"El Huevo": Marcos Acuña y la increíble historia detrás de su apodo
El defensor, que brilla con su fútbol aguerrido en el Sevilla FC y en la Selección argentina, cumple 32 años. El origen de su apodo en Zapala, su ciudad natal.
Marcos Acuña (32) no es precisamente un futbolista que se destaque por su habilidad sino que es un obrero. Sin embargo, es pieza inamovible en cada equipo en el que juega, Selección argentina incluida. El neuquino más famoso de estos tiempos, que cumple 32 años, es conocido como Huevo, un apodo que tiene una historia detrás.
Marcos Javier Acuña nació el 28 de octubre de 1991 en Zapala, en el centro de la provincia de Neuquén. Desde esa localidad donde reina el viento, el zurdo que en la actualidad juega en el Sevilla comenzó a destacarse entre todos los jugadores de su categoría.
A medida que fue creciendo sus ansias por jugar al fútbol primaron por sobre cualquier otra carrera. Y fue así que con mucho esfuerzo su madre Sara hizo todo lo que estuvo a su alcance para Marcos Acuña se probara en distintos clubes de Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Tenía 17 años y ya se le habían cerrado las puertas de Argentinos Juniors, Boca Juniors, Quilmes, River Plate, San Lorenzo y Tigre. En una entrevista a la revista deportiva El Gráfico, Marcos Acuña reconoció que cuando estuvo a punto de abandonar todo, su madre lo impulsó a intentarlo una vez más. “Andá, dale, puede ser tu última oportunidad. Capaz quedás. Si es lo que te gusta…”, le dijo.
Así fue que Marcos Acuña llegó a Ferro Carril Oeste en 2009. Luego vino Racing Club -donde en 204 ganó su primer título, con el equipo dirigido por Diego Cocca-, el gran salto a la elite del fútbol con el Sevilla FC y la soñada consagración con la Selección argentina en el Mundial de Qatar. “Huevo, huevo”, le gritan en todos y cada uno de los estadios donde se presenta. ¿Pero por qué?
Cuál es el origen de “Huevo”, el apodo de Marcos Acuña
Cuando Marcos Acuña tenía entre 4 y 5 años sus padres se separaron. Así fue que desde pibe repartía su tiempo en la casa de su mamá y en la de su abuela Leonor. Cerca de esta última quedaba la cancha donde empezó a forjar sus primeras armas: la Escuelita de Fútbol Olimpo de Zapala, creada el 3 de octubre de 1987.
Allí comenzó a jugar bajo las órdenes de su descubridor Patricio “Cubillas" Meliqueo. Con su formador, Acuña hizo sus primeras armas, tiró sus primeras gambetas, dio un paso más allá del potrero.
Lejos de lo que muchos piensan, el origen de su apodo “Huevo” no tiene que ver con el juego aguerrido del defensor. A Marcos Acuña lo apodan “Huevo” porque cuando jugaba en las canchas de su Zapala natal se golpeaba mucho en la cabeza y se le formaban chichones. Huevo de acá, huevo de allá. Huevo para todos: Cubilla, su descubridor, lo acuñó y ese apodo acompañó a Marcos Acuña desde entonces.
Junto a Gabriel Rouret, su primer técnico –devenido en mejor amigo y padrino de su hija Mora–, jugó un campeonato provincial y luego lo llevó a su siguiente club: Don Bosco. "Muchas personas no saben, pero detrás de cada jugador hay una historia de sacrificio", declaró el Huevo durante una entrevista para describir lo que significaba, cuando ya estaba en Ferro, ir a entrenarse desde la pieza que alquilaba en el barrio porteño de Floresta hasta Pontevedra, en el partido de Merlo. Viajes en los que muchas veces lo asaltaban y, aún así, él seguía para adelante.
Así sentó el "Huevo" Acuña las bases de su éxito que erigió a fuerza de etapas: Ferro, Racing, Sevilla y la Selección. Tras la obtención de la Copa del Mundo seguramente sea el neuquino más famoso. Así lo recuerdan el mural de Zapala, el de Manzano Amargo, el de Neuquén -donde se funde en un abrazo con Lionel Messi- y todas las piezas de arte que unen su pasado y su promisorio presente.
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