El mejor momento de Patricia Bullrich: en idilio con Javier Milei, desafía a Mauricio Macri
La ministra de Seguridad se siente representada por el gobierno del presidente y le disputa poder al líder del PRO en el partido.
Quienes la quieren y aquellos que la cuestionan dentro del PRO coinciden en un punto: Patricia Bullrich está pasando uno de los mejores momentos de su carrera política. La caracterización se puede escuchar, con cierta lógica, entre sus colaboradores más cercanos. También, para sorpresa de muchos, entre sus detractores. Es un amplio abanico de coincidencias que va desde los escuderos de Mauricio Macri hasta los que trabajaron para la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta (y sucumbieron sin destino después de la interna de JxC).
Cerca del expresidente destilan críticas contra la ministra de Seguridad. La acusan de cortarse sola desde el año pasado, cuando aceptó la cartera por fuera del acuerdo que el fundador del PRO quería cerrar con Javier Milei para quedarse con la presidencia de la Cámara de Diputados y una parte del gabinete.
Sólo han pasado 100 días de esos movimientos telúricos en las entrañas del PRO y de Juntos por el Cambio. Eran los días iniciales de la descomposición de la coalición opositora, después de la derrota de la fórmula Bullrich - Luis Petri en la primera vuelta del 22 de octubre. La candidata presidencial de JxC quedó afuera del balotaje. No pudo ocultar su molestia cuando Macri fue el primer dirigente en abrazarla y luego el primero de la coalición derrotada que saludó a Milei y el segundo lugar que había conquistado por muy poco detrás de Sergio Massa, el aspirante del panperonismo. Era el prólogo de los acercamientos que pretendía sellar, con Patricia como parte de un pacto mas amplio. Para hablar de cargos primero tenían que aportar los votos. Aún atragantada por los gestos de Macri con Milei, Bullrich trabajó para trasladarle el 80% de los votos que había obtenido en la primera vuelta.
En la misma noche de la victoria que transformó a Milei en presidente, los caminos de Bullrich y Macri volvieron a bifurcarse y desde entonces no registran coincidencias. Por el contrario, cada vez están más lejos.
El expresidente intentó cobrar el aporte de los votos con un acuerdo cercano al cogobierno. Quería incluir en el paquete la presidencia de la Cámara Baja para Cristian Ritondo. Bullrich sabía que esa opción no iba a prosperar por la resistencia del entorno de Milei a darle un segundo tiempo a Macri y se subió a la oferta que le hizo Guillermo Francos, impulsor de incluir a la fórmula derrotada de JxC al gobierno, pero sin las terminales que llegaban al expresidente, sino como "llamados individuales".
La disputa entre Bullrich y Macri es el choque de dos orientaciones de la derecha argentina
Apenas Patricia confirmó que volvía a la cartera de Seguridad que condujo durante la era Macri empezó otra etapa que está en pleno desarrollo. Conoce las debilidades del expresidente y sabe que al magnate la cae pésimo que le discutan su liderazgo. Bullrich trabaja desde hace rato en demostrarle a Macri que podrá haber sido presidente y habrá creado al PRO, pero no es el dueño del partido, ni el único pionero en la construcción de una fuerza de derecha. Hace un lustro, ninguno de los dos se imaginó que sucumbirían ante una fuga incontenible de votos por ultraderecha que los haría morder el polvo de la derrota y recalcular.
Patricia Bullrich, Mauricio Macri, el PRO y el futuro de Juntos por el Cambio
Enterrada la marca electoral de JxC después de la primera vuelta, comenzó la disputa por el PRO. El saldo sigue siendo positivo para ella. Dejó la presidencia del partido la semana pasada. En diciembre algunos gobernadores, como Rogelio Frigerio de Entre Ríos, reclamó la renuncia de Bullrich a la conducción del partido por sumarse al gobierno de Milei como parte de una decisión personal que no había pasado por el partido. Era el deseo de Macri que no prendió y que buscaba sofocar la desautorización que se venía para el verano. Patricia se quedó en el partido, dijo que no tenía jefes y mucho menos a Mauricio. Después, cuando el expresidente volvió a insistir con revivir el pacto de cogobierno, ella le bajó el precio y aseguró que era pirotecnia previa a la elección de presidente partidario.
Había plazo hasta las 12 de la noche del martes para evitar la guerra total en el partido amarillo. Si hasta esa hora no había acuerdo de unidad entre los sectores en pugna, iban a tener que medirse en internas. Bullrich amagó con ir a fondo y disputarle la presidencia a Macri si no aceptaba un pacto de convivencia dentro de la nomenclatura partidaria.
