Aclararon que la potabilización del agua de mar que se consume en Puerto Pirámides elimina el componente nocivo. Qué harán para evitarle trastornos al turismo.
Tras la preocupación que se generó este miércoles al confirmarse la muerte de una importante cantidad de ballenas adultas en Chubut producto de una toxina paralizante en el mar de la Península de Valdés, el intendente de Puerto Pirámides buscó llevar tranquilidad a los turistas que visitan la zona y aclaró que la situación no implica riesgo para las personas.
Inicialmente, se informó que eran 18 las ballenas adultas que aparecieron sin vida, varadas en las costas, pero en la tarde de este miércoles el número confirmado ya es de 21 ejemplares, al que se le suma más de 50 ballenatos y crías.
El temor respecto a los efectos que podría tener la misa toxina en los humanos se originaba en el hecho de que en Pirámides, por la falta de acceso a agua dulce, se desaliniza agua de mar para que pueda ser consumida. Sin embargo, es ese proceso de potabilización el que evita los riesgos.
“La Dirección General de Servicios Públicos confirmó que no hay riesgo por el tratamiento que se hace en el agua de que se genere algún tipo de intoxicación en la población”, aseguró el alcalde Jorge Perversi, en diálogo con medios locales horas después de que se informó la preocupante información.
El jefe comunal explicó además que por estos días, en la ciudad solo se consume una parte del agua de mar desalinizada, porque el quipo para potabilizarla tiene bajo rendimiento. “Nosotros consumimos mayoritariamente agua dulce potable que viene en camiones desde Puerto Madryn”, aclaró.
“Una cuestión estética”
Desde el punto de vista sanitario, el intendente señaló que si las ballenas muertas están alejadas del ejido urbano no deberían generar problemas, aunque sí admitió otro tipo de complicaciones.
Perversi reconoció que “varan en la costa en función del viento y la corriente, y nos genera una gran incomodidad por el hedor y los fluidos que emanan”.
Pero además, hay un efecto más simbólico, que tiene que ver con uno de los principales atractivos turísticos de Valdés que en esta época del año está cerca de cerrar la temporada: el avistaje de ballenas.
“Es una cuestión estética también para el turista, porque vienen a ver ballenas y se encuentran con un espectáculo lamentable por tantos animales muertos. Eso le quita el atractivo”, consideró.
Según explicó, el jefe comunal le trasladó esa preocupación a la subsecretaria de Conservación de la Provincia, Nadia Bravo, y junto con Fernando Bersano, subsecretario de Fauna, convinieron en llevar a cabo el mismo procedimiento de 2022, cuando se produjo una situación similar.
“Se hizo una tarea con colaboración de Vialidad Provincial y se enterró a los animales usando máquinas grandes”, explicó sobre los trabajos que se proponen encarar ante la situación.
La acumulación de estos gigantes de los mares varados en las costas, si bien empresas de avistaje y organizaciones locales colaboran en su reubicación para que permanezcan en playas turísticas, es un problema complejo ya que la descomposición produce gases que pueden hacer que los cadáveres estallen.
Por esa razón, ya antes de que hablara el intendente hubo una recomendación para la comunidad: Gabriela Bellazzi, presidenta del Concejo Deliberante de Puerto Pirámides e integrante de la red de varamientos -un sistema de emergencias y rescate de fauna marina-, recomendó mantenerse alejados de los animales varados y evitar el contacto de mascotas con los restos.
Números que preocupan
Un informe reciente indica que en lo que va del año se encontrado 71 ballenas muertas en Chubut. De ese total, 53 son ballenatos y 18 ejemplares adultos, según el monitoreo sanitario que se lleva adelante en la provincia.
Ya en 2022, cuando se llegó al total de 13 ballenas muertas, el Centro Nacional Patagónico del Conicet (Cenpat-Conicet) comenzó a estudiarlas para revelar la causa de su muerte.
En aquel momento, desde el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) confirmaron que se trataba de la primera vez que se registraba ese grado de mortandad, desde el comienzo de sus estudios en el año 1971. Al año siguiente, los casos fueron más del doble.
“No hay registro como este de una gran cantidad de ballenas muertas”, enfatizó entonces Mariano Sironi, Director Científico del ICB, cuando el número era todavía muy inferior a los 71 ejemplares que aparecieron muertos a lo largo de este año.
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