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La Mañana Muerte

Al borde de la muerte, encontró a un donante de hígado: su asombrosa recuperación

El neuquino Daniel Troglia se sorprendió con una enfermedad terminal y una semana más tarde entró al quirófano. Su conmovedora historia y la importancia de la donación de órganos.

En julio de 2023, Daniel Troglia salió de su casa a las ocho de la mañana, como todos los días. A las diez, cuando le llegaron los resultados de sus últimos análisis clínicos, su vida dio un vuelco tan grande que regresó a su hogar recién dos meses más tarde. En el medio, pasó por una semana de internación en Neuquén y tres días de agonía en Buenos Aires, con la muerte como un destino seguro, hasta que apareció un donante de hígado que le permitió volver a vivir.

Este último 4 de julio, el hombre de 60 años festejó el primer aniversario de su nueva vida. Pero el día previo a la celebración no paró de pensar en otra fecha del calendario que una familia desconocida atravesó inundada por el dolor. "También fue el aniversario del fallecimiento de alguien", explicó a LMNeuquén. Y ese alguien era el dueño o la dueña del hígado que unos familiares brindaron de forma abnegada para darle a Daniel una segunda oportunidad.

Antes de quedarse una semana internado en la Clínica Pasteur, nunca había pasado demasiado tiempo en un consultorio médico. Sano y activo, siempre tenía resultados óptimos en los laboratorios y durante diez años practicó fútbol en una escuela que funciona en el Club Banco Provincia de Neuquén (BPN). Sólo se sometía a los estudios de rutina, mitad por costumbre y mitad por insistencia de Mariana, su hija de 31 años, que es médica y está haciendo la residencia de Pediatría en el Hospital Castro Rendón.

Transplante de higado- Mariana y Eduardo (5).JPG

"Literalmente, mi hija me salvó la vida. Si no hubiera sido por ella, no llegaba", afirmó. Y es que, cuando le llegaron los resultados, fue Mariana la que insistió en saber un poco más sobre un parámetro raro que había en una enzima hepática y que los primeros médicos clínicos no podían desentrañar. "Ella pisó el acelerador y en unos pocos días vimos a varios especialistas", relató.

Después de consultar a gastroenterólogos y otros referentes médicos, terminaron bajo el ala de la unidad de Hepatología de la Clínica Pasteur. A pesar de que Daniel tenía un aspecto saludable y no presentaba ningún síntoma evidente, los profesionales fueron determinantes. "Yo había salido de mi casa porque en una hora y media tenía el turno, pero me llamó la hepatóloga y me dijo que mi hígado ya estaba casi sin funcionar y que me tenía que quedar internado, fue todo muy rápido", expresó.

La donación y el trasplante de hígado

Así, Daniel afrontó la primera internación de su vida. En esa semana que pasó en las sala de la Pasteur, su cuerpo se deterioró a toda velocidad. "El diagnóstico era de una hepatitis autoinmune, que es una enfermedad muy rara y silenciosa, la podés tener mucho tiempo sin que haga ninguna manifestación", explicó Mariana, su hija, durante la entrevista.

En pocos días fue trasladado al hospital El Cruce, en Florencio Varela. Por la gravedad de su cuadro y sus antecedentes de vida saludable, le informaron que estaba primero en la lista de espera del INCUCAI por un donante de hígado. Sin embargo, el deterioro de su salud era cada vez más veloz y, en esos tres días de agonía, la muerte ya se presentaba como un destino inexorable.

En los días más críticos, Daniel estaba sumergido en un estado de semi inconsciencia, acompañado de su esposa y sus dos hijas. "El cuerpo es sabio, me decían que me quejaba de dolor pero no recuerdo haber sentido dolor físico. Cuando supe que me tenían que trasplantar me agarró angustia, pero en ningún momento sentí miedo", relató. Entre sueños incomprensibles, tenía raptos de lucidez y, en uno de ellos, escuchó la voz de un cirujano que le dio la noticia: había aparecido un órgano que podría salvarle la vida.

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"Me contó los riesgos y me dijo que si quería me podía negar, pero le dije que quería ir para adelante y firmé yo todos los formularios", afirmó.

