto. El sistema a veces no funciona como corresponde a veces y uno trata de acomodar las cosas y pelear", mencionó el entrenador.
El gimnasio de la calle Yrigoyen lleva mucho tiempo en la ciudad y para los jóvenes es un lugar de contención. "Hace 24 años que estamos acá y a mí me sirvió también. Uno por algo hasta acá, a veces vienen chicos con problemas de adicción y los tratamos de ayudar”, mencionó Cacho.
A propósito de funcionar como un sitio que les abre las puertas a los jóvenes sin discriminar, el entrenador hizo énfasis en que dejar de lado a alguien no es el camino. “Estoy orgulloso de estar acá, de seguir sacando títulos y lo más orgulloso me pone que los chicos se van formando”, agregó.
El estigma o los prejuicios que se tienen con el boxeo y con los pugilistas a veces es cruel. Cacho tiene otra mirada, ajena a aquella que lastima al deportista. “Nadie nace delincuente, nadie nace con problemas de visión, es parte del sistema, entonces cuando uno logra muchas cosas y quiere hacer cosas buenas todo es positivo”, opinó.
El gimnasio a cargo de Cacho es elegido por los jóvenes y adultos del barrio. En estos años, la esquina de Yrigoyen y Uruguay vio pasar a muchos pugilistas y campeones como Lucas Rodríguez y David Pereyra. “Un chico tiene que estar ocupado. Es sacrificio, porque entrenar acá es trabajar, no es poco pero ellos lo logran. Se puede y yo siempre se lo voy a agradecer a la familia Schoreder que empezó con Germán y la ayuda que siempre nos brindó a cambio de nada”, concluyó.
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