Urgencias que desbordan

La virtual emergencia sanitaria y ambiental que vive el barrio La Sirena a causa de los desbordes cloacales crónicos que la afectan dejó al descubierto, a un tiempo, que el colapso de las redes del EPAS es peor de lo que se suponía -no solo en ese sector de la ciudad- y el de un sistema que debería ser remediado más temprano que tarde por el municipio y las autoridades provinciales que asumirán el 10 de diciembre.

En efecto, las últimas semanas fueron una pesadilla para la empresa de agua y saneamiento con la rotura de un vetusto ducto que pasa por 12 de Septiembre y Bejarano, que dejó sin agua a ocho de los barrios más poblados del oeste y, la semana pasada, con la rotura de otros dos en la inacabable obra del puente sobre el arroyo Durán.

Se sabe, parte del abordaje de la solución es el contrato de concesión y el marco regulatorio para que el EPAS pueda prestar servicios conforme a los requerimientos de la modernidad y no como se hacía en los años ’80, década de la cual data su ley de creación.

El presidente del bloque del MPN en el Concejo Deliberante, Atilio Sguazzini, había mencionado que, a más tardar en julio o primera semana de agosto, ese cuerpo estaría en condiciones de aprobar el contrato y el marco regulatorio. Las reuniones y cruces de informaciones se sucedieron, pero, en el debut de octubre las cosas siguen tal como estaban. Aun cuando el municipio y el EPAS firmen los papeles, será necesario adecuar la estructura de la empresa provincial para lo cual se requerirá, por un lado, el concurso de la Legislatura (para una nueva ley) y, por el otro, el del gobierno cuyas gestiones comenzarán en diciembre y que aún no dado pistas respecto de lo que será uno de los temas urgentes a resolver.