La libertad de Victoria Villarruel que incomoda a Javier Milei
La presidenta del Senado fue una de las protagonistas del rechazo del DNU y su relación con el presidente es compleja.
El round que había comenzado a las 11.11 terminó a las 19.42. "Resultó rechazado, será comunicado a la Honorable Cámara de Diputados y al Poder Ejecutivo. No habiendo más temas que tratar, queda levantada la sesión", dijo Victoria Villarruel. La vicepresidenta trató de mostrarse imperturbable, tal como lo hizo durante las ocho horas y media, con algunas intermitencias, que condujo la primera sesión ordinaria del Senado en 2024. Aunque sólo habían pasado 14 días desde la apertura del período ordinario del Congreso, fue la más postergada por Villarruel.
Había eludido tres pedidos de sesión presentados por Unión por la Patria y ya no tuvo margen cuando se sumaron otros bloques opositores con la misma exigencia: tratar el DNU 70/23 y aprobarlo o rechazarlo, pero dejar de estirarle la vida al decreto gracias a las demoras y los ardides reglamentarios. Cuando Villarruel convocó a la esperada sesión le llovieron críticas desde su propio espacio y sospechas de su propio Gobierno. Este jueves, poco antes de terminar la votación la titular del Senado confirmó sus temores, pero también los anticipos que le había anunciado a la Casa Rosada: el decreto más importante en los 90 días que lleva la gestión de Milei fue rechazado por 42 votos, frente a 25 apoyos y 4 abstenciones. No ha quedado anulado, porque la ley 26.122, que promulgó Néstor Kirchner en julio de 2006, establece que para caer por completo debe ser rechazado por las dos cámaras del Congreso. El Senado dio el primer paso y ahora el desenlace de la pulseada quedará en la cancha vecina: la Cámara de Diputados, territorio de una nueva disputa.
La votación se registró dos minutos antes del fin de la sesión. Cuando dijo las últimas palabras para cerrarla, Villarruel juntó sus papeles y se fue a su despacho. Todavía le quedaba otro discurso que dar. Dicen en su entorno que era uno de los dos que había preparado previamente. Tenía uno en caso de aprobación y otro para usar si sucedía el cachetazo. Se sentó en su escritorio, agarró el segundo y lo leyó ante cámara para grabarlo y difundirlo por las redes.
Nunca se sabrá si existió el texto para una eventual aprobación, porque Villarruel ya estaba preparada para un embate y así se lo había avisado a Milei desde la semana anterior. A los demás funcionarios les notificó antes, pero cuando convocó la sesión hubo un acuerdo en la Rosada y apuntó a acusarla de traición. No sólo hubo señalamientos. También las redes se agitaron contra ella y hubo una campaña de trolls que redoblaron las acusaciones de traición.
"Mi compromiso con Argentina y con Javier Milei es inclaudicable. Desde que me pidió que lo acompañara como diputada y luego en la fórmula presidencial, nosotros sabíamos a lo que nos enfrentábamos y hemos trabajado espalda con espalda a pesar de los incansables intentos por dividirnos", pronunció Villarruel para negar cualquier distanciamiento. Luego vinieron las definiciones que mantendrán y posiblemente profundizarán las diferencias.
"El Senado es la casa de las provincias y es un poder independiente de la república. No me voy a convertir en Cristina Kirchner, En aquello que vinimos a cambiar. No hay gobierno sin institucionalidad, por eso la política tiene que trabajar para la gente, no hay progreso sin libertad", recitó.
Habían pensado otros formatos. Desde una entrevista a un mensaje por televisión. Optaron por la grabación propia y la difundieron por las redes, el canal que más consume el presidente y su entorno. "La presión del poder es tremenda, especialmente cuando colisiona contra tus convicciones", razonaron cerca de la vicepresidenta para reflejar los días que transcurrieron desde que convocó a la sesión, hasta que la votación que cerró la luna de miel en el Senado. Para los tiempos urgentes de la era del shock, duró mucho. Comenzó en diciembre, cuando Villarruel reunió 39 votos, dos por encima del cuórum necesario, y eligieron las autoridades del cuerpo. El bloque de La Libertad Avanza en ese recinto sólo tiene 7 bancas y el resto fue un aporte del PRO, la UCR y los partidos provinciales que se unieron para dejar afuera a Unión por la Patria con sus 33 bancas. Ese esquema se rompió el jueves con la misma base numérica del peronismo, junto a tres radicales y las fuerzas locales que hasta hace poco le habían dado un crédito al gobierno.
La derrota legislativa desnudó hasta donde llega la descoordinación entre el presidente y su vice. En el bloque oficialista algunos creen que Milei recién cayó en la cuenta a último momento y que antes los funcionarios involucrados desoyeron las alertas que había mandado Villarruel.
Victoria Villarruel y Javier Milei. ¿del amor al odio?
El viernes, tras la noche tormentosa posterior al revés, el presidente negó una pelea con ella y el vocero presidencial Manuel Adorni volvió a desmentir una interna. Así comenzó el operativo para bajar la espuma. Villarruel no ocultó su alivio. "Nos pusimos contentos cuando vimos que el tono era otro y ya no éramos traidores. Ellos primero decidieron atacarla y después se dieron cuenta que tenían que bajar el tono", contó un senador oficialista en referencia al entorno presidencial. "Los avisos existieron, hubo la semana anterior y también la otra, incluso enviados por ella al presidente", insistió una fuente con acceso a la intimidad de la crisis interna. Por ahora nadie sabe cómo seguirá, pero ambas partes saben que si la tensión escala habrá final abierto. Hubo momentos críticos la semana pasada y especialmente el miércoles. El presidente le habría pedido a su vice que saque al DNU del temario de la sesión y ella se negó. Los términos del intercambio parece que no fueron los mejores y sumaron otro punto de tensión.
