Los robos organizados dejaron varios detenidos, en medio de dudas de si solo es hambre lo que hay detrás de estos ataques a comercios.
Qué semanita que pasamos, ¿no? Siete días atrás, en este mismo espacio, hablábamos de rumores y fantasmas de otros tiempos que varios buscaban agitar a una semana de las PASO. Algunos por necesidad y muchos otros -la mayoría- por la oportunidad de quedarse con lo que no es de su propiedad. Son malandrines, ladrones, chorros, cacos, como les guste llamarlos.
Entre la noche del sábado y la madrugada del lunes estuvimos en vilo de los cientos de mensajes que se viralizaban por Whatsapp y las redes sociales. El temor volvió a apoderarse de nosotros, como hacía un largo tiempo no ocurría.
La incertidumbre, aún más allá de aquella que sentimos el domingo de las primarias, con el triunfo de Javier Milei sobre el futuro del país y la posterior devaluación del peso, quedó obsoleta. Hubo quienes se organizaron y armaron para defender de sus propiedades.
Y también hubo un herido, un pibe de 15 años que, en circunstancias confusas, recibió un balazo por la espalda y está internado, cuadripléjico, en el hospital regional. Detenidos y acusados que solo atinaron a decir o que no agarraron ni un paquete de fideos o que solo lo hicieron por necesidad.
Hubo chistosos, como el chico de 13 que instigaba a saquear por las redes sin tener noción de lo que había pasado diez años antes de su nacimiento, allá por los finales de 2001. Fue una locura en la que muchos nos quieren sumir en el camino a las elecciones presidenciales de octubre.
Y otra irracionalidad es la que también se vive cuando uno va a comprar, cualquiera sea el producto, con la escalada de precios y una inflación sin frenos que hacen que nuestros bolsillos terminen saqueados.
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