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Un accidente le cambió la vida y ahora es la primera persona en silla de ruedas que viajó al espacio

“Michi”, como la conocen los más cercanos, viajó en un cohete de la compañía de Jeff Bezos. Y en un hecho trascendental, viajó a unos 100 kilómetros sobre la Tierra.

El vuelo suborbital realizado el 20 de diciembre de 2025 marcó un punto de inflexión en la historia reciente de la exploración espacial. Ese día, la ingeniera alemana Michaela Benthaus se convirtió en la primera persona usuaria de silla de ruedas en viajar más allá de la atmósfera terrestre, a bordo de una cápsula de Blue Origin.

La misión, desarrollada en el oeste de Texas, abrió una discusión concreta sobre accesibilidad, diseño y criterios médicos en los vuelos espaciales civiles.

El viaje duró alrededor de diez minutos y llevó a seis personas a superar la línea de Kármán, el límite internacionalmente aceptado que marca el inicio del espacio exterior a 100 kilómetros de altitud. Más allá del impacto simbólico, la experiencia dejó datos técnicos y operativos que comienzan a redefinir quiénes pueden participar de este tipo de misiones.

Un vuelo que redefine los límites de acceso

La misión se realizó a bordo de la cápsula New Shepard, un vehículo autónomo diseñado para transportar pasajeros en trayectos breves fuera de la atmósfera. Durante el ascenso, la nave superó los 100 kilómetros de altura y permitió a la tripulación experimentar microgravedad durante aproximadamente tres minutos antes del descenso controlado con paracaídas.

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El diseño accesible de la cápsula permitió la participación de una pasajera en silla de ruedas sin cambios estructurales mayores.

El diseño accesible de la cápsula permitió la participación de una pasajera en silla de ruedas sin cambios estructurales mayores.

Benthaus, de 33 años, es ingeniera aeroespacial y mecatrónica. Tras un accidente de ciclismo de montaña en 2018, sufrió una lesión medular irreversible y desde entonces utiliza una silla de ruedas. Lejos de abandonar su carrera, combinó su formación técnica con el activismo en accesibilidad y diversidad dentro del ámbito científico. En la actualidad participa en programas de formación avanzada vinculados a la Agencia Espacial Europea.

Su selección para el vuelo surgió a partir de una iniciativa impulsada por Hans Koenigsmann, ingeniero alemán y exejecutivo de SpaceX, quien colaboró en el patrocinio logístico y en la coordinación técnica. La elección sentó un precedente inédito: no existían registros previos de personas usuarias de silla de ruedas en vuelos espaciales, ni civiles ni estatales.

Adaptaciones técnicas y diseño accesible

Uno de los puntos más relevantes de la misión fue demostrar que no se requirieron modificaciones estructurales de gran escala para permitir la participación de Benthaus. Según explicó la empresa, la cápsula New Shepard ya incorporaba criterios de accesibilidad desde su etapa de diseño.

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Entre las adaptaciones operativas se incluyeron una tabla de transferencia para facilitar el paso desde la escotilla al asiento, un ascensor en la torre de lanzamiento, ubicada a la altura de siete pisos, y una alfombra especial en la zona de aterrizaje para asegurar el traslado desde la cápsula hasta la silla de ruedas. Además, ingenieros y personal médico entrenado acompañaron todas las fases críticas del vuelo.

La tripulación recibió capacitación específica en simuladores de emergencia y pruebas de ingravidez. El objetivo fue garantizar seguridad y autonomía, incluso en escenarios no previstos. Durante la misión, Benthaus mantuvo comunicación constante con el equipo de tierra y contó con asistencia directa en los procedimientos de evacuación tras el aterrizaje.

Impacto en la industria espacial y próximos pasos

El vuelo suborbital del 20 de diciembre elevó a 86 la cantidad de personas que Blue Origin transportó más allá de la línea de Kármán. Sin embargo, su importancia excede el número. El caso de Benthaus introduce variables nuevas en la definición de criterios médicos, normativas de selección y diseño de hardware para futuras misiones.

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En los últimos años, agencias y empresas privadas comenzaron a revisar los parámetros clásicos de aptitud física. La Agencia Espacial Europea, por ejemplo, autorizó en 2023 la incorporación de un astronauta de reserva amputado para misiones futuras. Este tipo de decisiones reflejan un cambio de enfoque: la accesibilidad deja de ser una excepción y pasa a formar parte del estándar de diseño.

Desde el sector privado, Blue Origin expresó su intención de continuar con misiones tripuladas al espacio que contemplen un abanico más amplio de perfiles médicos, incluyendo personas con limitaciones de movilidad, sensoriales o adultos mayores. La experiencia obtenida en esta misión se volcará en protocolos personalizados y procedimientos adaptativos.

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