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Malacara, el valiente caballo que salvó a un colono galés y forjó el destino de Trevelin

Con un salto épico, el valiente corcel le permitió huir de una muerte segura a manos de un malón. Después, el pionero fundó el próspero pueblo de Chubut.

Al pie de la Cordillera de Chubut, el pintoresco pueblo de Trevelin guarda entre sus cerros y bosques una historia que parece sacada de una película de epopeyas. Miles de visitantes recorren cada año sus calles empedradas sin imaginar que ese territorio nació gracias al salto desesperado y valiente de un caballo sobre un cañón de casi cuatro metros de profundidad.

El Museo Cartref Taid, conocido también como la tumba del Malacara, es parada obligada para quienes buscan entender cómo la valentía de un animal cambió el rumbo de la colonización galesa en la región.

Allí, Clery Evans hoy recibe a los turistas con una historia familiar que se confunde con la épica fundacional de la Patagonia argentina.

Colonos galeses y una expedición hacia el oro

"El pueblo galés no es inglés; es celta", aclaró la descendiente directa del protagonista de esta odisea. Su bisabuelo formó parte de aquellos 153 inmigrantes que en 1865 cruzaron el océano a bordo del velero Mimosa y desembarcaron en Puerto Madryn, escapando de la miseria de las minas de carbón de Gales.

"Allá llevaban una vida miserable, muertos de hambre, y no podían ni mantener su propio idioma", relató hace unos años la encargada del museo en una entrevista de la agencia Télam, explicando las razones que empujaron a sus ancestros a aceptar la invitación del gobierno argentino de entonces.

John Daniel Evans tenía apenas tres años cuando pisó suelo patagónico. A los 20, convencido de que el oro abundaba en pepitas en la cordillera, organizó una expedición temeraria junto a tres amigos: John Hughes, John Parry y Richard Davies.

Era 1883 cuando emprendieron el viaje desde Rawson hacia los Andes, llevando una yeguita y 18 caballos. Entre ellos, uno de pelaje distintivo: Malacara.

Museo Cartref Taid, en Trevelin - hogar del abuelo
El museo Cartref Taid, en Trevelin.

El museo Cartref Taid, en Trevelin.

Los 600 kilómetros que separaban la costa de las montañas les demandaron seis meses de travesía. Pero la búsqueda del oro nunca llegó a concretarse. Al alcanzar la Cordillera, los galeses fueron confundidos con soldados del ejército de Julio A. Roca y emboscados por un grupo indígena comandado por el cacique Foyel.

La hazaña de un caballo en una emboscada mortal

El ataque fue feroz y mortal. Los indígenas cerraron el círculo sobre los expedicionarios. Parry cayó con una lanza clavada en el costado derecho. Evans sintió el filo de una lanza rozar su paleta izquierda. Sus otros compañeros de viaje no sobrevivieron.

Lo que sucedió en los minutos siguientes quedó grabado en las memorias que el propio Evans escribió años más tarde. Su testimonio describe con precisión cinematográfica el momento en que su vida pendió de un hilo.

"Marchábamos despreocupados, sin pensar en nada, sin siquiera mirar atrás, cuando de pronto sentimos un tremendo aullido, grito de guerra de los indios, e inmediatamente la atropellada de los caballos”, escribió el protagonista de la película.

“Eché una mirada hacia atrás y vi sus lanzas brillar al sol. Nos cerraron en círculo, sentí el chuzazo de una lanza en mi paleta izquierda y antes de que pueda reaccionar vi a Parry caer a tierra con una lanza clavada en el lado derecho y no sé si los otros compañeros estarían heridos, porque se mantenían en sus caballos".

Museo-Cartref-Taid-interior-trevelin
La Casa del Abuelo, donde la nieta del colono galés que participó en la fundación de Trevelin cuenta la historia del valiente caballo Malacara.

La Casa del Abuelo, donde la nieta del colono galés que participó en la fundación de Trevelin cuenta la historia del valiente caballo Malacara.

Según describe el colono en su relato, más adelante, a unos trescientos metros, corría un zanjón profundo por donde las aguas de lluvia bajaban desde la loma. Evans conocía el lugar, igual que los indígenas. La estrategia era clara: acorralarlo contra el barranco para bolear su caballo. El pánico lo invadió.

"Me veía acorralado. El zanjón tenía una altura aproximada de 3,60 metros. En el fondo había arena blanda. Llegué a la orilla. El caballo creo que percibió mi intención y obedeció a mi desesperada orden: saltó al fondo del barranco y cayó con sus manos y patas extendidas. El Malacara se levantó de un salto y yo me mantenía aferrado al recado del terror que sentía. Sin lastimarse ni detenerse, volvió a saltar otro barranco más bajo. Resollaba, como pidiendo un poco más de tiempo".

Tierra próspera y un plebiscito

Así, sobre el lomo de un valiente, Evans logró huir y ponerse a salvo. Pero ese salto épico del Malacara no solo salvó la vida. Sin saberlo, el noble animal acababa de asegurar el futuro de una colonia entera.

Porque al al año siguiente del ataque, en 1884, el pionero galés lideró una nueva expedición de colonos en busca de tierras más fértiles que las de la árida costa chubutense. Y así nación Trevelin.

Los colonos avanzaron hasta el pie de los Andes, y más. Y fundaron lo que hoy es la Colonia 16 de octubre y la ciudad de Trevelin. El Cwm Hyfryd o Valle Hermoso, como lo bautizaron los galeses, resultó ser un territorio extraordinariamente fértil. Las cosechas prosperaron y la comunidad floreció.

El éxito de la colonia no pasó desapercibido al otro lado de las montañas. Y años más tarde Chile reclamó esas tierras productivas para sí.

Pero en un plebiscito realizado en 1902, los colonos galeses liderados por Evans tuvieron la oportunidad de decidir su destino. La votación fue contundente: eligieron de forma unánime seguir siendo argentinos.

Trevelin - Plebiscito de 1902

Hoy, Trevelin es una joya de la comarca andina de este lado de los Andes, donde las bellezas naturales se entrelazan con la herencia galesa.

Los turistas que visitan el pueblo recorren los paseos organizados por la Secretaría de Turismo local y descubren la historia de aquellos pioneros que llegaron a fines del siglo XIX cargados de esperanza.

En el Museo Cartref Taid —que en castellano significa "Hogar del Abuelo"— Clery Evans mantiene viva la memoria de su antepasado y de aquel caballo que, con un salto imposible, escribió una página fundamental en la historia de la Patagonia argentina.

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