Masacre de Punta Tombo: la reacción de un pingüino que impactó a los científicos
Una especialista en fauna marina declaró en los tribunales de Rawson. Relató un momento ocurrido poco después del paso de la topadora.
Cerca de 50 testigos declararán en el juicio por la masacre de los pingüinos de Punta Tombo que se lleva a cabo desde este lunes en los tribunales de Rawson, en la provincia de Chubut. Entre quienes prestarán testimonio hay numerosos científicos y una de ellos es Laura Mariela Reyes, especialista en fauna superior marina que declaró por pedido de la Fiscalía.
Reyes inició su testimonio detallando cómo es el lugar donde se produjo la matanza que afectó a unos 300 huevos y crías de pingüinos de Magallanes. “Punta Clara es uno de los tres núcleos de una reserva de biósfera que tiene 3.100.000 hectáreas y es grande como la provincia de Misiones”, explicó. “Es la reserva de biósfera más grande del país", puntualizó.
Posteriormente dio cuenta de su participación en la investigación inicial de los hechos y describió el momento en el que un pingüino adulto intentaba reanimar a pichones que habían sido aplastados por el accionar de una topadora. “Fue el momento de mayor impacto”, reconoció.
La escena en Punta Tombo
La experta relató que el 24 de noviembre de 2021 fue contactada por el científico del Conicet Pablo García Borboroglu.
“Me informó que había recibido llamadas telefónicas del señor Alberto La Regina (hermano del acusado y enfrentado con éste) y del ex ministro de Turismo, Néstor García, quienes le informaron que se habían abierto trazas y caminos en una zona de pingüinera, Punta Clara, y le pedían que concurriera al lugar", relató.
"Mi primera reacción -continuó Reyes- fue que había que avisar a (la Dirección de Fauna), y el doctor Borboroglu me informó que había estado en contacto con el señor Sergio Cassin (subsecretario de conservación y áreas protegidas de Chubut)”.
Según siguió relatando la científica, Borboroglu y Cassin se habían comunicado con el director de Fauna quien les dijo que no había “nada que hacer”.
"Ante esos requerimientos -siguió contanto-, el 26 de noviembre concurrimos al lugar. El señor Alberto La Regina nos llevó a una zona sobreelevada y vimos una traza de un camino recto de varios metros, 700 metros aproximadamente desde el punto donde estábamos. Y había sectores donde no había pingüinos y, a medida que fuimos descendiendo, ingresamos a la colonia. Literalmente, la colonia estaba partida al medio”.
"Hacia el lado izquierdo del camino, había un alambrado con seis hilos recién colocado. Incluso, había un alambre electrificado que estaba conectado a una batería con un panel solar", sostuvo Reyes.
"En algunos sectores, el alambrado estaba muy bajo y los pingüinos no podían pasar. Era evidente el desconcierto de los animales porque no podían ingresar desde el mar o atravesar el camino inverso. Los pingüinos son animales de costumbre y siempre circulan por los mismos caminos", explicó.
"Era una muerte reciente"
"Nos llamó la atención una zona más deprimida que era como una 'cañada' dónde también se pusieron elementos para bloquear el paso por los alambrados. Los pingüinos tampoco podían pasar por ese lugar", insistió.
"También me llamó la atención la acumulación de sedimento de tierra mezclada con vegetación hacia ambos laterales del camino, que era producto del movimiento reciente de una topadora”, dijo.
"En uno de los momentos, el doctor Borboroglu nos llamó para ver un nido con el techo colapsado y adentro había dos pichones tapados con tierra y ramas. Esos pichones no tenían olor. Era evidente que era una muerte reciente por el movimiento de la topadora", opinó la testigo. "La rueda de la topadora -completó- estaba al lado del techo del nido".
"Cuando estábamos viendo eso -agregó-, vimos que llegó el macho adulto padre para intentar reanimar a los pichones. Los trata de acomodar entre las patas para empollarlos. Fue el momento de mayor impacto".
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