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La Mañana Reutemann

Reutemann, el último argentino que hizo vibrar al país en la Fórmula 1

El santafesino obtuvo 12 victorias en la máxima categoría del automovilismo. Con el paso de los años, llevó su habilidad en las pistas a la escena política.

Los silencios, muchos más que sus palabras, eran los que solían acompañar a Carlos Reutemann a todos lados, como también su mirada clara y profunda. Pensativo y reflexivo más que expresivo y ampuloso. Posiblemente su personalidad se haya terminado de moldear en el habitáculo del monoplaza de Fórmula 1, donde fue figura durante más de una década, donde no tenía más compañía que un volante, una palanca de cambios, su frialdad y sus reflejos para tomar decisiones en una fracción de segundos. Decisiones que lo dejaban en carrera o que lo podían hacer despistar. Y perder la vida.

Hace cuatro años, un cáncer en el hígado lo sorprendió y lo puso en jaque, y lo llevó a los Estados Unidos a operarse y a recuperarse. El buen trabajo de los médicos y su físico lo ayudaron. Pero, claro, el desgaste del paso del tiempo, sus 79 años al fin, y los inevitables coletazos de aquella compleja intervención quirúrgica, lo llevaron en los últimos meses a tener nuevamente problemas. Severos, como un sangrado digestivo que fue agravando un cuadro que se hizo cada vez más delicado hasta que su cuerpo dijo basta.

Murió Reutemann, el hombre que partió su vida entre el deportista de elite y el político de peso. Santafesino de nacimiento, fue un glamoroso hombre de mundo en sus años de piloto de carreras. Pero nunca perdió la cercanía con su ciudad ni con su provincia.

Desde los negocios, primero, porque buena parte de sus ganancias deportivas se transformaron en inversiones agropecuarias, hasta que, después, iniciada la década del 90, el entonces presidente Carlos Menem lo convenció de que se postulara como candidato a gobernador. Eran tiempos de transversales, “outsiders” como se los definió luego.

Murió Carlos Reutemann

Figuras conocidas y bien reputadas de otros ámbitos que alcanzasen un espacio político gracias a una buena asesoría y a su fama ganada en otro rubro. Reutemann inició en 1991, hace 30 años, otra carrera, con menos vértigo pero mucha intensidad, en la política y con la misma muñeca que en sus tiempos de corredor, se mantuvo en la competencia de manera ininterrumpida hasta su último día.

El Lole, apodo que lo acompañó desde su infancia, cuando así lo comenzaron a llamar sus familiares de tanto que repetía “voy a ver a lolechone’”, animales que su papá criaba en el fondo de su casa santafesina, fue elegido gobernador en 1991 por el espacio que a nivel nacional lideraba Menem.

Lole Reutemann Menem

El santafesino buscaba que no se lo mire como un paracaidista político, como un oportunista que se aprovechaba de su fama para trepar a un puesto de poder en una década que ya comenzaba a caracterizarse por una fuerte desideologización. Él, decía siempre, era peronista. Y peronista de Juan Domingo Perón, de quien conservaba una lapicera que el General le había regalado en 1974, cuando lo visitó en los boxes luego de una carrera, lo felicitó y le dio el obsequio.

Así, entonces, el “peronista” Reutemann gobernó Santa Fe hasta 1995, año en que fue elegido por primera vez como Senador nacional por la provincia. Eran seis años de mandato hasta 2001, aunque en 1999 fue interrumpido por una nueva campaña para ganar la gobernación, cuyo mandato tuvo hasta 2003. Y fue en ese año en el que debió pasar el momento más duro de sus dos gestiones al frente del Poder Ejecutivo provincial, porque en abril una fuerte crecida del Río Salado, que se metió en la ciudad de Santa Fe, recorrió ocho kilómetros y dejó toda esa zona literalmente bajo el agua. Hubo pérdidas millonarias, miles y miles de evacuados, casi 30 mil viviendas afectadas y más de un centenar de muertos y desaparecidos según ONGs que intervinieron en el momento, aunque el gobierno de Reutemann sólo admitió 23 víctimas fatales. Este dramático suceso le valió una demanda en su contra en la que lo acusaron de homicidio por medio catastrófico y desvío de fondos públicos, vinculados a un préstamo que se había gestionado ante el Banco Mundial para construir una defensa en el oeste de la ciudad, obra que, denunciaron, quedó inconclusa y permitió que el río arrasara a la capital provincial.

