La capilla centenaria que creció junto al desarrollo de San Martín de los Andes
La capilla San José fue la primera de la localidad y uno de los primeros templos de la provincia del Neuquén. Funcionó hasta 1979 y unos años después se convirtió en un teatro.
El 21 de abril de 1923 los habitantes que vivían en San Martín de los Andes estaban expectantes ante la inauguración de la primera capilla de la localidad cordillerana y uno de los primeros templos de la provincia del Neuquén. Pero una intensa tormenta que se desató sobre la zona impidió que pudieran llegar los curas y monjas desde Junín de los Andes que iban a protagonizar ese primer oficio religioso que finalmente se concretó al día siguiente en la capilla San José. Ese día amaneció hermoso, se ofició la misa a las 8 con veinte primeras comuniones cuya celebración estuvo a cargo del sacerdote Pedro Bonacina, quien bendijo el templo.
Un libro que está pronto a aparecer reconstruye los 100 años de la historia de la Capilla San José, lugar que hoy alberga al Teatro Municipal del mismo nombre. El trabajo está a cargo de la destacada periodista y escritora sanmartinense Ana María de Mena quien se sumergió en la historia de la capilla, accedió a numerosa documentación y entrevistó a más de setenta personas, algunas de ellas vinculadas a la iglesia como así también vecinos memoriosos.
“Es una iglesia que está muy inserta en la sociedad, que acompañó el desarrollo del pueblo y cuenta con una gran labor social que ha sido llevada adelante de manera silenciosa”, señala la escritora quien agradeció la colaboración en la ivestigación de la profesora Liliana Anfuso y del presbítero Gabriel Mora Rebolledo, cura párroco de la parroquia San José, impulsor para la realización del libro titulado "La iglesia católica en el departamento Lácar".
La autora aclara que además de contar cómo nació y se desarrolló la capilla le pareció interesante abordar la historia de la iglesia católica en el departamento Lácar “en donde se despliegan ocho capillas públicas en distintos lugares del departamento Lácar como en Meliquina, Lago Hermoso, y cinco capillas privadas que se encuentran en estancias”.
De Mena cuenta que dos años después de fundada la localidad, el sacerdote Zacarías Genghini informaba a su superior, Monseñor Juan Cagliero, que realizó varias misiones en el flamante pueblo y en 1912, en su visita a Junín de los Andes, el superior provincial de los salesianos en la Patagonia, presbitero Luis Pedemonte dejó escrito en el Libro Inspectorial la necesidad de construir una capilla en San Martín de los Andes.
Los primeros salesianos en llegar se establecieron en Junín de los Andes en un humilde rancho de adobe y desde allí visitaban en forma esporádica a los habitantes de San Martín de los Andes quienes empezaban a manifestar la necesidad de contar con una iglesia. La idea fue tomando forma con la llegada de Pedemonte, quien ofició una misa en el día de San José, el 12 de abril de 1913, quedando establecido el patrono del pueblo y de la futura iglesia.
De Mena agregó que en 1920, cuando el Obispo de Cuyo -jurisdicción católica a la que pertenecía la actual provincia del Neuquén- monseñor José Américo Orzali, visitó la localidad, dejó asentado en el Libro Inspectorial que no debía retardarse y debía realizarse la fundación de las capellanías de San Martín de los Andes y Zapala, y tiempo después se formó una comisión Pro Capilla integrada por vecinos sanmartinenses.
Las gestiones a través del Estado Nacional dieron sus frutos y con la donación de madera se inició la construcción por parte de los vecinos.
“Luis Lerín presentó el presupuesto para construir la capilla y ofreció hacerla cobrando por mano de obra, clavos y demás ferreterías, pero aclaraba que en el precio no estaban comprendidos los vidrios y las pinturerías”, acotó de Mena.
La construcción se inicio entre agosto y septiembre de 1922 y se utilizó para levantar el templo madera de raulí proveniente del aserradero de Rancho Quemado. El techo a dos aguas era de tejuelas de madera de alerce y la cumbrera remataba con una cruz. “En la fachada, bordeando las dos líneas del techo, una cenefa marcaba el sector de la nave. Ornamentación parecida tenían las instalaciones del Regimiento”, relata la escritora. ”En cuanto al ábside donde funcionó la sacristía, se construyó posteriormente, entre 1936 y 1938 aproximadamente. El campanario exento consistía en dos postes unido en la parte superior por un travesaño de donde pendía la campana”.
“La actual estructura conserva la madera original pero están cambiando el techo” cuenta. Y agrega una anécdota “cuando levantaron el techo se encontraron con las tejuelas originales y se decidió repartirlas para juntar dinero para continuar la construcción, es un gesto muy lindo de que la gente se lo llevara de recuerdo a cambio de una donación”.
