El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere terminar con la “globalización” y volver a tiempos de un capitalismo que ya no existe.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, decidió destruir de un plumazo un tercio del ahorro global, al considerar que el orden económico que rige al mundo desde el inicio del siglo XXI no le es conveniente a su país.
Para ello planteó la increíble política de aplicar aranceles a las importaciones de todos los países, de manera diferenciada, para así desalentar las compras de productos del exterior. La acción del gobierno norteamericano quedó al borde de romper con las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Es de tener en cuenta que hasta este momento, Estados Unidos es el mayor importador de bienes del mundo lo que le genera saldos deficitarios con varios de sus socios. Pero su política trata más que nada de contrarrestar el avance de China en la economía internacional.
Es lo que se conoce como efecto de la “globalización” que estuvo más que vigente desde que comenzó el siglo XXI. Las empresas han ido radicando sus inversiones en las regiones del mundo donde se ofrecieron mejores condiciones. El comercio mundial se fue armando en torno de cadenas de valor internacionales. Como ejemplo, vale decir que un auto que se arma en Argentina tiene 75% de partes importadas y solo un 25% nacionales.
La crisis global avanza
Ese orden comenzó a sufrir su primera crisis con la pandemia. Las empresas dejaron de confiar en los países asiáticos y decidieron trasladar sus cadenas de suministros a regiones más cercanas. Luego, la invasión de Rusia a Ucrania le asestó otro golpe: además de cercanía se buscan que las cadenas estén en países amigables.
El tercer golpe a la globalización lo dio Trump. A contramano de lo que marca la historia, el presidente de Estados Unidos pretende ahora que las cadenas de suministros de las empresas de su país se desarrollen dentro del territorio, para así generar empleo para una amplia clase media descontenta que ha venido votando a favor de los repúblicanos.
No se sabe en qué puede derivar esa política anacrónica, pero lo que sí se conoce es que había un mercado de capitales en Estados Unidos y a nivel global, que estaba montado sobre esa organización de la economía mundial.
Todo ello es lo que está haciendo que los mercados financieros globales ahora se detonen. Este lunes, por ejemplo, al arrancar la jornada la bolsa de Hong Kong se hundió 13,2%; Tokio, 7,8%; y Shanghái, 7,3%. Fránkort, París y Londres arrancaron con pérdidas en torno al 5%.
Para los analistas es complicado determinar hasta donde llegará la crisis económica global, que puede derivar en una recesión generalizada. Los inversores venden acciones y buscan refugio en otros activos, como son los bonos del Tesoro americano a 10 años. Otra inversión ha sido el oro, refugio de inversiones en caso de una guerra mundial.
Cómo puede afectar la crisis a la Argentina
En el caso de la Argentina un elemento ha venido jugando en contra y es que ante la perspectiva de una recesión mundial, el precio del petróleo disminuya, lo que hace que los u$s8.000 millones que iba a dejar Vaca Muerta en 2025 corra peligro.
También puede afectar al precio de los commodities que exporta Argentina que los países empiecen a contrarrestar la política de Trump con carreras devaluatorias. Eso podría provocar mayores problemas porque caería el precio de productos como la soja, el aceite de soja, y el trigo, que son la base de las exportaciones del país. De hecho ya la semana pasada estos bienes primarios sufrieron fuerte castigo.
Y un tercer elemento a tener en cuenta es que si el banco central de Estados Unidos (Reserva Federal) cree que el país puede entrar en una etapa de inflación acelerada, pueda determinar una suba de la tasa de interés. Eso puede complicar el regreso a los mercados de la Argentina en 2026, cuando va a tener que salir a pedir dinero prestado para refinanciar vencimiento de bonos en manos de inversores privados.
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