El hombre traía una carga valuada en dos millones de pesos. Este mismo año fue imputado por robo de valijas en el aeropuerto cuando trabajaba para la empresa Intercargo.
Efectivos de la Prefectura Naval Argentina protagonizaron una inusual intervención en la frontera con Paraguay. Durante un operativo de vigilancia, detectaron a un hombre en el agua con una carga inusual. Al priorizar su rescate y asegurar su integridad, lograron ponerlo a salvo y trasladarlo para un chequeo médico. La carga que llevaba resultó ser un lote de cigarrillos valuado en más de dos millones de pesos, que carecía de documentación aduanera.
El hombre, de 42 años, fue identificado y quedó supeditado a la causa que lleva el Juzgado Federal de Primera Instancia N.º 1 de Resistencia, encabezado por la jueza Zunilda Niremperger. Las autoridades expresaron sorpresa por esta modalidad de contrabando, que involucra arriesgar la vida para transportar productos de alto valor a través de zonas fluviales. Este método de ingreso ilegal de mercaderías implica desafíos adicionales para la vigilancia fronteriza, dado el uso de entornos complejos y la falta de equipamiento adecuado para detectar actividades de este tipo en áreas como el río Paraná.
Este caso se suma a una creciente preocupación por los métodos que los contrabandistas utilizan para eludir la supervisión. Según reportes de la Prefectura, el uso de vías fluviales en intentos de contrabando ha mostrado un aumento en los últimos años, lo que ha obligado a reforzar los patrullajes y adaptar los operativos de vigilancia para cubrir zonas críticas. La Prefectura continúa investigando el caso para determinar si el hombre actuaba solo o era parte de una red de contrabando más amplia.
Su pasado como “abrevalijas” en Ezeiza
El imputado trabajaba en el aeropuerto internacional de Ezeiza, en la recientemente envuelta en una polémica empresa Intercargo, como tractorista. Allí, terminó acusado de integrar una banda de “abrevalijas” que robaba objetos de valor de los equipajes de los pasajeros. En su locker de la terminal fueron secuestrados un par de aros y, en su casa, dólares, euros, reales y libras egipcias. Cuando lo indagaron, dijo que todo eso lo había encontrado “tirado”.
Las primeras sospechas en su contra surgieron cuando agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) notaron movimientos inusuales de los maleteros en las cintas transportadoras, lo cual desencadenó un seguimiento y análisis de cámaras de seguridad.
En ese momento, N.G. fue acusado de apropiarse de bienes “perdidos”, según su declaración. En su defensa, alegó que había encontrado los objetos “tirados” en el área de trabajo, aunque no pudo justificar la procedencia de las distintas monedas extranjeras y objetos de valor hallados en su domicilio. Los allanamientos realizados en su locker y en su casa arrojaron elementos como dólares, euros, libras egipcias, un reloj de alta gama y pertenencias de los atletas paralímpicos argentinos que regresaban de París. Entre los objetos se incluyeron paletas de tenis de mesa y uniformes oficiales, lo cual refuerza la teoría de un accionar coordinado entre varios empleados de la empresa.
La investigación arrojó evidencia suficiente para procesar a N.G. y otros cuatro empleados. Según el fiscal Mola, las cámaras de seguridad revelaron la dinámica delictiva en la que uno de los implicados accedía al área de carga de equipajes y retiraba objetos de las maletas mientras un cómplice vigilaba para alertar en caso de que algún oficial de seguridad se acercara.
Este tipo de situaciones plantea un desafío para las autoridades aeroportuarias, ya que el robo en equipajes afecta directamente la confianza de los pasajeros y genera dudas sobre la seguridad de los bienes en tránsito. En su fallo, el juez Villena enfatizó la claridad de las pruebas reunidas y la coherencia de los testimonios que muestran la forma en que los implicados operaban de manera sistemática para sustraer objetos de valor.
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