Una de las cosas que más le llamó la atención a la escritora durante su investigación fue “la labor silenciosa que la iglesia ha llevado adelante durante muchísimos años”.
Mencionó que durante la cuarentena de Covid-19 la parroquia "albergó durante varios meses a familias que se habían quedado varadas en la estación terminal”. También nombró al cura Enrique Olivares, “muy querido y recordado” que levantó el hogar Caritas, la primera entidad destinada a albergar a niños huérfanos en San Martín de los Andes.
El albergue se inició cuando “una mamá que tenía varios hijos había muerto, el cura fue a la casa y llevó a los niños, incluso una beba, a la parroquia, los protegió y al otro día empezó a buscar camas y colchones, y eso que empezó como una guardería luego se convirtió en un hogar”.
Señaló que actualmente la Escuela 274 lleva el nombre de Enrique Olivares. “Hay testimonios de mujeres que hoy tienen 40, 50 años que te dicen ‘Yo supe lo que era el amor por el padre Olivares, para mí fue un padrazo’. Son personas que llegaron al hogar teniendo 5 o 6 años y hoy son mujeres que lo recuerdan con mucho agradecimiento”.
También se encontró con algunas sorpresas en relación a las reproducciones de obras de arte que se encuentran en los distintos templos del departamento Lácar.
“Son réplicas de láminas enmarcadas, algunas que han venido del Vaticano, son de mucha calidad pero no tienen ningún valor económico. Quienes las han traído seguramente lo hicieron como ofrenda”. Mencionó que entre las obras hay réplicas de Rafael y de Piero della Francesca, uno de los pioneros del Renacimiento, entre otros.
En la memoria de muchísimos vecinos están los momentos vividos en la antigua capilla, donde fueron bautizados, tomaron la primera comunión, se confirmaron y casaron. El primer obispo de Neuquén Jaime De Nevares fue un asiduo concurrente a la capilla, y en ese lugar también rezó su misa inicial Mario Koessler, el primer sacerdote ordenado oriundo de la localidad.
Ana María de Mena comentó que el trabajo de investigación y recopilación de testimonios le llevó más de un año y agradeció la confianza depositada por Gabriel Mora Rebolledo, cura párroco de la parroquia San José, para la realización de la obra.
“Para mí fue todo un desafío hacer este libro. El cura tuvo la idea de hacerlo porque había visto uno de mis libros anteriores ‘Maclovia y el pueblo’, la vida de San Martín de los Andes a través de una vecina memoriosa, y parece que le gustó. Siempre dice que quien venga detrás suyo pueda leer algo sobre cómo era esta parroquia con una historia tan extensa”, explicó.
El actor que convenció a un cura de convertir la capilla en un teatro
A poco de llegar a San Martín de los Andes, el actor Jorge Villalba, quien se había radicado en la ciudad en 1981, advirtió que no había ningún teatro en la ciudad. Hacía tres años que la capilla estaba cerrada luego de oficiarse la última misa el 23 de diciembre de 1979. Villalba consideró que ese era el lugar para abrir una sala teatral pero se encontró con la férrea oposición del párroco “quien temía que allí se realizaran espectáculos revisteriles con actrices con poca ropa”, comentó la periodista y escritora Ana María de Mena.
Villalba no se dio por vencido y viajó con su esposa Ana Maia Fularska a Bahía Blanca, sede central de la congregación de Don Bosco, bajo cuya jurisdicción estaba la iglesia en la zona. “Villalba había transcurrido su infancia en un orfanato salesiano y eso sin duda facilitó la forma de encarar las conversaciones y convenció a las autoridades del Obispado para que cedieran esa propiedad al Municipio de San Martín de los Andes”, precisó.
La intendenta Josefa Ragusi, en ese entonces, canjeó 1000 metros cuadrados de madera para bancos y mobiliarios de la nueva parroquia por la antigua capilla y el sacerdote solicitó que se conservara el nombre para el teatro San José, que se inauguró el 4 de febrero de 1982.
En junio de 2019 la Legislatura neuquina declaró al edificio del Teatro San José como patrimonio histórico de la provincia. El año pasado se dispuso la restauración del teatro a partir de un convenio firmado por la provincia y el municipio. La obra contempla mejoras edilicias, manteniendo especial cuidado en respetar la fisonomía del edificio, el más antiguo de San Martín de los Andes y que representa la arquitectura del período fundacional. Desde junio de 2001, la sala de teatro lleva el nombre de Jorge Villalba.
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