Los vecinos se autoconvocaron para asistir a los damnificados y a los brigadistas. En Neuquén, personas que tienen familias allí se organizan para llevar donaciones.
El pasado jueves, a partir de las 16, un devastador incendio se desató en el camino troncal que conduce al Cajón del Azul, uno de los destinos turísticos más emblemáticos de El Bolsón. En cuestión de horas, un fuego voraz se expandió rápidamente, dejando a su paso destrucción y desolación en varias zonas cercanas, como el paraje de Mallin Ahogado. Frente a una emergencia de estas dimensiones, la comunidad no tardó en organizarse para hacer frente a la catástrofe, y el espíritu solidario de vecinos y voluntarios se ha convertido en el pilar fundamental para apoyar a quienes han perdido casi todo.
Olga Monsalve, vecina y colaboradora activa en las labores de asistencia a los damnificados, relató con emoción y dolor los instantes previos a la llegada del fuego en diálogo con LMNeuquén: “El día jueves, justo salía de casa y vi el humo. Lo primero que uno hace, como vecina nacida y criada acá en El Bolsón, es informarse de lo que está sucediendo, en dónde era el incendio. Pero, lamentablemente, a los lugareños no les dio tiempo de nada; el fuego fue arrasador, y en cuestión de horas se consumió casi todo, impulsado por un viento avasallador y un calor extremo”.
El incendio se inició a aproximadamente 6 o 7 kilómetros del ejido urbano, lo que dejó a muchos vecinos sin el tiempo necesario para organizar una evacuación ordenada. Mientras algunos lograron huir con lo indispensable —ropa, documentación y recuerdos— otros optaron por quedarse y tratar de salvar lo que podían. Lamentablemente, esta decisión tuvo un costo muy alto, ya que se registró el fallecimiento de un vecino que, reacio a abandonar su hogar, se quedó a defender sus pertenencias.
Ante la magnitud de la tragedia, Olga y su esposo no dudaron en actuar. Conscientes de la urgencia de la situación, salieron inmediatamente a evaluar cómo podían ayudar a los vecinos y, en un abrir y cerrar de ojos, se organizó un grupo de voluntarios dispuesto a brindar apoyo integral. “Salimos con mi marido a ver qué podíamos hacer por los vecinos, cómo podíamos ayudarlos. Después nos organizamos con un grupo de voluntarios y empezamos a definir en qué íbamos a colaborar con las personas que se quedaron con lo puesto”, relató Olga.
La respuesta de la comunidad se estructuró en dos grandes frentes:
-
Combate directo contra el incendio: Se sumaron brigadistas y autoconvocados, vecinos que, a pesar de las condiciones extremas, se unieron para combatir el fuego. Equipados con motobombas, reservorios de agua y vehículos, estos equipos se enfrentaron a un enemigo implacable que, alimentado por el viento y el calor, amenazaba con destruirlo todo.
Asistencia integral a los damnificados: El Polideportivo se transformó en un refugio temporal para las familias que, en cuestión de minutos, vieron cómo sus hogares se convertían en cenizas. Aquí se establecieron comedores comunitarios, áreas de descanso y espacios para recibir atención psicológica y apoyo social. Además, se coordinaron grupos para distribuir viandas y otros suministros esenciales tanto a los brigadistas que combaten el incendio como a los vecinos que se resguardan en el complejo deportivo.
La devastación no solo ha dejado un saldo de pérdidas materiales incalculables —más de 100 casas y negocios locales han sido arrasados— sino también un impacto emocional profundo en quienes han tenido que abandonar sus hogares de manera abrupta. Ante este panorama, la organización de la ayuda se ha enfocado en dos aspectos fundamentales: la asistencia material y la contención psicológica.
“Hay un grupo de profesionales que se ofrecieron de manera gratuita para asistir a los damnificados, brindando apoyo tanto de forma presencial como virtual. Contamos con un grupo de psicólogos que, de forma solidaria y voluntaria, están ayudando a quienes han perdido todo y necesitan una mano amiga para sobrellevar este momento tan difícil”, comentó Olga.
El apoyo emocional es esencial en situaciones de crisis, ya que la devastación no solo afecta la infraestructura y la economía de la región, sino también el bienestar psicológico de sus habitantes. La presencia de estos profesionales permite que, mientras se trabaja en la reconstrucción física, las víctimas también puedan sanar las heridas invisibles que deja una tragedia de esta magnitud.
Una colecta que trasciende fronteras
Mientras la comunidad local se organiza en el terreno, la solidaridad ha demostrado no conocer límites. Personas que viven en Neuquén y tienen familiares en El Bolsón se han movilizado para hacer una colecta de insumos y objetos necesarios para los damnificados. Esta iniciativa, que suma a la cadena de esfuerzos para enfrentar la crisis, será clave para aliviar parte de la carga de quienes han perdido sus bienes y medios de sustento.
