Tras rescatar a un niño, un guardavidas fue agredido por el padre en Punta del Este
El menor, de 3 años, fue arrastrado por la corriente luego de que sus padres ignoraran los avisos. El violento episodio.
En las playas de La Barra, Punta del Este, un hecho inesperado conmovió a los veraneantes el pasado viernes. Un guardavidas, encargado de velar por la seguridad en la costa, terminó siendo agredido físicamente tras rescatar a un niño de tres años de una corriente peligrosa.
El episodio, según relató la Intendencia de Maldonado, comenzó cuando el pequeño, bajo supervisión de su madre, se acercó a una zona no delimitada para baño, próxima a una corriente de retorno. Pese a las advertencias del socorrista, quien insistió en que el menor debía ser retirado de inmediato, la mujer ignoró las indicaciones y optó por buscar a su esposo en otro sector de la playa, dejando al niño expuesto al peligro.
La situación se agravó minutos después. El niño, sin vigilancia adulta, fue arrastrado por la corriente. El guardavidas, alertado por el riesgo inminente, ingresó al agua para rescatarlo. Según testimonios recogidos por las autoridades, el pequeño ya estaba sumergido hasta los ojos cuando fue alcanzado.
Tras sacarlo a la superficie, el trabajador lo entregó a sus padres, pero en lugar de agradecimiento, recibió una violenta respuesta. El padre, confrontativo, justificó su actitud con un frío “para eso se le paga”, según el comunicado oficial. La discusión escaló hasta que el hombre propinó un puñetazo al socorrista, dejándolo con el pómulo hinchado.
El pedido de los guardavidas tras el acto violento
El incidente no quedó solo en un altercado personal. La Intendencia de Maldonado emitió un comunicado rechazando categóricamente la violencia y recordando que la seguridad de los menores en la playa es responsabilidad exclusiva de sus padres. “Los guardavidas actúan cuando hay un riesgo vital que los adultos no pueden manejar”, subrayó el texto. Además, Carlos Curbelo, coordinador del equipo de socorristas, detalló a medios locales la gravedad del rescate: “El niño fue arrastrado por olas fuertes. Si no hubiera intervención rápida, el desenlace pudo ser trágico”.
El agresor, lejos de calmarse, continuó provocando al guardavidas incluso después del ataque, lo que obligó a los presentes a llamar a la Prefectura. Mientras tanto, el trabajador afectado inició acciones legales contra el padre, marcando un precedente ante conductas que, según Curbelo, “no deben normalizarse”. Aunque calificó el hecho como “aislado”, insistió en la necesidad de “cortar de raíz” estas actitudes para proteger al personal.
Este episodio abre un debate sobre los límites de la autoridad en espacios públicos y la conciencia colectiva frente a los riesgos naturales. Las corrientes de retorno, invisibles para muchos bañistas, son responsables de numerosos ahogamientos cada año. Los expertos reiteran: la prevención comienza con el respeto a las normas y la supervisión activa de los adultos. En este caso, la negligencia parental no solo puso en peligro una vida, sino que derivó en un acto de violencia injustificable contra quien cumplía su labor.
La historia del niño rescatado y el socorrista agredido deja una pregunta flotando en el aire: ¿hasta dónde llega la responsabilidad individual en espacios donde la naturaleza y la convivencia humana se entrelazan? Las autoridades esperan que este caso sirva como llamado a la reflexión, antes de que el mar vuelva a cobrar facturas más altas.
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