Empieza el juicio del horror en Santa Cruz: obligaban a sus hijos a comer excremento
Un hombre y su pareja serán juzgados por torturas, en Río Gallegos. La denuncia la hicieron dos de los chicos, que lograron huir por una ventana de la casa.
Este miércoles, la Cámara del Crimen de Río Gallegos comienza a juzgar a un padre y a su pareja por torturar a sus tres hijos -dos varones y una nena de entre 10 y 13 años-, a quienes golpeaban, encerraban y obligaban a comer excremento y vómito. Según prevén en la Justicia de Santa Cruz, el juicio se extenderá por más de un día.
Los acusados son David F. y Roxana V. (los apellidos no se difunden para preservar la identidad de los menores), quienes tenían 33 años al momento de los hechos y tienen 36 en la actualidad. El tribunal encargado de juzgarlos es encabezado por el juez Joaquín Cabral. Las penas que podrían aplicarse son de entre 8 y 20 años por "lesiones graves calificadas por ensañamiento y alevosía, amenazas y reducción a la servidumbre".
Los hechos que ahora se juzgan fueron descubiertos en julio de 2021, en un departamento en la zona céntrica de la capital de Santa Cruz, y en el contexto de las medidas de aislamiento que habían dispuesto el Gobierno nacional y el provincial por la pandemia de Covid-19.
Terror en Santa Cruz
El terrorífico caso se conoció a partir de que los dos hijos varones -de 13 y 10 años- lograron escapar del domicilio a través de una ventana del baño y corrieron a la comisaría del barrio para pedir refugio.
Ya en la comisaría de Río Gallegos, denunciaron los continuos maltratos que sufrían en su casa. Ante policías que escuchaban atónitos, los chicos contaron que eran torturados, que los hacían comer caca y vómito, que los golpeaban con un caño y los tenían encerrados todo el día.
Ese día en que huyeron, se les había roto una tablet y, ante la posibilidad de que los adultos de la casa lo descubrieran y les propinaran un castigo aún mayor a los que acostumbraban, tomaron la determinación de escaparse.
Todavía en 2021, en diciembre, la jueza de primera instancia Marcela Quintana ordenó la detención de la pareja, tras las cámaras Gesell practicadas a los menores y los exámenes médicos que constataron en las víctimas lesiones de larga data y compatibles con torturas.
"Gracias a que esa tablet se rompió y por el miedo a morir, ellos pudieron salvar sus vidas", planteó Jorge Godoy, defensor de Niños, Niñas y Adolescentes de la Defensoría Pública Oficial de Santa Cruz.
"En la época en que ocurrieron estos hechos estábamos en pandemia. Además de estar encerrados, estos chicos no iban a la escuela, que es uno de los detectores principales de la vulneración de los derechos de los niños", agregó.
Golpeados desde que nacieron
Los tres hermanitos venían ya entonces de una historia de golpes y sufrimiento. Antes de vivir con el papá y su pareja, los tres se habían ido de la casa de su mamá biológica "porque el padrastro les pegaba", mencionó Godoy.
"La mamá biológica estaba involucrada en una causa por drogas. Sufrían una situación de extrema vulnerabilidad", continuó el funcionario.
Pero tras dejar la casa violenta de su mamá, lo que vino después fue un infierno aún peor. "Los golpeaban a puño cerrado en todo el cuerpo. Les pegaban con un cinturón, con un caño metálico. Los torturaban, les abrían la boca con los dedos y se la estiraban”, describió Godoy.
El defensor de menores relató situaciones escalofriantes. “A mordidas y tirones, la mujer le deformó la oreja al más chico y después le extraía la sangre acumulada con una jeringa", describió.
"Los chicos llegaron al extremo de hacer un pacto suicida si algo le pasaba a alguno de ellos", reveló.
En el relato del funcionario de la Defensoría se advierte que la violencia aplicada contra los tres chicos parecía no tener límites.
Así, contó que el menor de los hermanos, por el terror que le tenía a su madrastra, "empezó a hacerse caca encima y esta mujer lo hacía comerse su propia materia fecal".
También, que una vez la nena vomitó durante la comida y la mujer "la obligó a comer del plato con el vómito".
Los dos adultos solían encerrar a los tres hermanos en una habitación y allí pasaban casi todo el día. Los hacían limpiar y el mayor "era obligado a prepararle la comida a la mujer y llevársela a la habitación”, detalló el defensor. Dijo que ella “los trataba como si fuesen esclavos" y que “el padre también participaba de los maltratos".
El mayor de los hermanos, que hoy tiene 16 años, declarará en el juicio. "Quiere hablar y contar lo que le pasó a él y a sus hermanos -explicó Godoy-. Pidió expresamente que no estuvieran el padre ni la madrastra" durante su testimonio.
"El más chico, por su edad, no puede declarar -aclaró-. Pero quiere expresar de alguna manera lo que él espera del juicio y probablemente haga un video".
El defensor consideró que "habrá que demostrar cada uno de los delitos y de allí irán surgiendo las agravantes que pueden tener impacto en las condenas, aunque las pruebas son contundentes".
"Por la cantidad de elementos probatorios y de testigos -anticipó- es posible que el juicio se demore más de un día”.
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