"No quería ser 'ni una menos' más": el último día del juicio contra la mujer que mató a su pareja
La mujer imputada por el homicidio declaró en juicio ante un tribunal y le pidió disculpas a la familia de la víctima. Los magistrados deliberan.
Este viernes finalizó el juicio contra la mujer de Junín de los Andes acusada por asesinar a su pareja, Walter Vera. La fiscalía pidió una condena, mientras que la defensa pidió la absolución, con el historial de violencia de género sufrido en mente. Se espera que el veredicto lo den los jueces la próxima semana.
En la última jornada del juicio, en el que se investiga su responsabilidad en la muerte de Walter Vera, este viernes declaró la imputada en la causa, Verónica Troncoso.
La mujer pudo relatar algunos de los episodios de violencia que vivió con quien era su pareja y padre de su hija. “Él me maltrataba mucho; nos hizo muchas cosas, a mí y a mi hija”, comenzó, y señaló que las agresiones comenzaron cuando nació la hija de ambos.
“Viví muchas cosas, y nunca me escucharon”, dijo. Explicó que estaba sola: “Éramos sólo mi hija y yo, él no aportaba”, y agregó que la familia de Vera “tampoco hacía nada” para detener la violencia.
Relató que en una oportunidad las echó –a ella y a su hija- de la casa de la madre de Vera, donde vivieron temporalmente. “Estaba nevando y salí con mi hija, sin saber adónde ir, yo estaba con pantalón corto y una remera, hacía mucho frío; volví para pedirles que aunque sea dejaran que mi hija duerma ahí, que a la mañana la iba a buscar”.
Respecto del momento del hecho, cuando mató al hombre el 24 de diciembre de 2022, recordó que Vera le pegaba, la tiró en una cama y “me ahorcaba, no sentía las piernas ni los brazos, no quería morir, no quería ser ni una menos más”.
Dijo que en ese momento ella le pedía ayuda al tío de Vera –dueño de la casa donde ocurrió el hecho- pero éste “no hizo nada”, refirió. Luego, tomó un cuchillo de arriba de la mesa con el fin de intimidarlo y que detuviera la agresión. Según contó, la agresión continuó. “Le pegué con el cuchillo en el brazo”.
Vera salió hacia la calle. Dijo que el tío la golpeó increpándola por lo sucedido. Ella salió detrás de Vera y, según contó, intentó asistirlo. “Perdoname, no quise lastimarte”, le dijo.
Cuando el defensor público, Paulo Nestares, le preguntó qué quería, expresó: “Quiero ver a mi hija, que no sé dónde está, quién la tiene… Lo único que me da fuerzas es mi hija”.
Por último, le pidió “disculpas a la familia –de Vera-; no fue mi intención, sólo me defendí”.
Previo a su testimonio, los jueces también escucharon a los últimos dos testigos expertos brindados por la defensa y posteriormente los alegatos de cada parte.
Los jueces que deberán decidir si la mujer actuó o no en defensa propia son Juan Pablo Balderrama, Laura Barbé y Leticia Lorenzo. Se espera que su veredicto sea comunicado la próxima semana.
La palabra de los expertos en juicio
El cuarto día del juicio contra la mujer que mató a su pareja, Walter Vera, en Junín de los Andes, permitió reconstruir el contexto de vida de la mujer imputada, y la balanza se inclinó fuertemente hacia la teoría del caso que impulsa la defensa. Tres testigos hablaron de la historia de vida, la violencia de género crónica y los padecimientos que llevaron a que una mujer violentada diga basta.
Tanto dos trabajadoras sociales que brindaron testimonio el jueves y un psiquiatria del Equipo Interdisciplinario del Ministerio Público de la Defensa, coincidieron en que la mujer hoy imputada es una víctima crónica de violencia de género: primero indirecta, al ser testigo de años de la violencia sufrida por su madre de parte de su padre en la vivienda familiar, episodios de gritos, golpes y humillaciones que con los años motivaron que los 11 hijos (la imputada era la décima) dejaran el hogar familiar.
"Había adoptado un mecanismo de protección hacia su hermano más chico durante esos episodios, en los que se escondía con él, le tapaba los oídos y le cantaba para que no escuchara los gritos, los golpes, las cosas que se rompían", confió la primera testigo.
Luego, vivió la violencia de género en carne propia, de parte de las tres parejas que tuvo a lo largo de los años, desde sus 15: el papá de su primer hijo, luego un segundo hombre y finalmente el fallecido, Walter Vera, padre de su hija más pequeña. Según el testimonio que brindó en varias instancias a trabajadoras sociales y funcionarios judiciales, Vera "la intimidaba, humillaba, insultaba, celaba, golpeaba, obligaba a tener relaciones" y hasta la "acosaba en períodos en los que estaban separados". Llegó a amenazarla de muerte y también maltrató psicológicamente a la hija de ambos, a quien buscaba amedrentar golpeando a su mascota.
Respecto del asesinato de Vera, quien era su pareja, la mujer siempre manifestó sentirse "culpable, para nada orgullosa de lo que había hecho". "Me dijo que se había defendido y que 'era su vida o la de Vera', que nunca se imaginó llegar a hacer algo así", aseguró una de las testigos.
Concluyeron, en este sentido, que la mujer actuó desde la hipervigilancia y el condicionamiento propio de su "situación de vulnerabilidad y vulneración al extremo, de carencia material, social y afectiva, y como víctima de violencia de género en distintas circunstancias y por mucho tiempo".
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