Vaca Muerta en la era Trump: la guerra comercial inoculó preocupación a las petroleras
La puesta en escena de la avanzada arancelaria del líder estadounidense contra el resto del mundo tuvo un impacto significativo en el sector energético global
La política arancelaria de la segunda presidencia de Donald Trump ha tenido un impacto significativo en el sector energético global, con una inevitable repercusión en Argentina cuya magnitud cuesta dimensionar con los acontecimientos en pleno desarrollo, aunque el primer daño significativo ya se consumó: la incertidumbre perforó el blindaje protector de la actividad hidrocarburífera, la única en la económica nacional que se mantenía inmune a esa amenaza, con una proyección de crecimiento incomparable en el conjunto de sectores que explican el PBI argentino.
Con el mundo convulsionado por la maniobra geopolítica que justifica la guerra arancelaria contra el resto del mundo de Trump, se deshilachó la super renta petrolera presente en la actividad desde la salida de la pandemia. Este martes, al cierre del mercado, el crudo cotizaba a 61 dólares por barril en la modalidad Brent, que sirve de referencia de precio para el petróleo argentino. Se contrajo en el orden del 34% desde el 15 de enero, cuando llegó a los 82 dólares.
Vaca Muerta: la alerta escaló a preocupación
En Vaca Muerta, las luces de alerta están encendidas desde que Trump planteó la hoja de ruta para su segunda presidencia. No obstante, recién en los últimos diez o quince días el nivel de preocupación de las operadoras se disparó exponencialmente, motivada por la debacle del precio del petróleo hasta niveles amenazantes para la rentabilidad del negocio y los pronósticos que anticipan una profundización de la tendencia a la baja.
Con el precio en ese nivel, apenas si alcanza para afrontar los costos de producción medios en Vaca Muerta. Los expertos en el mercado petrolero nacional estiman que la línea de rentabilidad del shale está trazada en los 60 dólares por barril. La similitud entre el límite de rentabilidad y la cotización del petróleo en el mercado invita a la cautela en los yacimientos en desarrollo a la vez que desalienta las decisiones de inversión en los bloques aún no explotados.
Efecto dominó: el golpe al petróleo
Si se sostienen las condiciones que pasaron a dominar el escenario, los proyectos de expansión y desarrollo masivo se exponen a retrasos debido a la menor rentabilidad esperada. Además, las empresas que operan en la región enfrentan desafíos adicionales, como el aumento de costos operativos y la necesidad de renegociar contratos en un entorno de alta volatilidad.
Aunque el petróleo no ha sido directamente objeto de los aranceles de Trump, pero la puesta en escena de la política exterior del líder estadounidense golpeó indirectamente su demanda, especialmente en Asia, que es uno de los principales motores de consumo mundial. La incertidumbre económica y los temores de una recesión global han llevado a los inversores a buscar activos más seguros, alejándose del mercado energético.
La guerra comercial desatada por los aranceles ha generado incertidumbre económica global, lo que ha reducido la demanda de petróleo y ha provocado una presión bajista en los precios. Además, la decisión de la OPEP+ de aumentar la producción de crudo ha exacerbado esta tendencia, incrementando la oferta en un momento de menor demanda.
Del cielo al infierno, la evolución del Brent
El petróleo Brent, uno de los principales referentes en el mercado energético global, ha experimentado fluctuaciones significativas en su precio durante los últimos dos años. Estas variaciones han sido impulsadas por una combinación de factores económicos, geopolíticos y de mercado que han moldeado el panorama energético mundial.
En 2023, el precio del petróleo Brent mostró una tendencia de recuperación tras los efectos de la pandemia de COVID-19, que había provocado una caída drástica en la demanda global de energía. A esa altura, las operadoras de Vaca Muerta transitaban los primeros tramos de una expansión consistente de la actividad con resultados auspiciosos de la producción, que continúa.
A medida que las economías comenzaron a reabrirse y la actividad industrial se reactivó, la demanda de petróleo aumentó, llevando los precios a niveles más altos. Durante este período, el Brent osciló entre los 70 y 90 dólares por barril, dependiendo de las tensiones en la oferta y la demanda.
Uno de los factores clave que influyó en los precios fue la política de producción de la OPEP+ (Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados). Este grupo implementó ajustes graduales en la producción para equilibrar el mercado, lo que ayudó a estabilizar los precios en un rango relativamente alto. Sin embargo, las tensiones geopolíticas, como la guerra en Ucrania, también jugaron un papel importante al generar incertidumbre en los mercados energéticos.
La volatilidad marcó al 2024
El año 2024 estuvo marcado por una mayor volatilidad en los precios del Brent. A principios de año, los precios se mantuvieron relativamente estables, pero a medida que avanzaba el año, varios eventos comenzaron a ejercer presión sobre el mercado. Entre ellos, se destacan los cambios en las políticas monetarias de las principales economías, que afectaron la fortaleza del dólar estadounidense, y las fluctuaciones en la producción de petróleo de países clave como Estados Unidos y Arabia Saudita.
Además, la transición energética hacia fuentes más limpias y renovables comenzó a ganar tracción, lo que generó debates sobre el futuro de los combustibles fósiles. Aunque la demanda de petróleo siguió siendo robusta, especialmente en economías emergentes, la creciente inversión en energías renovables y la adopción de políticas climáticas más estrictas comenzaron a influir en las expectativas del mercado.
Panorama incierto en 2025
En los primeros meses de 2025, el precio del Brent ha mostrado una tendencia a la baja. Esto se debe en parte a un aumento inesperado en la producción por parte de la OPEP+, que decidió incrementar la oferta en respuesta a las condiciones del mercado. Este movimiento, combinado con temores de una desaceleración económica global, ha generado una presión bajista en los precios.
Por otro lado, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, así como las preocupaciones sobre una posible recesión global, han añadido incertidumbre al mercado. A pesar de estos desafíos, el Brent sigue siendo un indicador clave de la salud del mercado energético y un barómetro de las dinámicas económicas globales.
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