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¿Es peligroso hacerse las uñas? Alerta sobre los riesgos para la salud

El esmaltado semi permanente de uñas y el kapping son furor en Neuquén, pero manicuristas y clientas deben cumplir ciertos cuidados.

Esmaltado semi permanente, kapping, uñas esculpidas, nailart. La tradicional manicura se reinventó en los últimos años y empezó a ganar terreno tanto en Neuquén como en el resto del país. Hoy, la demanda se multiplica a toda velocidad y alimenta el mito que enmarca a las manicura como una salida laboral rápida y fácil, a la que se puede acceder sólo con ver tutoriales en Internet. Sin embargo, las especialistas de más trayectoria advierten sobre los riesgos que conlleva elegir gabinetes que no cumplen con las normas básicas para cuidar la salud de sus clientas.

Yohana Palacio es manicurista desde 2014, cuando la tendencia de lucir uñas de acabado profesional aún era muy incipiente. Con años de práctica y capacitaciones, cosechó una amplia de red de seguidores en redes sociales y más de 65 mil personas las siguen en redes sociales para ver sus cursos y su trabajo que luce su habilidad para el nailart.

"En muchos salones toman a chicas que hicieron un curso de un mes y como no están preparadas, la mitad de las clientas tiene algún problema, porque no esterilizan bien las herramientas o porque no hacen la técnica adecuada y así las clientas tienen desprendimientos del esmalte o infecciones porque cortan la cutícula de más y les sangra", dijo sobre la situación que se vive en muchos gabinetes de estética de la ciudad.

Agregó que muchas manicuristas optan por limpiar sus herramientas con alcohol en lugar de hacer una esterilización completa de las herramientas para evitar que haya inconvenientes de salud. "Yo vengo del rubro de salud, soy auxiliar de farmacia y trabajé mucho en droguerías", dijo y agregó que es necesario cumplir ciertas reglas básicas de higiene.

Por eso, señaló que los clientes deben verificar que todas las herramientas estén esterilizadas, que se utilicen guantes, limas y toallas descartables para hacer el servicio. También aconsejó cuidados especiales para los que se realizan este tipo de intervenciones estéticas: regresar a la manicurista antes de que se desprenda el esmalte y nunca arrancarlo por cuenta propia, evitar la exposición a la humedad, cuidar el acabado con guantes al hacer actividades domésticas son algunas de esas buenas prácticas.

No tienen regulación

Uno de los principales obstáculos para garantizar la seguridad en estos procedimientos es la falta de una regulación o aprobación oficial de la especialidad. "Nuestra profesión se considera un oficio y no está regulado por ninguna entidad", detalló la manicurista. Aclaró que no hay una currícula específica de contenidos básicos que deben saber y aplicar, por lo que el riesgo de generar una mala praxis es mayor.

Agregó que muchas veces son subestimadas por la sociedad, que considera que sólo "pintan uñitas", cuando se trata de un procedimiento estético que está íntimamente ligado a la salud de los clientes, que suelen practicarse estos servicios de manera frecuente. En algunos casos, se realizan esmaltados cada quince días.

Ante la falta de regulación, la actividad es vista como una salida laboral rápida y que no demanda demasiado estudio. Por eso, son muchas las personas que realizan cursos cortos en línea y que comienzan a trabajar por su cuenta o en salones, donde sólo los instruyen con los conocimientos básicos. Con mucha actividad informal y sin carga impositiva, se da una fuerte competencia y muchos clientes, buscando precios más baratos, terminan por poner en riesgo su salud.

En Neuquén, un servicio de manicura y esmaltado cuesta entre 3 mil y 6 mil pesos, según el gabinete elegido y el tipo de servicio. Para las especialistas, formarse y armar un espacio de trabajo requiere de una inversión, sobre todo para las que optan por comprar esmaltes y herramientas de calidad, y que se capacitan de forma constante porque las técnicas cambian a paso acelerado a partir de la incorporación de más tecnología.

La formación es importante

Yohana aseguró que ama su profesión y que en ella encontró la posibilidad de manejar sus horarios y organizar su vida familiar y la maternidad. Sin embargo, se lamenta al ver a otras colegas que, con muy poca formación, empiezan a dictar clases a otras personas, interesadas en tener una rápida salida laboral. "Es un conocimiento muy deficiente que se va transmitiendo, y ahí aparecen los riesgos para la salud", dijo.

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Aunque agregó que mantener las uñas en condiciones y evitar ciertos riesgos depende también de las clientas, llamó a la necesidad de pensar el oficio como un trabajo serio que requiere de inversión, capacitación y dedicación plena para cuidar las manos de cada clienta.

Para las colegas recordó la importancia de evaluar el estado de las uñas antes de practicar algún tratamiento y negarse en caso de ver algún riesgo. "No es cierto que la uña tiene que respirar o darse un descanso, pero yo he visto uñas muy lastimadas y les sugiero que esperen antes de hacerse un tratamiento", dijo.

La preocupación por la salud en este tipo de intervenciones tomó más relevancia tras la difusión de un caso en Buenos Aires, que reveló que una joven sufrió cáncer en un dedo y comenzó a sospechar de las lámparas de secado rápido que usan las manicuristas. Sin embargo, Yohana consideró que se trata de un mito que no está comprobado y que no tiene sustento científico.

"Un estudio que saco CNN hace unos meses fue realizado exponiendo tejido humano 20 minutos seguidos, por tres días consecutivos, con una cabina antigua (de tubo) que ya nadie usa y con una potencia de watts altísimo. Y aun así apenas pudieron ver que provoco un daño", detalló y agregó que se debería haber utilizado la tecnología que usan hoy en día los salones: cabina led de rayos tipo A y de 48 watts.

Por eso, explicó que es peligroso que se divulguen opiniones que perjudican el trabajo de las manicuristas sin pruebas que demuestren si hay un daño real o si son servicios inocuos. Agregó que las personas se exponen de forma constante a otras prácticas estéticas -como la depilación definitiva o el alisado permanente del pelo- y a otros hábitos alimenticios o de actividades que podrían incrementar el riesgo de cáncer. Por eso, se trata de una enfermedad multicausal y que no puede hacer foco sólo en las uñas pintadas.

En ese escenario, Yohana planteó la importancia de empezar a regular la actividad, con el objetivo de generar capacitaciones más completas para las personas que se interesen en ofrecer este tipo de servicios. Así, los clientes sólo deberían conocer cuáles son los salones habilitados para asistir tranquilos de que no hay riesgos a la hora de elegir un esmaltado de uñas.

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