En medio del dolor, Daniel buscaba a su hija para preguntarle cosas. Incluso con su diploma de médica, Mariana no tenía demasiadas respuestas para darle. Pero le proponía que no dejara de pensarse y de verse a sí mismo volviendo a casa. Y él, obediente, soñaba con Neuquén cada vez que perdía la lucidez. En alguno de esos viajes oníricos casi sin sentido, recuerda haber soñado con él mismo manejando por la calle Leguizamón, seguro de que, antes o después, iba a regresar a su cuarto, su esposa, sus perros.

"Yo recuerdo cuando entré al quirófano, parecía una nave espacial por la cantidad de equipos, cuando me despierto, estaba solo todavía, tuve muchos sueños, y tuve que preguntar si me habían operado o no. Estaba tranquilo, con mucho hambre. Me sentía muy bien, creo que mejor que antes", señaló.

Volver a vivir

Su recuperación, al borde de lo asombroso, fue casi tan poco común como su enfermedad. "A los cuatro días de operarse ya estaba en la sala común, a la semana empezó a pararse y caminar, y a los diez días le dieron el alta", contó Mariana y agregó que tuvieron que pasar casi dos meses hasta su regreso a Neuquén, porque su padre debía recuperar las fuerzas para afrontar el viaje de vuelta a casa.

Aunque perdió mucho peso tras la operación, aclaró que hoy se siente mejor que antes. "Recuperé el 70% del peso y ahora me estabilicé, pero soy agradecido. Sentí el apoyo de toda la gente que nos conoce, vivimos hace tres décadas en Neuquén y sin apoyo de nuestros amigos hubiera sido mucho más complicado", afirmó.

"Él siempre tuvo una vida muy saludable y aunque todos lo veían como una persona sana, los resultados dieron mal en un análisis de rutina", dijo su hija, la futura pediatra, en relación a la importancia de fomentar la promoción de la salud. "Por eso es tan importante hacerse estudios de manera frecuente. Era algo que se puede encontrar a tiempo y tener más opciones para tratamientos. En este caso se detectó tarde, pero con la suerte de conseguir un donante en pocos días", señaló.

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Por ahora, Daniel no puede volver a jugar al fútbol. Pero se le llena el corazón por cumplir ese sueño -tan simple y a la vez tan imposible- de manejar hasta su casa por la calle Leguizamón. Y cuando el sol de Neuquén le pega en la cara, disfruta cada segundo de su vida nueva.

La importancia de ser donante

"Lo cuento y me emociono, pero lo quiero difundir para que se conozca más", dijo él. Su hija, por otro lado, dijo que es importante conversar sobre la voluntad de cada ser querido para no dejar que el dolor por la pérdida modifique las decisiones del círculo más cercano. "Lo mejor es que se hable en las familias. El donante muchas veces es una persona joven; yo soy completamente apta para donar un órgano y una persona de 80 años quizás no. Si una persona joven muere, es una tragedia pero mis papás lo saben, yo quiero ser donante. Muchas familias se oponen por tristeza, por no hablarlo", aclaró.

Aunque afirma que le da intriga saber quién fue la persona que le donó su hígado, también sabe la razón por la cual su identidad queda en el anonimato. "Veía videos de Estados Unidos, cuando se encuentran con la familia del donante, y es muy emocionante pero también uno debe afrontar la angustia de esas personas que perdieron a un ser querido, llorando conmigo, o que buscan adoptar al receptor porque sienten que una parte de la persona que quieren vive dentro de mí", afirmó.

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Sin ningún dato sobre su donante, presiente que sus propios sueños quieren mostrarle algo más. "Desde que me operaron, empecé a soñar con una mujer. Una vez vino con una sonrisa hermosa, me dio un ramo de flores y dijo que quería casarse conmigo, pero yo le decía que ya tenía esposa", dijo y agregó: "También sueño que estoy en el trabajo y me avisan que tengo que recibir un paquete. Y otra vez soñé que alguien iba a alojarse en mi casa y me decían que tenía que ser amable y hacerlo sentir bienvenido".

Así, cada vez que cierra los ojos, Daniel crea un mundo onírico donde siempre recibe regalos o aloja algo valioso con pura hospitalidad. "Quizás sea una mujer, otra más en mi vida, además de las tres que ya tengo", señaló. Y aunque sabe que nunca va a conocer su nombre, le agradece en silencio por esa oportunidad de una vida nueva. Dormido, en esos sueños confusos. Y también despierto, cuando respira al aire libre y deja que su cara absorba el sol intenso de Neuquén.

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