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"Mi patria es mi carretera y el trabajo, de guitarra al hombro"

Ismael Serrano La llamada. El cantautor español llega mañana al Parque Central para presentar su último disco, que marca un nuevo ciclo en su vida luego del nacimiento de su hija.

Luis Castillo
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Su disco La llamada se encuentra en el último tramo del tour que lo llevó por diferentes ciudades del país. La placa, que se despega un poco de sus trabajos anteriores, continúa su línea de pensamiento. "Hay dos pilares en el disco: uno es la convocatoria, la reivindicación, la llamada a huir de la resignación, a seguir en la lucha; el otro es la celebración", dice Ismael Serrano, que por quinta vez llega a la ciudad para presentarse hoy, a las 21:30, en el gimnasio del Parque Central.
Recientemente padre primerizo, no duda en afirmar que es su mejor momento como compositor, que le ha llegado a sus 40 años.
Con las maletas siempre a medio hacer, dice que "la vida de un músico es un viaje permanente" y que su patria "es su carretera". Ismael Serrano, el hombre de "guitarra al hombro" que sigue haciendo ese ejercicio hace 18 años para desparramar canciones de carácter de celebración, irreverente y contestatario, que son "más necesarias que nunca".

Venís sosteniendo que La llamada es un disco más optimista, ¿cuál es el motivo?
Porque tengo fe en el ser humano. Creo que hay un empeño en abrir ventanas a la esperanza, de huir del hecho de estar instalado en el lamento. Es un disco que tiene cierto carácter de generación. Empecé a componer desde el ritmo y eso le da otra contundencia tratando de cuidar los contenidos poéticos. Los cantautores, en general, nos instalamos en el lamento. Esto era defender la alegría casi como una herramienta de lucha.

¿Qué carácter tienen esas canciones?
Canto a todo lo que me motiva. Hay canciones que hablan de mi pequeño universo y lo que ocurre a mi alrededor, como el nacimiento de mi hija. No hay nada más inspirador y emocionante que llegar a los 40 años y renovar tu mirada, siempre con ese espíritu de reivindicar. Como dice un verso de Mario Benedetti, 'defender la alegría como una trinchera', como un derecho. Las canciones tienen ese carácter de celebración, irreverente y contestatario, que creo que es más necesario que nunca, y hecho siempre desde el compromiso.

¿Cómo te afecta en lo compositivo el haberte transformado en padre?

Creo que es mi mejor momento. Este disco es el que más me gusta, no sólo como compositor, sino a la hora de estar sobre el escenario, como intérprete. A los cuarenta años ese tiempo ha llegado, no sé si tarde, pero llegó.

¿Cómo hacés para equilibrar lo que te pasa hoy con discos anteriores?
No es un disco rupturista. Creo que sería una continuidad y mi carrera ha sido muy natural junto a la evolución de mi sonido. Creo que era al lugar que naturalmente iba a llegar de una manera u otra. Es un camino de una voz propia que es constante. Nunca llegas al final porque es una voz que te mantiene en movimiento, de eso se trata, estar en movimiento como los tiburones que si se paran se mueren.

En cuanto a tiempo, ¿en qué momento te ubicaste?
Cada canción surge de forma diferente. Por lo general uno compone por la noche. Se exacerban los miedos. El diálogo con uno mismo, que es el ejercicio de composición, se da en la noche porque es propicia, ya que tiene que ver con el silencio, la calma, con un mundo que se detiene y te obliga a reencontrarte contigo. Pero los viajes también son muy inspiradores. Ahora estoy componiendo sobre loops, sobre cadencias rítmicas.

¿Cómo se hace para fusionar o amalgamar lo que pasa por la noche con la otra mirada, que son los viajes?
Creo que se da forma natural y el estado de ánimo no es tan cambiante. Las canciones que surgen en un periodo de tu vida en el final tienen una temática e inquietudes en común y son las que le dan una coherencia al disco. La vida del músico es un viaje permanente, porque siempre está con la maleta hecha.

Justamente, sos una persona que está siempre de gira.

Es la esencia de este oficio. Yo entiendo que mi patria casi es mi carretera. Y ese trabajo de guitarra al hombro, además, pasa por la difusión de la música. Simplemente por llevar la guitarra al hombro. No siempre tienes todas las plataformas de difusión que te gustaría. Por eso hay que hacer ese ejercicio que vengo realizando hace 18 años.

¿Actualmente, qué cosas te molestan de las giras?
Tengo una hija muy pequeña y la echo mucho de menos y, fundamentalmente, entiendes lo que es la distancia, añoranza, más que nunca. Por más que uno sienta que tu patria es la carretera, tu hogar está donde está tu hija. Ese es tu lugar natural y la sensación de regreso se da siempre donde está tu hija. Eso cambia las cosas y la perspectiva de lo que es el viaje.

Hace mucho tiempo que visitás Argentina. ¿Sentís que de alguna manera pertenecés al país?
Ya son 18 años y sí, me siento un poco argentino. Mis mejores amigos están acá, mi hija es mitad argentina y mitad española porque su madre es porteña. He vivido en lo profesional y personal cosas muy emocionantes. Es un vínculo que cada año que pasa se va afianzando .

¿Cómo transitás tus 40 años?
Bien. La cifra te obliga al balance de todo lo que has caminado y los privilegios con los que vives. Te obliga también a relativizar algunos aspectos. La llegada de mi hija te hace dar cuenta de que lo importante o urgente quizás sean otras cosas, y no tomarse en serio uno mismo.

Creo que es mi mejor momento. Este disco es el que más me gusta, no sólo como compositor, sino a la hora de estar sobre el escenario, como intérprete.


A esta altura, ¿qué cosas te divierten en el escenario?
Quizás ese carácter teatral que le trato de poner a la puesta en escena. Me gusta mucho guionar los conciertos. Que sea algo más que una sucesión de canciones.

En cuanto a la fama o relevancia, ¿qué ganaste y qué perdiste?
Me pasa que me paran de vez en cuando en la calle, pero no es una popularidad tan masiva. Siempre hay alguien que te conoce y no siempre tienes la intimidad que te gustaría. La gente es grandiosa porque te hace sentir muy a gusto, pero otras están basada en la fantasía en la que quieren hacerte una heladera y no es real. Por lo general la gente es muy respetuosa y cariñosa. Ser conocido a mí me dio la oportunidad de cantar con Serrat y Mercedes Sosa. De otra manera quizás no hubiese pasado.
En cuanto a lo malo, hay gente que no es tan increíble. La gente cree que te conoce y que sabe mejor que tú quién eres y sabe lo que tienes que hacer. Hay un poco de osadía en ese sentido. A veces se confunde lo que queremos que sea el músico con lo que realmente es.

¿Pensás que ya no hay tantos trovadores como en otras épocas?

Me parece que no tienen los espacios en los medios de comunicación que se merecen. A veces no somos muy conscientes, pero los cantautores son tipos que se jugaron la vida. Somos bastante ingratos con esa generación. Pero la trova tiene su público y creo que la apuesta no está perdida.

¿Cómo te gustaría verte dentro de 10 años?

En aprendizaje permanente, como hasta ahora, nutriéndome de este oficio y siendo capaz de emocionarme hasta los huesos. Trato de ser fiel a mí mismo.


Por más que uno sienta que tu patria es la carretera, tu hogar está donde está tu hija. Ese es tu lugar natural.



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