Mientras el gobierno de Javier Milei se prepara para levantar el cepo cambiario en medio de un clima de incertidumbre global y tensión interna, el país se encamina hacia un punto de inflexión económico y político. Con el respaldo del FMI como único salvavidas, la apuesta es alta y los riesgos también. En Neuquén, donde el peronismo no logra reconfigurarse, la disputa se define entre dos oficialismos y un electorado atento a los efectos concretos del modelo libertario.
Desde el viernes pasado, cuando el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, anunció que el cepo cambiario será levantado, se desató un torrente de incertidumbre que se extenderá hasta el lunes y continuará en los próximos días, marcando uno de los climas más espesados de tensión económica y política que se haya respirado recientemente en el país.
Poder compartir un almuerzo familiar sin que la comida golpee el hígado por la ansiedad, provocada por el enorme signo de interrogación que pesa sobre el futuro argentino, se convirtió para muchos en un verdadero acto de equilibrio emocional durante el fin de semana.
Luego de un primer año marcado positivamente por medidas económicas, que le permitieron reducir drásticamente la inflación, ejecutar un necesario ajuste fiscal y sostener el control de la agenda pública sin perder respaldo popular, Javier Milei enfrenta en 2025 su primera gran prueba de fuego.
Con un tipo de cambio fuertemente atrasado —al punto de que Argentina resulta, en muchos aspectos, más cara que varios países europeos— y con un dólar difícil de sostener sin provocar una sangría de reservas en el Banco Central, el Gobierno Nacional consiguió un salvavidas clave: un nuevo acuerdo con el FMI por 20.000 millones de dólares. Con ese respaldo, intentará desmontar el cepo cambiario que desde hace seis años sofoca al libre mercado, impide la salida de divisas y bloquea la llegada de inversiones y oportunidades para el país.
Como un penal en una final del Mundial, esta semana se juega una definición clave: el Gobierno sabrá si anota un gol y el mercado responde con confianza, o si la pelota vuela a la tribuna y comienza un efecto dominó que dispare el dólar de manera incontrolable, diluyendo el préstamo del FMI como agua entre los dedos. Un escenario que remite inevitablemente al desenlace del mandato de Mauricio Macri, cuando el crédito récord del Fondo se evaporó entre sobresaltos cambiarios, inflación creciente y una caída estrepitosa del poder adquisitivo.
Lo cierto es que, como pocas veces en la historia reciente, el éxito o el fracaso de la salida del cepo será el factor determinante del destino político del oficialismo. De ello dependerá, en gran medida, su desempeño en las elecciones legislativas de octubre.
Neuquén, una isla en medio del océano de turbulencias
La urgencia macroeconómica de levantar el cepo cambiario se hace más evidente por el contexto global adverso, marcado por una feroz guerra comercial entre Estados Unidos y China que ha desencadenado una crisis económica de gran magnitud en el corto plazo. En este escenario, las principales bolsas del mundo —incluida la argentina— han registrado fuertes caídas, en un clima de pesimismo generalizado, con previsiones de contracción en el consumo y la producción a escala global.
Este enfriamiento económico también se refleja en el precio internacional del petróleo, que ha descendido a poco más de 60 dólares por barril. Sin embargo, como posible contrapeso, la salida del cepo podría convertirse en un estímulo para la industria local: un tipo de cambio más realista permitiría que las liquidaciones de exportaciones se realicen a un dólar cercano a los 1.300 pesos —o incluso más—, generando incentivos concretos para el ingreso de divisas y la reactivación de sectores clave.
Más allá de las variables exógenas, todo indica que Vaca Muerta tiene su futuro asegurado a largo plazo. En primer lugar, por su capacidad de abastecer con gas a toda la región, lo que permitirá a la Argentina reducir —y eventualmente eliminar— la necesidad de importar este recurso estratégico desde países vecinos, una práctica que se mantuvo durante las últimas dos décadas con altos costos económicos.
Pero también por su renovado perfil exportador: en un contexto donde el país ha vuelto a colocar petróleo en los mercados internacionales de forma eficiente y competitiva, el “break even” de apenas 40 dólares por barril ofrece un margen considerable. Aún si el valor del dólar oficial se dispara tras el levantamiento del cepo, la enorme maquinaria productiva de Vaca Muerta —asentada sobre una formación geológica de una generosidad y riqueza excepcional— tiene margen suficiente para seguir funcionando sin interrupciones.
Las variables electorales que definirán el 2025 en Neuquén
Con un peronismo que, al menos en Neuquén, no logra posicionarse como una alternativa competitiva frente al mileísmo, el escenario electoral se encamina hacia una polarización entre dos grandes actores: el oficialismo provincial, encabezado por Rolando Figueroa, y el oficialismo nacional libertario, representado por sus referentes locales.
Tras 16 meses de gestión tanto a nivel nacional como provincial, las encuestadoras ya comienzan a medir con mayor nitidez los niveles de aprobación o rechazo en lo político, económico e institucional. Y en ese diagnóstico aparece una certeza: lo que no se hizo, o se hizo mal hasta ahora, será muy difícil de revertir en los pocos meses que quedan antes de las elecciones legislativas.
Son, en cambio, tres las variables que terminarán de definir el voto del electorado en 2025. La primera —ya desarrollada en este análisis— es el resultado de la salida del cepo cambiario, que marcará el pulso económico y emocional del electorado. La segunda será la elección de nombres: quiénes encabezarán las listas de senadores y diputados nacionales en cada espacio, y qué capacidad tendrán esos candidatos para representar algo más que una boleta o un partido político. Y la tercera, no menos decisiva, será la estrategia de comunicación política: cómo se construyan los relatos de campaña y cuál sea el libreto que cada fuerza elija para posicionarse frente al electorado.
¿Veremos candidatos apostando a la confrontación directa, con críticas duras y ataques cruzados? ¿O primará un tono más medido, con indirectas estratégicas y ataques focalizados sobre un blanco común: el peronismo kirchnerista, al que muchos responsabilizan de haber empujado al país a su actual estado de decadencia?
Argentina transita días decisivos en los que economía y política están más entrelazadas que nunca. El futuro inmediato depende de una jugada riesgosa, casi dramática, que puede relanzar al Gobierno o sumirlo en una crisis de difícil retorno. Mientras tanto, Neuquén observa desde su singularidad, con recursos estratégicos y una disputa política propia, pero inevitablemente atada a los vaivenes de la escena nacional. Como en todo gran duelo, la pelota ya está en el punto del penal. El país contiene la respiración.
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