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¿Por qué la ropa es más cara en Argentina?: los precios de las mismas prendas en Chile y Brasil

Los precios de la indumentaria siguen sin dar tregua. Cada vez más argentinos viajan a países vecinos para comprar ropa a mitad de precio o más.

En los últimos meses, se volvió habitual ver a miles de argentinos cruzar la cordillera hacia Chile o viajar a otros países limítrofes para hacer compras. Más allá del turismo, el principal atractivo está en los precios, sobre en todo lo que se relaciona con la ropa.

El fenómeno generó nuevas discusiones sobre las causas de las diferencias de precios y, en particular, sobre qué tan efectivas son las medidas que se toman desde el Estado para corregir esa distorsión.

Los datos recientes del INDEC pusieron nuevamente el tema en el centro de la escena: en abril, la categoría “Prendas de vestir y calzado” subió 3,8%, por encima del índice general de inflación. A pesar de que el incremento en lo que va de 2025 (8,3%) y en la comparación interanual (36,9%) se mantiene por debajo del promedio, los valores siguen siendo altos en términos absolutos. Y mucho más cuando se los compara con lo que cuestan productos similares en Chile o Brasil.

Un relevamiento realizado por Fundar, un centro de estudios que analiza la economía productiva, determinó que una canasta promedio de ropa es 40% más cara en Argentina que en los países vecinos. Este dato no hace más que confirmar lo que los consumidores ya ven cuando viajan: las prendas cuestan el doble en un lado de la frontera que en el otro, aún tratándose de las mismas marcas.

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Comprar ropa en Argentina sigue siendo carísimo.

Comprar ropa en Argentina sigue siendo carísimo.

La ropa argentina, cara en comparación regional

Ejemplos concretos ayudan a dimensionar la diferencia: un pantalón de jean de mujer que en Argentina tiene un valor de US$86 al tipo de cambio oficial puede conseguirse en Chile por US$40,25 y en Brasil por US$47,63.

Una remera que en Argentina cuesta US$26, se encuentra por menos de US$20 en Chile y por solo US$12,22 en el mercado brasileño. Las diferencias se repiten en otros productos y categorías.

Por su parte, una camisa de varón sale US$76 en la Argentina, US$48 en Chile y US$63,57 en Brasil.

¿Por qué sucede esto?

Según los especialistas, la explicación no se reduce a un solo factor. Entre los principales motivos aparecen las restricciones a la importación, la presión impositiva, la estructura de comercialización, y la volatilidad macroeconómica. También influyen el bajo nivel de productividad del sector textil y la falta de financiamiento competitivo para los productores.

En marzo de este año, el Gobierno nacional redujo los aranceles para productos textiles y calzado. El objetivo era estimular la competencia y moderar los precios internos. Sin embargo, el impacto en los mostradores fue leve: se estima que los valores bajaron, en promedio, solo un 2%. Desde el sector empresarial advierten que la medida favorece más a los productos importados terminados que a los insumos industriales, lo que puede perjudicar a la industria local.

El peso oculto de los costos internos

Una parte considerable del precio final de una prenda no tiene que ver con su producción, sino con los costos de llevarla al consumidor. Según datos de la Fundación ProTejer, la mitad del precio de una remera corresponde a impuestos nacionales, provinciales y municipales. A eso se le suma un 30% vinculado a alquileres comerciales, comisiones de medios de pago y otros gastos financieros. Solo el 8% se relaciona directamente con los insumos y la mano de obra.

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En este contexto, cualquier comparación con países donde las cadenas de valor están más optimizadas y los costos logísticos son menores termina siendo desfavorable para Argentina. Además, los salarios que se pagan en países como China o Vietnam explican por qué resulta mucho más barato fabricar ropa allíy exportarla al resto del mundo, incluyendo a los países sudamericanos.

Finalmente, se suma un factor de contexto: desde fines de 2022, la caída del consumo interno presiona a la baja los precios. Las marcas locales, ante una demanda más débil, redujeron márgenes o congelaron precios para evitar una caída más profunda en las ventas. Esta dinámica podría explicar por qué, en lo que va del año, los aumentos fueron más moderados.

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