Lole Reutemann

Aun así, ese mismo año, en septiembre, volvió a ser elegido como representante de su provincia en el Senado nacional con la particularidad de que se sostuvo en ese cargo hasta el último día de su vida, porque en 2009 fue reelecto y en 2015 nuevamente ganó una banca, aunque en este último caso por otro partido político: Cambiemos. En la política, también, la frialdad para decidir y su mano para volantear le dieron buenos frutos y una envidiable perpetuidad en cargos públicos trascendentales a lo largo de sus 30 años de carrera.

¿Pudo ser presidente? Al menos, pudo ser candidato, cuando Eduardo Duhalde lo apuntó como su pollo de cara a las elecciones de 2003. Pero el Lole no se convenció con subirse a ese carro y prefirió seguir piloteando su vida política desde un perfil más bajo. Sin perder poder pero sin, tampoco, exponerse tanto. Fue entonces cuando el ex presidente bendijo a Néstor Kirchner y ahí comenzó otra historia, que también lo tuvo a Reutemann como protagonista, como firme aliado al comienzo y luego como opositor a las ideas K, en especial en 2008, en los tiempos de la polémica Ley 125 que promovía el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y Reutemann -al igual que Julio Cobos- votó “no positivo”, en favor del campo y en contra del Gobierno Nacional. Desde entonces, comenzaron los tira y afloje casi sin retorno con los K que lo llevaron a dejar sus habituales silencios y posturas pensativas para hacer una de sus declaraciones más estridentes, cuando en 2010 -en la recta final de cara a la selección de candidatos para las presidenciales de 2011- dijo: “Con tal de que cuando se vayan en 2011 no se hayan afanado la Casa Rosada y la Plaza de Mayo, los argentinos vamos a estar contentos”. La pluralización de su frase terminó siendo parcial: pocos meses después, Néstor Kirchner falleció y al año siguiente Cristina fue reelecta en primera vuelta.

Lole Reutemann Macri

Reutemann había nacido el 12 de abril 1942 y desde muy chico se interesó tanto por el campo como por los coches. Debutó en el automovilismo a los 23 años manejando un Fiat 1500 y su destreza al volante, en aquellos primeros tiempos en las categorías de Turismo, le fueron dando fama en el mundo fierrero. A finales de la década del 60 comenzó a subirse a los monoplaza de Fórmula 2 y enseguida fue parte del equipo del Automóvil Club Argentino. Fue subcampeón europeo en 1971 y su escalada hizo caer de madura su oportunidad en la F1, que le llegó en la escudería Brabham, propiedad de quien luego se convertiría en el dueño del Gran Circo de la Fórmula Uno: el inglés Bernie Ecclestone. En la máxima categoría del automovilismo mundial, en la que ganó 12 Grandes Premios, pasó también por Ferrari, Lotus y finalmente Williams, equipo donde estuvo tres años y cerró su etapa como piloto de F1 en 1982. Un año antes, tuvo su mejor temporada: salió subcampeón después de haber liderado el campeonato mundial prácticamente de punta a punta, perdiéndolo en la última carrera, en el improvisado circuito de Las Vegas. Mereció el título mundial, coincidieron los especialistas, pero no lo pudo conseguir. A mediados de los 80 corrió un par de carreras del Rally Mundial y a los 43 años se bajó definitivamente de los autos de carrera.

https://twitter.com/CoraReutemann/status/1412587119831289859

La falsa noticia de su muerte obligó a su hija Cora (fotógrafa y, según reconoció, posible candidata política, siguiendo la línea de su padre) a salir a desmentirla y hasta a amenazar con demandar a quienes la difundieron. La agonía del Lole se estiró un tiempito más hasta que finalmente su motor se apagó para siempre. Queda el recuerdo del exitoso deportista de elite y del funcionario público cuestionado por unos y admirado por otros. Y que si logró llegar al poder gracias a su fama como corredor de autos, después de 30 años hay que admitir que le sobró manejo de la situación para permanecer inalterable y nunca bajarse de esa carrera. Hasta el final.

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