Alcohol, drogas y chapuzones peligrosos: esto también es Vaca Muerta
Los excesos están al orden del día en los balnearios, como una metáfora prepotente de cómo vive una gran parte de la sociedad en Neuquén.
Neuquén esconde sus múltiples caras. Hay una Neuquén pujante, bendecida por la bonanza económica de Vaca Muerta, donde el progreso parece brotar del subsuelo. Pero también hay otra Neuquén: una donde el calor del verano, los balnearios del río Limay y los excesos, se mezclan para mostrar un lado menos glamoroso, y más crudo, de una sociedad que parece moverse con inconsciencia y a toda velocidad.
El río Limay, con su corriente cristalina y su magnetismo natural (dicen que quien tomó agua del Limay no se fue de Neuquén), se convirtió en una metáfora de lo que ocurre en las ciudades y barrios que lo rodean: jugar con los límites, las normas y el "todo vale".
El río debería ser un refugio de paz y recreación, pero por momentos se transforma en un escenario donde los excesos de alcohol, drogas y descuidos protagonizan el verano. Una metáfora, quizás, de lo que Vaca Muerta ha traído como materia de estudio: un auge económico que carga con sombras y contradicciones de la sociedad.
La dinámica se repite cada temporada. Incluso en las mismas crónicas periodísticas, como si fuesen profecías anunciadas. Jóvenes alcoholizados que cruzan los límites entre la diversión y la imprudencia, bañistas que se arriesgan en pozones peligrosos, familias que descuidan a sus hijos pequeños mientras el río avanza silencioso pero a toda fuerza, a costa de cobrarse víctimas.
Vaca Muerta como metáfora
Nada nuevo que no haya pasado en ese Neuquén de antes, a diferencia que la sociedad no manifestaba la crudeza de la violencia y los fracasos.
Los guardavidas del Limay deberían estar ocupados solo en prevenir accidentes en el agua, pero ahora son una suerte de mediadores de una sociedad poco disciplinada y rebelde. Conviven con discusiones, gente prepotente, alcoholizada y hasta caprichosa, que llega con mascotas peligrosas, y despliegue de música y parlantes a todo volumen, a lo largo de la costa.
En lugar de cuidar nadadores, tienen que lidiar con jóvenes intoxicados, rescatar niños dejados a su suerte o evitar que alguna fiesta improvisada, con un asadito improvisado entre los sauces silvestres, termine en tragedia al caer el sol.
Los consumos problemáticos -ese eufemismo que suena casi aséptico- no son nuevos en la región. Pero su exacerbación está claramente vinculada al crecimiento vertiginoso de la sociedad moderna y de Vaca Muerta como fenómeno social. Algo que no siempre vine acompañado de políticas sociales efectivas.
Las agresiones, los suicidios y los consumos problemáticos son temas preocupan al gobierno en el nuevo Plan de Salud, que intentará abordar en estos años. Los resultados, como siempre, dependerán de la implementación y de la voluntad política.
“Esta también es Neuquén”, decimos con frecuencia. Una frase que puede leerse como orgullo o resignación, dependiendo del tono. Y es cierto: esta es una Neuquén donde la bonanza económica no siempre se traduce en bienestar. Donde cada verano parece repetir el mismo ciclo de imprudencias y excesos, como si fuéramos incapaces de aprender de los errores.
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