El trasfondo de la amenaza que hablaba de volar un edificio de Río Gallegos
Durante toda una tarde se vivió un tenso momento en el centro de la capital de Santa Cruz. Los detalles.
Tras la conmoción que atravesó la ciudad de Río Gallegos, cuando un hombre se atrincheró en un edificio de la capital de Santa Cruz y amenazó con hacerlo volar con explosivos, se conocieron los motivos que lo habrían llevado a tomar semejante determinación.
Después de que la Policía de Santa Cruz logró hacerlo desistir, mediante una larga negociación, fuentes oficiales indicaron que presuntamente eran problemas económicos lo que impulsaron al hombre, víctima de una fuerte depresión, a encerrarse en el entrepiso de una inmobiliaria céntrica y realizar su temible amenaza.
Sin embargo, con el correr de las horas se conoció que la cuestión no habría tenido que ver con plata, sino con una historia de amor y despecho.
Una ruptura inminente
Para hacerlo desistir, en el edificio Sur 1, situado en la esquina de las calles Alberdi y 9 de Julio, donde se encuentra la inmobiliaria, debieron trabajar efectivos del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía de Santa Cruz, el Grupo Especial Zona Sur de Bomberos, la Brigada Antiexplosivos y el Equipo de Negociación de la Policía, incluyendo la participación de una psicóloga y la colaboración de familiares y allegados al implicado.
Según informaron fuentes judiciales, el trasfondo del hecho estuvo relacionado con una crisis matrimonial. El hombre, de 33 años de edad, compartía la administración de la inmobiliaria con su esposa, con quien estaba próximo a celebrar un nuevo aniversario de casados.
No obstante, en los últimos tiempos el idilio se terminó y habría aparecido un tercero en discordia, una tercera persona en la relación que desencadenó el conflicto y llevó a la mujer a plantear la posibilidad de un divorcio.
En estas circunstancias fue que el hombre, desesperado por no perder su matrimonio, decidió atrincherarse en el local antes de que su pareja llegara, en lo que una fuente calificó como “un acto de locura por amor”.
A la vez que se conocieron los supuestos motivos de la tajante determinación tomada por el hombre, también se supo que las amenazas que profirió durante el extenso intercambio con el equipo de negociadores de la Policía no habían tenido asidero, y que no hubo un peligro real de que se desatara una tragedia.
Río Gallegos: no había explosivos
Luego de la alarma inicial, fuentes policiales y judiciales ya habían confirmado que el hombre no estaba armado ni tenía explosivos en su poder.
Cuando aceptó entregarse, se creyó que sus amenazas habían pasado por la idea de abrir las llaves de gas del edificio y con eso provocar una explosión. Pero las primeras pericias expusieron que tampoco tenía acceso a estas llaves ni a la zona de calderas del edificio, por lo que el peligro de una explosión era inexistente.
El hombre se entregó de manera voluntaria y fue contenido por las fuerzas de seguridad, trasladado al Hospital Regional para una evaluación médica, luego de la cual pudo regresar a su domicilio.
Mientras tanto, el caso quedó en manos de la Justicia, que deberá analizar los hechos y determinar los pasos a seguir. No se registraron heridos ni daños materiales, ya que la rápida intervención de los equipos de emergencia permitió que la situación se resolviera de manera pacífica.
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