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La Mañana Estados Unidos

Trump llamó a la unidad nacional en su primer discurso del Estado de la Unión

"No es suficiente unirnos en los momentos de crisis y desastres", afirmó el presidente de los Estados Unidos

En un tono calmo y con expresiones que buscaron inspirar patriotismo más allá de cualquier división partidaria e ideológica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dedicó hoy su primer discurso del Estado de la Unión a hacer un llamado a la unidad.

Los esfuerzos por calmar el clima de tensión y polarización que marcó todo el primer año de Trump ya habían comenzado durante el día cuando el presidente mantuvo un silencio de radio total en su plataforma más combativa: Twitter.

Una vez que tomó el micrófono en el seno de la cámara baja del Congreso, frente a todos los legisladores federales, la Corte Suprema, la cúpula de las Fuerzas Armas y decenas de invitados especiales, el mensaje de unidad fue constante y cristalino.

"No es suficiente unirnos en los momentos de crisis y desastres", afirmó Trump y luego reiteró: "No hay un pueblo con tanta determinación como el estadounidense. (...) Todos juntos, como un equipo, un pueblo, todos compartimos el mismo corazón, el mismo destino y la misma gran bandera estadounidense".

El mandatario repitió esos conceptos una y otra vez hasta el final de su discurso y, aún cuando se permitió una chicana o tocó algún tema divisivo, nunca cayó en una de sus famosas diatribas descalificantes y agresivas.

El giro discursivo de Trump podría ser la primera prueba de que la Casa Blanca quiere cambiar su estrategia en el Congreso para conseguir más acuerdos y, por ejemplo, terminar con la inestabilidad provocada por la falta deuna ley de presupuesto, que debía comenzar a regir en octubre pasado.

Con un tono conciliador, el presidente repasó una a una las cifras positivas de la economía y especialmente hizo hincapié en la caída del desempleo.

"El desempleo de la población negra y de la hispana es la más baja de la historia y eso es algo que pone muy orgulloso", aseguró.

De hecho, una parte importante de los estadounidenses coinciden con el mandatario en este tema. Según las últimas encuestas de Pew Research Center, más del 40% creo que el país vive un contexto excelente o, al menos, bueno.

En su repaso, Trump se concentró en los aspectos positivos -describió por ejemplos algunas historias personales de cómo, dijo, su reforma impositiva mejorará la vida de trabajadores y dueños de pymes-, pero no le escapó a los temas más sensibles del escenario político actual.

Celebró la eliminación "del corazón del desastroso Obamacare", el sistema de salud aprobado por Barack Obama en 2010, reivindicó su agenda social conservadora -"La fe y la familia, no la burocracia o el gobierno, son el centro de la vida"- y ratificó sus críticas a los jugadores negros de fútbol americano que se arrodillaron al escuchar el himno nacional, en repudio al racismo y abuso policial.

También reiteró que defiende la segunda enmienda de la Constitución -el derecho a portar armas-, celebró "el final de la guerra contra la energía estadounidense" -un eufemismo para los límites medioambientales impuestos por el gobierno anterior- y pidió una ley para financiar proyectos de infraestructura por 1.500 millones de dólares y con menores regulaciones.

Pero sin lugar a dudas el tema que más dividió a la tribuna que llenó el Capitolio para esta apertura del año legislativo fue el debate sobre la inmigración.

Trump describió una vez más su propuesta de reforma migratoria que habilita la ciudadanía a los más de 700.000 jóvenes inmigrantes sin papeles que fueron beneficiados por el gobierno de Obama para trabajar y estudiar, y que son conocidos como los soñadores.

Sin embargo, inmediatamente lanzó una chicana.

"Mi deber es proteger el derecho de todos al sueño americano....porque los estadounidenses también son soñadores", aseguró y sólo los legisladores republicanos estallaron en aplausos.

Trump destacó que su proyecto de reforma incluirá la expansión del muro fronterizo "para que no entren más criminales y terroristas" -otra referencia que desató quejas de la bancada demócrata- y pondrá fin a la lotería anual que otorgaba visas de manera azarosa a ciudadanos de todo el mundo.

Ya hacia final de su discurso, el mandatario dedicó unos minutos a la política exterior.

Hizo un repaso rápido por los principales temas de su agenda: festejó el repliegue de "la amenaza terrorista de ISIS", destacó el "peligro" que representan "rivales como China y Rusia" y se quejó de la falta de objetivos claros en Afganistán, una guerra que Obama dio por terminada pero que sigue más caliente que nunca.

Defendió su alianza con Israel y su reconocimiento de Jerusalén como la capital de ese país, aseguró que "no hay régimen que haya oprimido tan brutalmente a sus ciudadanos como Corea del Norte", ratificó sus sanciones "contra los regímenes comunistas y socialistas" de Venezuela y Cuba, y prometió sólo financiar a los "amigos" de Estados Unidos.

En medio de su repaso apurado por el mundo, Trump se tomó un minuto para hacer un anuncio, uno que dividió otra vez a la tribuna de los legisladores.

"Hoy cumplo otra promesa. Di la orden al secretario (de Defensa Jim) Mattis para revisar la política de detención (de enemigos extranjeros) y mantener abiertas las instalaciones de la bahía de Guantánamo", sentenció el mandatario y borró con su sola firma la primera orden del gobierno de Obama y una de las tantas que no pudo cumplir por falta de apoyo político.

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