El vínculo entre Milei y Villarruel está deteriorado. Pasó de los aplausos que pidió el presidente en una reunión de Gabinete para homenajearla por juntar 39 voluntades impensables a lanzar comunicados oficiales con advertencias a quienes respaldaran la anulación del DNU. Los dardos verbales también parecieron dirigidos a la vicepresidenta pero desde el viernes son sólo malinterpretaciones de los medios. La espuma todavía no baja por completo porque las diferencias no son recientes. Se remontan a la última etapa de la campaña.
Villarruel es parte de un sector de la ultraderecha argentina. Hace más de un lustro se sumó al resto de las fuerzas conservadoras que comenzaron a discutir la construcción de un frente político electoral por fuera del PRO y Juntos por el Cambio. Hija, sobrina y nieta de militares, la actual vicepresidenta tiene una largo camino de militancia reivindicando a la ultima dictadura militar y defendiendo a condenados por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983. El antiperonismo y un antikirchnerismo cerril son las coincidencias que más unieron Milei con Villarruel. El presidente es anarcolibertario, pero su vice proviene del nacionalismo conservador católico con una fuerte base castrense. Ella respondió a un llamado y a un ofrecimiento para compartir fórmula presidencial, pero detrás de esa sociedad se cocinan diferencias estructurales de dos sectores de la derecha argentina. Durante el cierre de la campaña presidencial quedó al desnudo cuando apareció un grupo de militantes con carteles violetas que decían "La Villarruel", un sector independiente que la reivindica por encima de La Libertad Avanza.
Villarruel es creyente y se identifica con el sector conservador del catolicismo, contrario al papado de Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice argentino, latinoamericano y jesuita. Luego de asumir la vicepresidencia, desembarcó en el despacho de la presidencia del Senado que CFK ocupó hasta el 9 de diciembre. Como muestra de su fe, convocó al vicario castrense Santiago Olivera para que bendiga su despacho del primer piso del Senado y en otra oportunidad, durante la misma semana, también la visitó el flamante arzobispo porteño José Ignacio García Cuerva. "Él es pastor de todos y también de los lefrevbristas", lo justificaron en referencia a la orientación de la vice. Ambos decidieron no publicar la foto del encuentro.
En sus vínculos con la iglesia hay un antecedente que en el Senado prefieren olvidar. La Fundación Oíd Mortales tiene a la vicepresidenta como titular honoraria. Según investigaron los periodistas de Página 12 Luciana Bertoia y Felipe Yapur, el organismo reúne a exagentes de la inteligencia militar que se desempeñaron en la dictadura y en democracia. Hasta hace cuatro años se llamó "Fundación Tridentina por los Valores Clásicos", impulsada por el teólogo Gustavo Corbi, que estuvo al frente de la sección "Religión" de la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a partir de 1976, cuando estaba en manos del general Carlos Alberto Martínez.
Esta fundación se suma al Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), creado por Villarruel cuando la Corte suprema declaró la inconstitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final. Es un espacio que originalmente estaba en la agrupación ultranacionalista AUNAR, impulsada por el general Fernando Verplaetsen. Es otro nombre de la inteligencia militar vinculado al pasado de Villaruel. En este caso fue jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura y también jefe de inteligencia de Campo de Mayo en 1976, donde fue responsable de los asesinatos y tormentos aplicados en ese centro clandestino de detención. Le dieron una condena de 25 años.
Los temas castrenses no pasan por las reivindicaciones de la última dictadura. Sino también por las aspiraciones que tenía la vice. Antes de asumir aseguraba que iba a tener la posibilidad de impulsar a los ministros de Seguridad y Defensa. Cuando llegó al Senado dejó de decirlo porque Milei le quitó cualquier influencia sobre el Gabinete. Villarruel no pudo impulsar a ningún funcionario y las carteras que quería controlar quedaron en manos de Patricia Bullrich y Luis Petri. En sus primeros actos protocolares, la titular del Senado visitó las jefaturas de las fuerzas de seguridad, como la Policía Federal y Gendarmería, y luego del Ejército. Los gestos fueron considerados por los dos ministros como un desafío innecesario.
Malvinas también aparece por encima de las diferencias que buscan ocultar. La vicepresidenta no está de acuerdo con la política que lleva adelante la canciller Diana Mondino y no le perdona los errores cometidos desde que viajó a Davos junto al presidente. En esa ciudad suiza Milei se reunió con el canciller británico David Cameron. Dijo que había hablado sobre la disputa de soberanía. Dos semanas después el funcionario británico viajó a Malvinas y Mondino buscó responderle con una ironía. Le llovieron las críticas a la jefa del Palacio San Martín. Uno de esos cuestionamientos provino de la presidencia del Senado. Luego Villarruel se reunió con la embajadora inglesa en Buenos Aires, Kirsty Hayes. La citó en su despacho, cuestionó la visita de Cameron y cuestionó la ampliación de la zona de explotación sobre las Islas Orcadas. Fue una forma de marcarle la cancha a Mondino. La canciller luego hizo lo mismo con Hayes, pero fue después de los movimientos de la vice.
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