“Somos personas que tenemos familia en El Bolsón y estamos haciendo una colecta para llevarles cosas a las personas damnificadas, y lo vamos a llevar directamente al Polideportivo de El Bolsón”, dijo Fernando, organizador de la colecta local, en declaraciones con LMNeuquén.
Esta acción, además de representar una ayuda material significativa, simboliza la unión y el compromiso de comunidades vecinas que, a pesar de la distancia, se unen para tender una mano en los momentos más oscuros. Para colaborar deben contactarse vía WhatsApp al 2993275179.
Además de la en la ciudad de Neuquén, se están organizando colectas solidarias en Zapala -contactar al teléfono 2942 488908- y en Las Lajas -al teléfono 2942 354436-.
El impacto económico y social de la tragedia
El incendio ha dejado una huella imborrable en la economía local de El Bolsón. La zona, conocida por su producción artesanal y agropecuaria, ha visto cómo pequeños productores y empresarios se han quedado sin su principal fuente de ingresos. Se han perdido fábricas de dulces, carpinterías, y enteras plantaciones de frutas y verduras, elementos fundamentales para la identidad y el sustento económico de la región.
La reconstrucción no solo implicará la reconstrucción física de viviendas y negocios, sino también un relevo en el tejido social y económico de la comunidad. Los voluntarios han solicitado donaciones de materiales de construcción, ropa de trabajo y alimentos, especialmente para los animales que también han quedado desamparados. Cada aporte es vital para que, poco a poco, El Bolsón pueda levantarse de entre las cenizas y retomar su dinámica habitual.
La magnitud del desastre ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades locales y de la comunidad en general. Las condiciones climáticas adversas—viento fuerte y temperaturas extremas—han contribuido a que el fuego se reavive en ciertos momentos, haciendo aún más compleja la labor de contención. Sin embargo, a pesar de las dificultades, el compromiso y la resiliencia de los voluntarios y vecinos han mantenido viva la esperanza de una pronta recuperación.
“Estamos tratando de estar fuertes para brindar ayuda y acompañamiento de la mejor manera posible”, afirmó Olga, resaltando la determinación que ha caracterizado la respuesta colectiva. Cada día, nuevos desafíos se presentan, pero también lo hace la respuesta solidaria de aquellos que, sin pensarlo dos veces, se suman a la causa y trabajan incansablemente para que la tragedia no sea definitiva.
El Polideportivo se ha convertido en el epicentro de la ayuda y en un símbolo de la lucha por la reconstrucción. En este espacio, las familias damnificadas encuentran refugio, alimento y apoyo emocional, lo que les permite sobrellevar el impacto inmediato de la catástrofe. Allí se organizan comedores comunitarios, se distribuyen viandas y se ofrece asistencia psicológica gratuita gracias al esfuerzo de los profesionales que se han sumado a la causa.
La unión de vecinos, la organización de voluntarios y la movilización de apoyos externos se han convertido en las herramientas esenciales para enfrentar el desastre.
Ante la magnitud de la tragedia, las autoridades y organizaciones sociales han hecho un llamado a toda la ciudadanía para que se sume a las iniciativas de ayuda. Cada donación, ya sea de materiales de construcción, alimentos, ropa o tiempo, es fundamental para que las familias afectadas puedan retomar sus vidas y reconstruir su hogar.
El incendio, que comenzó de forma repentina y se extendió sin control, ha dejado un saldo de devastación que va más allá de lo material. La pérdida de un modo de vida, el impacto en la economía local y el dolor emocional son heridas profundas que requieren de tiempo, recursos y, sobre todo, del compromiso colectivo para poder sanar. Es en este contexto donde la solidaridad se erige como la luz que guía a la comunidad en su camino hacia la recuperación.
El camino hacia la reconstrucción es largo y estará marcado por desafíos. Sin embargo, la respuesta activa de los voluntarios y la colaboración de personas de diferentes regiones son una muestra clara de que, a pesar de la adversidad, la esperanza no se extingue.
La tragedia provocada por los incendios en El Bolsón ha puesto de manifiesto la fortaleza y la resiliencia de una comunidad que, a pesar de haber perdido casi todo, se niega a rendirse. Hoy, El Bolsón y sus habitantes enfrentan el reto de reconstruir no solo sus hogares, sino también el tejido social que ha sido golpeado por la adversidad. La colaboración de vecinos, el trabajo incansable de voluntarios y el apoyo de comunidades cercanas son la base sobre la cual se edifica la esperanza de un futuro mejor.
Te puede interesar...
Lo más leído
Dejá tu comentario