No es sólo una cuestión de egos o cargos con firma y voto, sino el choque de dos orientaciones de la derecha argentina, encarnada en el PRO, sobre la forma de vincularse con el gobierno de Milei. Bullrich exigió, como mínimo, que el diputado nacional Damián Arabia fuera vice partidario. El magnate al principio no quería, pero sus negociadores aceptaron porque tampoco se imaginaban haciendo campaña para una interna partidaria que, con suerte, podía mover a 20.000 afiliados. Arabia quedó como vice segundo, pero como parte de un desembarco más ambicioso. Ella quedó al frente de la Asamblea del partido y dentro del Consejo Nacional pudo meter poco menos de la mitad de representantes.
Hace tres meses había quedado casi afuera del partido y ahora se quedó con una porción del PRO. Será un freno para la orientación que quiere darle Macri y también una nueva debilidad para la negociación que podría impulsar el magnate con Milei.
Bullrich siente que lo que hace Milei es lo que ella hubiera hecho en su gobierno
Las acciones del expresidente en su vínculo con La Libertad Avanza siguen perdiendo peso porque Bullrich está en el gobierno junto a Petri y también tiene un sector del partido que podría oponerse a las directivas de Macri. "No quedó mal parada con la reaparición de Mauricio, tampoco le fue mal en la negociación y se quedó adentro del PRO cuando había riesgos de quedar afuera. Eso le permite vender algo distinto con Milei", razonó un escudero macrista que la mira con desconfianza.
La relación con Javier Milei
En junio del año pasado, cuando cumplió los 67, Bullrich redobló la apuesta por su candidatura presidencial. Dentro de cuatro años tendrá 71 y por eso insistió que las elecciones del 23 eran su última oportunidad. En la noche de la primera vuelta, cuando se cayó su candidatura debajo de los escombros electorales de JxC, se abrazó a Milei y buscó sobrevida política.
"Ahora sabe que está liberada de las ataduras de JxC, de los (Martín) Lousteau de la vida y del propio Macri. Creo que ella está sintiendo que lo que hace Milei es lo que ella hubiera hecho en su gobierno", confiaron a LMN en el entorno de la ministra. El vínculo con Macri ha empeorado. "No está bien esa relación. Él tiene el comportamiento de dueño y ella es una militante política", retrató un testigo directo de ese vínculo. Tan libre se siente Patricia, que el año que viene podría volver a ser candidata a senadora o diputada para regresar al Congreso, pero empoderada de otro modo y acompañada por un sector del bloque macrista que le responde y también le marca la cancha a Ritondo. Los entusiastas de la ministra piensan en un futuro sin sobresaltos y reivindican su mano dura.
Los bálsamos de la interna del PRO no llegan a la gestión de la cartera de Seguridad. La ministra volvió con su agenda recargada y, sin cambios, con problemas que ya se encontró cuando ocupó el mismo cargo entre 2015 y 2019. La crisis de seguridad de Rosario es el gran desafío que tiene por delante y recrudeció hace un mes luego de una decisión del gobernador Maximiliano Pullaro de aplicar el "método Bukele" en las cárceles provinciales.
Lo hizo mediante una espectacular requisa en los penales que buscó emular los métodos que utiliza el mandatario Nayyib Bukele en El Salvador contra las maras. El mandatario radical se lanzó a la pileta con el apoyo de Bullrich, la principal impulsora de esa metodología. El resultado sigue abierto, pero los narcos se adjudicaron cuatro asesinatos en un fin de semana y amenazaron a Pullaro de muerte.
Desde entonces la mala relación de Bullrich con Pullaro pasó a un segundo plano. El gobierno nacional, a expensas de ella, impulsa la intervención de las fuerzas armadas en seguridad interior. El ejecutor será Petri, pero con la tutela de Patricia y la oposición abierta de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que ya repitió su rechazo a la movida, tal como lo dicen los jefes de las fuerzas armadas, que tampoco quieren.
Los tironeos internos revelan que esta conducción del ministerio no será tan parecida a la que le tocó bajo Macri. Buena parte de su capital político está atado al futuro de Milei, al delicado equilibrio que mantenga dentro del PRO y a los resultados que pueda mostrar desde el gobierno. La crisis de Rosario atenta contra ese futuro, pero Patricia prefiere que no se note y se mimetiza con las fuerzas de seguridad que conduce, ahora en nombre de Milei.
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