Los ciudadanos no deben definir si el acusado es culpable, sino si le caben los agravantes que pide la fiscal. El crudo relato del ataque a puñaladas y el plan de la defensa.
Este martes, con los alegatos de las partes y los primeros testimonios de testigo, se inició en Chubut el juicio por jurados al hombre que ya confesó el crimen de su ex pareja, Alexia Johana Sáez, hace poco más de un año en una casa de Trevelin.
"Yo la maté", les dijo de frente Víctor Abel González, el acusado, a los 12 ciudadanos seleccionados para tomar una decisión. Pero entonces, si la culpabilidad del imputado ya no está en duda, que deben definir en su sentencia.
El Ministerio Público Fiscal confirmó que lo que está en discusión en el proceso no es quién y cómo asesinó a Johana, sino por qué delitos se lo condena. En base a actuaciones y el testimonio de más de 60 testigos, el equipo de la fiscal Rebeca Riccono reconstruyó lo sucedido y hoy lo expuso.
En el alegato se escucharon estremecedores detalles de la violencia extrema y la decisión con que, según la acusación, se cometió el brutal ataque, en el que la víctima recibió una avalancha de puñaladas que le causaron la muerte.
Además, la propia defensa les explicó a los integrantes del jurado que la culpabilidad no está en cuestión . Y por si eso no resultara suficiente, luego el propio acusado hizo lo mismo con esa frase contundente.
Lo que su abogada intentará en el proceso es convencer al jurado para que no aplique los agravantes que prevé el Código Penal para los crímenes cometidos por una expareja, como en este caso, ni los cometidos por un hombre en perjuicio de una mujer.
¿Femicidio anunciado?: "La voy a cagar matando"
El crimen de Johana fue en la madrugada del 15 de enero de 2024 cuando González, según el relato de la acusadora, ingresó intempestivamente a la vivienda de Johana.
La encontró acostada en un sofá y, a criterio de la acusación, iba decidido a matarla. Al punto de que, al verlo, ella se aterró, trató de evitar que la atacara, pero no pudo lograrlo.
Johana no estaba sola en el domicilio. La acompañaba un amigo, sentado en la cabecera de la mesa. Riccono precisó que el imputado no lo había visto hasta ese momento y que, al notar su presencia, fue también contra él, pero no lo pudo alcanzar.
Otro amigo de la joven ingresó a la vivienda con un palo para defenderla. Logró golpear en la cabeza a González, que lejos de amedrentarse, salió a correr al joven por la calle.
En ese momento, Johana seguía viva. Pudo llegar a la puerta de la casa, pero allí se desplomó. Siempre según el alegato, su ex pareja la vio caer, se acercó y se aseguró de matarla, dándole treinta puñaladas más. Brutal.
Luego se fue, tirando el cuchillo en un arbusto. Llegó a su casa, juntó ropa para irse, pero no le dieron los tiempos: antes de que pudiera cumplir con su cometido, llegó la policía a detenerlo.
En base a estos hechos, la fiscal sostiene que para cometer el crimen, González se aprovechó de la situación de indefensión de la víctima, tomándola por sorpresa en el ataque, y también hizo usufrtucto de su condición de mujer y la contextura física inferior.
El calvario de la víctima en Chubut
La fiscal expuso al jurado que Johana vivió el calvario de la violencia de género durante el último año y medio. Pero que nunca había contado lo que estaba padeciendo. Según lo que pudo reconstruir en base a los numerosos testimonios recogidos, solo una vez comentó con su gente más cercana pequeños fragmentos de lo que estaba pasando.
Lo cierto es que en ese período, aseguró Riccono, vivió violencia física, amenazas con cuchillo, apariciones de prepo en la casa cuando estaba sola, y también agresiones de González a sus amigos.
Fue durante ese tiempo, también, cuando el control que el imputado ejercía sobre ella y las agresiones escalaron a niveles insospechados por la mayoría de los allegados de la víctima, que guardaba silencio. González —contó la fiscal— se anotó en la misma carrera que Johana, alquiló una casa a menos de 100 metros de la de ella. La tenía siempre a tiro.
“Vamos a poder acreditar que su muerte fue la expresión máxima de la violencia de género que ella venía sufriendo. Vamos a poder mostrarles que González la mató porque no la podía controlar más, porque no era su dueño, porque no quería que Johana hiciera su propia vida, porque la prefería muerta antes que verla con otro”, se dirigió Riccono al jurado popular.
Y cerró su alegato haciendo alusión a una frase que se le escuchó al acusado tiempo antes de cometer el ataque: "Dijo “La voy a cagar matando’. Y la mató”, aseguró la acusadora.
Qué argumenta la defensa
“Víctor González mató a Johana Sáez”, sostuvo a su turnos la defensora Carolina García en su presentación del caso.
“Lo que pasó fue un hecho grave, un hecho violento y fue un hecho trágico”, continuó. Y anticipó que en el juicio intentará exponer otra “versión de la historia”, que difiere de la que presentó la fiscal, y que está vinculada a “lo que le pasó a Víctor para hacer lo que hizo”.
Uno de los pilares de la estrategia de la defensa es el excesivo consumo de alcohol y la influencia que esto tuvo en lo sucedido: “perdió la cabeza, perdió los estribos…”, argumentó la defensora.
“Esto fue una situación del momento, algo que pasó por la cabeza de Víctor esa noche, que lo llevó a cometer un hecho de estas características, algo que para él y para la gente que lo conoce sería un hecho impensado”, sostuvo.
Tras la confesión del acusado, que también habló en el comienzo del debate, comenzaron las declaraciones testimoniales, que se prolongarán por al menos tres jornadas. Seguirán los alegatos finales, los pedidos de pena y después, finalmente, la decisión de los ciudadanos: 6 hombres y 6 mujeres (hay cuatro suplentes).
En este caso no deberán decidir si el confeso asesino actuó por un impulso momentáneo o tenía todo planificado y hizo un uso alevoso de su fuerza física contra una mujer que, ante él, estaba indefensa.
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